Festival Temporada Alta

'Firmamento', la madurez de La Veronal

Un momento de 'Firmamento', de La Veronal.

Un momento de 'Firmamento', de La Veronal. / Marina Rodriguez

Marta Cervera

Marta Cervera

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Cerrados aplausos despidieron 'Firmamento', la última obra de la compañía La Veronal en el Teatre Municipal de Girona. La pieza, con algunos cambios respecto al estreno en el último Grec, impactó con una mezcla de profundidad y humor que refleja la madurez de La Veronal. Marcos Morau, uno de los creadores más interesantes de su generación, traslada sus miedos y recuerdos como adolescente creando un mundo sorprendente tanto a nivel visual como sonoro. Se trata de un espectáculo arrollador y con muchas capas que habla de ese extraño lugar entre la infancia y la juventud. Entre los juegos y las preguntas serias, entre lo que uno es y lo que sueña con ser.

Las inquietudes de quien está en terreno de nadie, entre dos mundos, se refleja de manera poética, juguetona o inquietante. 'Firmamento' cuenta con seis magníficos intérpretes que parecen muchos más dado el arduo trabajo que realizan. Àngela Boix, Jon López, Núria Navarra, Lorena Nogal, Marina Rodríguez y Shay Partush articulan una partitura de movimientos singular que atrapa al espectador tanto como la cambiante disposición de una escenografía llena de sorpresas firmada por Max Glaenzel. Y logra, como por arte de magia, transformalo todo con trucos magníficos que no desvelaremos. En ella conviven elementos del pasado, del presente y del futuro. Viaja del mundo analógico al mundo virtual, de la Tierra al Universo.

La Veronal ha dado un paso más allá con este espectáculo muy diferente a su aclamado 'Sonoma' con el que actuaron en el Festival de Aviñón y que ha sido objeto de una película presentada precisamente este sábado en el cine Truffaut de Girona.

Collage sonoro

En 'Firmamento' conviven el mundo de los sueños, del cine, de las pantallas. En él instrumentos tradicionales como el acordeón y la percusión se integran con la música electrónica. La danza dialoga con la plástica, con dibujos en blanco y negro y una banda sonora sorprendente que conecta melodías de Wagner, Strauss, David Bowie y Laurie Andreson, entre otros, enlazados a veces y transformados otras por la música original y el diseño sonoro de Juan Cristóbal Saavedra.

Morau recupera parte de su adolescencia y penetra en el laberinto de la mente adolescente, con las dudas, los miedos y las incógnitas de la existencia que llegan al espectador a través de un personaje, un muñeco que los bailarines convierten en un intérprete más que mueven en una elaborada escena donde todos contribuyen.

Es un espectáculo cambiante que toca grandes temas como la pérdida y de la esperanza, donde todo se va transformando y cobrando nuevos sentidos. Aparecen desde referencias oriental del anime a dibujos a bolígrafo proyectados en una gran pantalla reflejando las obsesiones de un artista que todo lo ve a través del objetivo de una cámara. Al fin y al cabo todos formamos parte del gran teatro del mundo.

A Morau le gustaría que los adolescentes de hoy conectaran con esta pieza que recalará en el Mercat de les Flors del 27 de diciembre al 14 de enero. El viernes, en Girona, no había muchos. Veremos qué ocurre cuando el espectáculo regrese a Barcelona.