Entrevista

Thomas Olde Heuvelt: poseído por la montaña

El escritor neerlandés Thomas Olde Heuvelt presenta en España 'Eco', su primer libro tras el éxito internacional de 'Hex'

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Thomas Olde Heuvelt, en la librería Gigamesh de Barcelona

Thomas Olde Heuvelt, en la librería Gigamesh de Barcelona / Ricard Cugat

Ernest Alós

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Thomas Olde Heuvelt (Nimega, Países Bajos, 1983) pasó por tres años de bloqueo creativo, prisionero de las expectativas despertadas por el éxito de ‘Hex’, su primera novela traducida internacionalmente. Esa es una forma específica de horror que conjuró con su siguiente libro ‘Eco’ (Ed. Nocturna, en traducción de Ana Isabel Sánchez), que estos días ha presentado en España. ‘Hex’ era la historia terrorífica con pinceladas de humor de un pueblo del interior de Nueva York (holandés en su primera versión) que convive con las apariciones de una bruja con los ojos y boca cosidos desde hace siglos, un secreto a la vista de todos. En ‘Eco’ fuerza la máquina enfrentándose al espíritu de una montaña de los Alpes.

’Hex’ tenía una trama más lineal. Aquí se complicó más la vida.

Cuando Hex explotó como lo hizo, cuando Stephen King tuiteó sobre el libro, todos mis sueños se hicieron realidad. Y eso me creó una presión enorme. No quería escribir un ‘Hex’ 2.0. Quería reinventarme y hacer algo diferente. Utilicé mi propia experiencia como alpinista. Como en ‘Hex’, intenté dar un giro nuevo a un arquetipo clásico. En ‘Hex’ la bruja, en ‘Eco’ la posesión. Y utilizar voces diferentes, en lugar de una narrativa en tercera persona. Me pasé tres años y medio con él, pero cuando recibí la llamada de mi agente con un contrato por ese libro y otro más y vi que ‘Hex’ no sería flor de un día, la presión desapareció y volví a escribir de forma más relajada y menos experimental que en ‘Eco’, en el que quise darlo todo: el libro es también una historia de terror, pero bastante compleja. El siguiente, ‘Oráculo’, tiene una narrativa más directa y de nuevo con más humor.

Me hablaba de su experiencia como alpinista. Al margen del medio real a tener un accidente, ¿qué le llevó a convertir una montaña en un personaje de terror?

Yo no soy creyente, pero lo más importante es que cuando estás allí, sientes que las montañas tienen un alma. Que son seres vivientes. Y cada una es diferente. Algunas son acogedoras y otras todo lo contrario. Las notas hostiles, no quieren que estés allí. Racionalmente, sí, las montañas son grandes e imponentes y por eso te impresionan. Y definitivamente, dan miedo: te pueden matar las tormentas, el frío, las rocas que caen. El error humano de hecho es lo más mortífero: sobreestimar tus capacidades en un deporte en el que si caes te puedes matar, no torcerte un tobillo como en el fútbol. Son gigantes, y siempre serán más fuertes que tú. Pero me pregunté qué tal estaría retratar una montaña como si estuviera viva. Y ‘Eco’ es la historia de un montañero que sufre un accidente en una montaña y es poseído por su espíritu. Como ‘El exorcista’, pero sin demonios ni sacerdotes, solo una fuerza de la naturaleza.

¿Hay montañas que tienen malas vibraciones?

Por supuesto. En los Alpes suizos el Matterhorn, una pirámide abrupa, imponente. En Nepal, el Machapuchare, que está prohibido escalar porque se cree que allí viven dioses: solo lo intentaron tres montañeros y murieron.

Usted es de los Países Bajos… Hay gente acostumbrada a horizontes abiertos que se siente abrumada encerrada en un valle.

Sí. ¡y los Países Bajos son extermadamente llanos! Solo hay horizonte. Depende de con quién hables. En un llano ves el horizonte. Pero en lo alto de una montaña, puedes ver más lejos. Así que yo me siento en un espacio abierto. Encontré interesante contrastar los dos personajes del libro, uno que ama la montaña y que huye de las ciudades, y otro que viene de Nueva York, odia la montaña y experimenta justo esta sensación opresiva a la que se ha referido.

La primera escena del libro, con una casa llena de fantasmas que van subiendo hacia un dormitorio, engaña un poco sobre lo que vendrá después.

Tenía este propósito específico. Pero es una de las escenas más terroríficas que he escrito, es algo que soñé. Da la impresión que todo el libro será así, pero no. En el libro hay un horror más profundo que el miedo a los fantasmas, o a los pájaros de la montaña [bandadas de chovas piquigualdas inquietantes] o el vértigo. Hay una historia de amor, y de pérdida de tus seres queridos. La literatura de horror cuando es buena toca tanto los horrores sobrenaturales y supersticiones y los miedos prácticos, y miedos profundos como perder tu salud mental y a quien quieres. Las cosas a las que todos tenemos miedo, básicamente.

Hay alguna referencia clásica a algunas cosas que hacen ciertos pájaros en lo alto de una montaña. Empieza cada capítulo con una cita de la literatura de terror, pero cuando cita el ‘Moderno Prometeo’ no solo habla de Frankestein...

Sí, esa es mi carta de amor a los clásicos de la narrativa gótica. Es también la razón por la que el libro está escrito en forma epistolar, con emails, cartas, mensajes, como lo hacían las novelas góticas. El ‘Drácula’ de Bram Stoker está escrito en forma de diario también. Y la ficción gótica precisamente tiene como uno de sus elementos lo que experimentamos cuando nos encaramos a la naturaleza desde nuestra pequeñez.

Una cosa que me llama la atención es que en las dos o tres últimas décadas los escritores de fantasía están reformulando los clásicos del género, en el del terror se le da una vuelta antiracista al universo de Lovecraft… pero en su campo, Stephen King sigue siendo una referencia incontestable. Y no solo porque sea generoso con sus gestos hacia los nuevos autores...

Tomemos por ejemplo a Lovecraft. Es uno de los fundadores de la ficción de horror moderna, y también fue una persona horrible, y abiertamente racista. Pero pueden hacer arte asesinos, violadores o racistas y eso se debe reconocer. En EEUU se está yendo un poco lejos hasta el punto de querer prohibir libros de Lovecraft por cómo era él personalmente. Pero el arte ha de ser valorado por sí mismo. Y en cuanto a Stephen King: es un escritor asombroso y ha influenciado a muchas generaciones de escritores, a la suya y también a la mía, y a autores aún más jóvenes, que le leen porque él sigue escribiendo libros muy buenos. Un libro al año, que es una velocidad impresionante. Es aún un narrador maravilloso y una persona muy generosa. Ayuda a empezar a otros escritores, así que hay muchas razones para reconocerlo y no verlo como alguien con quien enfrentarse.

¿Qué nos atrae del terror en la ficción?

Bien, vivimos en unos tiempos bastante turbulentos, con malestar social. Siempre que ha sido así, el género de horror ha prosperado. Cuando nos dirigíamos a la Segunda Guerra Mundial, durante la guerra fría cuando temíamos a la bomba, después del 11 de Septiembre… Y ahora de nuevo, con el covid, Ucrania, Israel y Palestina. Así que miramos lugres donde liberarnos de esos miedos. Por la misma razón que nos gustan las montañas rusas. Sentimos el miedo y la liberación del miedo, como en el cine, donde la risa viene después del grito, porque no es real. Experimentar el miedo de una forma que es segura. Como escritor, eso sí, has de conseguir que creas un poco en lo que está pasando.

¿Qué opina de los resultados de las últimas elecciones en su país con la victoria de la extrema derecha? ¿Le importa hablar de ello?

No suelo hablar de política, es divisivo. ¿Y qué puedo aportar yo? (…) Diría que no se trata solo de una cosa neerlandesa sino internacional. El progresismo debe buscar una nueva visión que pueda apelar a la gente como los movimientos conservadores lo están haciendo ahora. Ellos dibujan un pasado idílico, cuando en realidad ahora todos tenemos muchas más posibilidades. Pero esa imagen de una era dorada donde todos éramos más jóvenes y todo era mejor y el aire olía mejor, y bla, bla, es atractiva aunque es peligrosa para el medio ambiente y excluyente para mucha gente. El progresismo no puede motivar a la gente diciendo solo que o actuamos o todos moriremos por el cambio climático y las epidemias, aunque científicamente sea cierto. Pero esa no es una narrativa atractiva. Apela a las personas con más formación, pero debes pensar en la gente con menos formación y que se siente ignorada. Has de crear un horizonte de esperanza. Salvar el planeta, no dejar a nadie atrás. Porque si no, esas derechas capaces de dirigir a nuestra sociedad hacia un abismo llegarán al poder.