La nueva película de Elena Martín

'Creatura' y el despertar sexual femenino en el cine: una historia de tabú, miedo e incomprensión

Una escena del rodaje de 'Creatura', de Elena Martín Gimeno.

Una escena del rodaje de 'Creatura', de Elena Martín Gimeno. / EPC

Desirée de Fez

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El próximo viernes se estrena 'Creatura', segundo largometraje de Elena Martín Gimeno. La directora se atreve a hablar en él de la sexualidad y del deseo femenino. ¿Por qué hablar de osadía? Porque, aunque son temas comunes, la manera en la que Martín se acerca a ellos no es la habitual. No se acerca como observadora distanciada del cuerpo, del placer y del trauma ajenos. Se acerca a ellos desde los espacios tradicionalmente arrinconados o negados por el tabú. Lo hace desde dentro, desde la pulsión y los conflictos de su protagonista, Mila, a la que conocemos en tres edades distintas: de adulta (Elena Martín, una decisión que conecta con esa intención de contar desde dentro), en la infancia (Mila Borràs) y en la adolescencia (Clàudia Malagelada).

Una escena de 'Creatura'. 

Una escena de 'Creatura'.  / EPC

'Creatura' alterna esas tres partes, y todas son valiosas por el arrojo y la franqueza con los que la directora de Júlia Ist (2017) habla desde el cuerpo, siempre en primer plano, de la relación de la protagonista con su sexualidad. Eso implica muchas cosas que Martín cuenta muy bien. Entre ellas, el descubrimiento del propio cuerpo, del deseo y del placer. Pero también las heridas (internas y externas) que surgen del conflicto entre todas esas cosas y un entorno, íntimo y estructural, que no está preparado para asumirlo como lo que es: lo más normal del mundo.

'La niña santa' de Lucrecia Martel.

'La niña santa' de Lucrecia Martel. / EPC

Cada parte de Creatura abre una puerta a esos temas, y sobre todas planean las mismas dudas (por otro lado fáciles de responder): ¿Por qué el cine no ha contado más todo esto? ¿Por qué no lo ha contado más desde ese lugar? Sin embargo, aunque en el fragmento de la Mila adulta Martín plantea cuestiones muy complejas (es interesante cómo habla del cuerpo que somatiza el estrés), los de la infancia y la adolescencia son especialmente llamativos porque, aunque hay excepciones, el cine no suele hablar con tanta claridad y tan poco miedo de la sexualidad femenina en edades tempranas. O no suele hacerlo sin ponerle filtros como el de la nostalgia, el más común, que suele desembocar en la romantización del despertar sexual.

Hay cineastas que han tomado sendas que comulgan con la de Martín. No todas son directoras. Es imposible no pensar en 'A nuestros amores' (1983) de Maurice Pialat, y en la franqueza con la que habla de la vida sexual de Suzanne (Sandrine Bonnaire), una chica de 15 años, la naturalidad con la que la vive y el prejuicio con el que responden su entorno familiar y social. También es estimulante cómo aborda Jacques Doillon en 'La chica de quince años' (1989) el deseo femenino adolescente, el miedo que da y, sobre todo, cómo es juzgado injustamente. Y, aunque haya voces que cuestionen la mirada de Abdellatif Kechiche en esa película, La vida de Adèle (2013) captura de forma rotunda y visceral el deseo adolescente. No obstante, muchas de las mejores películas sobre el tema son de directoras.

Es imposible detenerse en todas. Cineastas como Andrea Arnold ('Fish Tank'), Catherine Hardwicke ('Thirteen'), Marielle Heller ('The Diary of a Teenage Girl') o Sofia Coppola en 'Las vírgenes suicidas' (1999) han abordado en sus películas, como centro del relato o como asunto relevante en el mismo, la sexualidad en la adolescencia. En sus películas se habla, entre otras cosas, del deseo en la adolescencia y de un mundo esencialmente masculino que lo teme y amenaza (cuando no se aprovecha de él). Pero entre las películas que harían un buen ciclo con 'Creatura' están 'À ma soeur!' (2001) de Catherine Breillat, 'La niña santa' (2004) de Lucrecia Martel y, en un terreno más genérico, 'Crudo' (2016) de Julia Ducournau.

'Las vírgenes suicidas', de Sofia Coppola. 

'Las vírgenes suicidas', de Sofia Coppola.  / EPC

Martel capturó en 'La niña santa', con una naturalidad pasmosa, la curiosidad en la adolescencia por el sexo. Y, al situar su historia en un ambiente masculino (un hotel en el que se celebra un congreso médico al que prácticamente solo asisten hombres) y religioso (las adolescentes de la película van a clases de religión), vinculó esa curiosidad a la culpa, otro tema esencial de 'Creatura', de forma brillante. Ducournau, por su parte, se amparó en los códigos del cine de terror para expresar, a través de la historia de una adolescente con impulsos caníbales, una idea que también recorre la película de Martín: el cuerpo que se transforma y cuyos cambios asustan. Y Catherine Breillat, menos generosa con sus personajes que Elena Martín con los suyos, exploró en 'À ma soeur!', con tanta crudeza como lucidez, el convulso (por distintas razones) despertar sexual de dos hermanas adolescentes completamente diferentes tanto a sus ojos como a los de los demás.