En el Palau Martorell

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La exposición de Chagall, en el Palau Martorell.

La exposición de Chagall, en el Palau Martorell. / Enric Fontcuberta / EFE

EFE
Judith Pardo
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El Palau Martorell en Barcelona acoge desde este martes la exposición 'El color de los sueños' de Chagall. Con 180 obras, recorre 60 años de la vida y creación artística del prolífico pintor ruso. La muestra está dividida en 7 temas principales en los que el autor representa su mundo poético: Orígenes, Mundo Sagrado, Éxodo, Color, París, Fábulas y El amor. En ellos, explora su nacimiento en la pequeña localidad de Vitebsk, que tanto influyó en sus obras durante toda su vida; el amor y los momentos de felicidad; su espiritualidad como judío y sus dos exilios, que equipara con el éxodo bíblico.

La colección se podrá visitar desde el 31 de octubre al 24 de marzo y se podrán ver 25 obras nunca antes expuestas en España, acompañadas de algunos escritos del pintor. Vida y obra se unen en el conjunto de lienzos expuestos en el palacio situado en la calle Ample número 1 en el centro de Barcelona.

La comisaria de la exposición, Lola Durán, destaca que Chagall "crea con sus escritos, con sus pinturas un mundo lírico un mundo poético, en el que los trineos surcan los cielos, los violines resuenan por encima de los tejados y también los enamorados se acarician debajo de ramos de flores", recoge Efe. En ese mundo fantástico, "la frontera entre lo real y lo ficticio es difusa" y desde el punto de vista de la iconografía, en el recorrido expositivo surgen "personajes muy reconocibles y recurrentes, como el gallo, el asno, el reloj, el payaso, el arlequín, los cuales junto a su peculiar uso del color, hacen que hayan creado un universo tan personal".

La exposición se inicia con un cuadro de 1924 de su pueblo natal, Vitebsk, entonces del Imperio Ruso, donde el artista nació en 1887, y que dejó una gran huella en el pintor.

Su serie sobre el Éxodo, representada en la muestra por 24 escenas, interpreta la gesta del pueblo judío guiado por Moisés, pero, como dice la comisaria, "es también una alegoría del propio éxodo que vivió Chagall, primero huyendo a París por la amenaza de la Revolución Rusa, y luego a Estados Unidos huyendo como judío de los nazis, que consideraba sus obras como arte degenerado".

Aludiendo al subtítulo de la exposición, "El color de los sueños", una de las secciones está consagrada a explorar "un mundo de rico simbolismo, de colores brillantes, saturados, tonos luminosos e intensos".

Como se puede ver en la exposición, el colorido ambiente del circo cautivó a Chagall desde su infancia. Los payasos y acróbatas traen a su memoria los días de feria en Vitebsk, cuando entre música y malabarismos soñaba con una vida bohemia, y de este período una de las obras inéditas que se puede ver en esta muestra es "El gallo violeta" (1966-1972).

El color también está presente en la sección dedicada a París, La ciudad que tantas veces le dio la bienvenida y lo acogió, que se convirtió en una de sus principales fuentes de inspiración.

En 1954, Chagall realizó una serie de litografías para la revista "Derrière le miroir", "una auténtica declaración de amor a París" a través de coloridas imágenes en las que representó sus elementos arquitectónicos más icónicos, como la Torre Eiffel, el Panteón o Notre Dame, entre los que flotan sus personajes fantásticos, como recoge la muestra.

Seguidamente, se exhiben el centenar de litografías de su serie de "Fábulas", fruto del encargo que en 1927 el marchante de arte y editor Ambroise Vollard encargó a Chagall para ilustrar las "Fábulas" de La Fontaine, una de las obras maestras de la literatura francesa.

Durán indica que, pese a los 200 años de distancia entre el texto de La Fontaine y los dibujos de Chagall, se estableció "una relación íntima entre los dos, a ambos les gustaban los animales y eso conectaba con el Chagall de sus orígenes".

El pintor ilustró aquellas narraciones moralizantes en la estela de la tradición rusa, llevándolas a los iconos y a los 'lubki', estampas coloridas pertenecientes a la cultura popular rusa que aparecían acompañadas de un texto sencillo y que se utilizaban tradicionalmente para instruir a las personas con escasa formación.

Finaliza la exposición con una serie de cuadros en los que aparecen parejas de enamorados bajo ramos de flores que Chagall asociaba al amor, entre ellos "La jarra de flores de primavera" (1935), "Les amoreaux à l'ane bleu" (1955) o "Le rêve" (1980), una de sus últimas obras.