Entrevista

Peleándose con los ancestros: el doble sentido de la fantasía ‘queer’ de Zen Cho

La autora de 'Black Water Sister', 'El hechicero de la Corona' y 'La mujer de terracota' refleja en sus libros los conflictos entre las generaciones de la diáspora y sus conservadores orígenes familiares en países como Malaisia

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Zen Cho

Zen Cho / Ernest Alós

Ernest Alós

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De las infinitas posibilidades que los distintos sistemas de creencias, leyendas y mitologías ofrecen como material para construir novela fantástica, el culto a los ancestros en la cultura china (y la posibilidad de que influyan de formas inesperadas en las vidas reales de sus descendientes) no es de las más explotadas. Ese es justamente, sin embargo, uno de los recursos que utiliza la escritora y abogada nacida en Malaisia (1986) y residente en Birmingham Zen Cho. En su última novela, ‘Black Water Sister’ (Minotauro), es el espíritu de una abuela quien chantajea a su nieta expatriada con la amenaza de dar a conocer a su familia su condición de ‘queer’, para ponerla al servicio de una extraña espíritu. Así que queda bastante claro que el conflicto con esos antepasados en el plano fantástico tiene bastante que ver con el conflicto que tienen las generaciones de la diáspora con sus mayores en la vida real, desde la ruptura cultural, explica la escritora, hasta “el conflicto entre el sentido del deber hacia tu familia y la libertad personal”. Especialmente cuando entra en juego un factor como la homosexualidad en un país como Malaisia, “que no es precisamente un lugar acogedor para la gente LGTBI”.

“Sí, la idea de los muertos comunicándose con los vivos es algo que aparece en mis libros una y otra vez, y cada vez significa una cosa distinta. Aparece incluso en mis novelas de la serie del ‘Hechicero de la Corona’ (Duermevela), que se desarrollan en la Inglaterra de la Regencia (NDR: en un sentido amplio, de 1795 a 1834), donde el protagonista es un británico negro adoptado, al que su padre real persigue en forma de fantasma; en este caso refleja las tensiones en una adopción interracial”, amplía la escritora durante una pausa de su participación en el festival Celsius de Avilés.

En 'Black Water Sister', la protagonista es una mujer malayo-americana que crece en EEUU, “una lesbiana aún en el armario”, explica la autora, pero que reconecta con sus orígenes (en el caso de la familia de la autora, una mezcla de budismo, taoísmo y religiosidad popular china) cuando regresa a Malaisia y su abuela empieza a comunicarse con ella. “Para mi eso tiene dos aspectos. Sentir la influencia de mis ancestros y de la gente mayor de mi familia y de su cultura (yo viví de niña en EEUU, me mudé al Reino Unido a los 17 años y he crecido en la era de internet, así que tengo un bagaje cultural muy mezclado). Pero además crecí en Malaisia hablando inglés, malayo y chino mandarín, sin tener una lengua común con mis abuelos que hablaban otras dos lenguas chinas que yo no domino. Así que comunicarme con esos espíritus es como cumplir con una fantasía, la de poderme comunicar con mis abuelos de una forma que me era imposible”, explica.

La escritora Zen Cho, en Avilés

La escritora Zen Cho, en Avilés / Ernest Alós

Es esa idea, la de superar esa brecha, la que aparece en sus libros. “La gran distancia mental que supone vivir en el Reino Unido” y el conflicto que eso acaba provocando con la familia que queda en el lugar de origen. Si ese “trauma generacional” es general en todas las diásporas migratorias, en su caso tiene un componente añadido: “Si además de proceder de una comunidad muy tradicional tú eres ‘queer’, eso introduce un conflicto mayor, si tu familia y comunidad no te acepta por lo que tú eres pero aun así sientes una fuerte conexión con ellos”.

'La mujer de terracota'

El mundo de los ancestros en espera de un destino final, y alimentados por las ofrendas de sus descendientes, da forma también a una de las historias cortas de Zen Cho, ‘La mujer de terracota’ (Duermevela). En un más allá donde se mueve animados los guerreros de terracota pero también una mujer del mismo material que pasa a ser la tercera esposa de un fallecido que se lo puede permitir gracias a las generosas ofrendas de sus hijos y nietos pero que acaba intimando más con la primera mujer que con el difunto y potentado difunto.

La serie de ‘El hechicero de la Corona’, por otra parte, con un protagonista nombrado Hechicero Real y con el reto de evitar que la comunicación con la magia no se pierda en el Reino Unido a causa de ciertas imprudentes aventuras colonialistas, ha sido definida por la autora como una mezcla de “Jane Austen, con dragones y gente de color”. Aunque quizá sea más fácil encontrar similitudes con el ‘Jonathan Strange y Mr. Norrell’ de Susanna Clarke. “Bueno, utilizo un referente u otro para hablar según la audiencia. Clarke fue una gran, gran influencia, y su personaje Stephen Black inspiró al mío, Zacharias Whyte; me resisto a compararme con dos autoras tan grandes, pero hay más gente que sabe quién es Jane Austen…”, sonríe.

"Pero Austen, y también Clark, hablan del Reino Unido, en el que pasan cosas dentro de salones. Yo, del Reino Unido como el centro de un imperio y su relación con los colonizados, situando a un hombre procedente de las colonias en el centro de un romance aristocrático al estilo de las novelas de Georgette Heyer”. Un esfuerzo que ha tenido otra expresión, por cierto, en una de las grandes novelas fantásticas del último año, ‘Babel’, de R. F. Kuang.

Una mirada poscolonial sobre la literatura fantástica que tiene frentes en el afrofuturismo, las obras de autores afroamericanos (Butler, P. Djèlí Clark…), latinos (Lavalle), la ciencia ficción china, la épica del sinoamericano Ken Liu… “Los veo como a hermanos y hermanas en una misma lucha, pero al mismo tiempo siento que cada uno de nosotros hace individualmente un trabajo profundamente personal e individual", concluye.

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