Discos de la semana

Crítica de disco: Bad Bunny, la divinidad vuelve al barro en 'Nadie sabe lo que va a pasar mañana'

El Conejo Malo regresa, explícito y provocador, al trap de sus inicios en un disco que se extiende demasiado y que representa su trabajo menos comercial y popular hasta la fecha

Los nuevos elepés de Allah-Las, James Brandon Lewis, Emma Anderson y El Diablo de Shanghai, también reseñados

El artista puertorriqueño Bad Bunny

El artista puertorriqueño Bad Bunny / Telemundo / Efe

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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'Nadie sabe lo que va a pasar mañana'

Bad Bunny

Rimas Ent.

Trap

★★★

Lo había advertido Bad Bunny: este disco seguramente no sea para usted. Es para los "fans reales", "los del principio", no para esa multitud inabarcable -va camino del cuarto año consecutivo como artista más escuchado del mundo- que canta y baila hoy sus canciones. 'Nadie sabe lo que va a pasar mañana', completamente en castellano, es una vuelta a los orígenes del Conejo Malo, los marcados por el trap con el que, descarado, apareció un chaval de Puerto Rico que se ganaba la vida como cajero en un supermercado. Este del 2023, dice Bad Bunny, es "trap de galería", si es que eso tiene sentido.

Benito Martínez Ocasio ha hecho, cuando acaricia ya la treintena, el que puede ser su álbum menos comercial. Menos universal y popular, más explícito y provocador. Volver al barro siendo ya una divinidad, expulsándose de encima si hace falta a los que le veneran solo como el reguetonero dominador del pop global. Y eso, sí, está muy bien -aunque uno se manche un poquito-. Tiene un punto de travesura, la que se puede permitir un multimillonario que juega, a su vez, con su peso cultural indiscutible -Bad Bunny ha sido un disidente y la carga social y política en su carrera es evidente-. Y con las trastadas pasa eso: algunos ríen, otros se enfadan.

"Es para que me cancelen y me odien", advierte en la introductoria 'Nadie sabe', sobre la imperfección del éxito solemnizado con música sinfónica. Quizá el disco es también un extraño grito de auxilio para dejar de tener la atención del mundo -algo que parece complicado cuando uno anda con Kendall Jenner-. Hay también, ahora que se ve al Bad Bunny 'celebrity' más yanqui, un conato de desafío a la industria musical, de retirada abrupta y de reivindicación de la "ganga latina" en EEUU -con Messi de ejemplo- en 'Vuelve Candy B'. Punto para el Conejo. También suman puntos 'Monaco' o 'Vou 787'.

Sin concreción

Es cierto que el disco, de 22 canciones y una hora y 21 minutos de duración, se retuerce y se estira para acabar siendo demasiado extenso. ¿Precisa el trap de todo ese tiempo? ¿O es un género visceral, de aquí y ahora, que pega más con la concreción? Tampoco se colaría ninguna de la veintena de canciones del álbum dentro de los mejores temas de trap que ha hecho a lo largo de su carrera. Se echa de menos vanguardia y tiene en algunas colaboraciones, como la de Eladio Carrión, 'Thunder y lighting', dosis efervescentes de trap.

Pero también es evidente que, como siempre, articula algunos versos destacables -con su mágica habilidad para utilizar referentes de la cultura pop- sobre el ego, el éxito, el amor -con más acierto esta vez cuando es hacia su país que cuando apunta a una relación de pareja-, o sí, el sexo, esa parte que tanto escandaliza -ya advirtió de que él no es el tutor de nadie-. Precisamente, en esta provocación explícita y premeditada hay una de las propuestas y desafíos más destacables cuando une iglesia y sexo. La prueba más evidente está en 'Baticano' y el alboroto que ha generado.

Y sirva como último apunte: hay un par de reguetones reseñables, sobre todo, 'Perro negro' (con Feid); y 'Un preview', porque cierra el álbum y parece que es una introducción de un futuro trabajo que apunta hacia sendas más bailables. Ignasi Fortuny

Otros discos de la semana

'Zuma 85'

Allah-Las

Calico Discos - Innovative Leisure

Rock

★★★

Hace tiempo que los Allah-Las dejaron atrás el surf indie de guitarras reverberantes para navegar otras aguas, pero ninguna de sus entregas anteriores hacían prever un salto como el que pegan en su quinto elepé, en el que expanden su paleta de influencias en múltiples direcciones, del rock ‘loureediano’ al krautrock y del ambient al sonido Canterbury. El resultado es un disco pródigo en momentos excitantes pero que no aclara mucho sobre la identidad sonora del grupo. Rafael Tapounet

'For Mahalia, With Love'

James Brandon Lewis

TAO Forms

Jazz

★★★★

Si hay algo que hace de verdad único al saxofonista James Brandon Lewis, una de las voces más potentes del jazz de hoy, es su convicción. Da igual si la cosa va de baladas o de arrebatos casi-punk. Brandon Lewis no toca, declama. Y este fervor casi religioso cobra otra dimensión en su homenaje a la gran dama del gospel, Mahalia Jackson. A partir de las formas sencillas y humildes de himnos religiosos como 'Wade in the Water' o 'Go Down Moses', Lewis y su extraordinario grupo, el Red Lily Quintet, desatan catarsis, a veces turbulentas, y a veces, sencillamente, bellas. Roger Roca

‘Pearlies’

Emma Anderson

Sonic Cathedral

Pop

★★★★   

Quedan lejos los logros ‘shoegazing’ de Lush, allá en los 90, pero Emma Anderson da ahora señal, tras siete años de silencio, en un debut en solitario que se sitúa en la estela pop ensoñadora con un plus de introspección. Mandan las esbeltas tonadas (‘Bend the round’), fundidas con atmósferas delicadas (‘Inter-light’) y mágicos senderos filo-folk (‘Willow and mallow’), como una versión madura de aquel grupo que trazó una alternativa al Brit-pop. Jordi Bianciotto

‘113 Pasos adelante en el Ensanche’

El Diablo de Shanghai

Candorro

Rock

★★★★  

Mala uva generacional, sarcasmo fatalista y guitarras herederas del trazo quirúrgico pospunk con gestos salidos del garaje. Y cabalgando sobre el rifirrafe eléctrico, una voz más mascullada que de ruiseñor (¿Mark E. Smith vs. Pablo Carbonell?), agarrándote por la solapa. El debut largo de estos barceloneses te hace arquear las cejas manejando un cancionero a tumba abierta, rimando “niñato” con “estrellato” y dejando un simpático rastro de furia poética. J. B.