Entrevista

Pulpos, orcas juguetonas y corporaciones más peligrosas que la IA: una conversación Ray Nayler

Pulpo fiction: la fascinación sobre su inteligencia llega a la ciencia ficción

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E / RICARDO SOLIS

Ernest Alós

Ernest Alós

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Biólogo marino, nacido en Quebec, destinado durante 19 años a un buen número de países de Asia y la Europa del Este por el Servicio Exterior de EEUU y actualmente asesor de la agencia federal atmósferica y oceanográfica (NOAA) sobre la creación de reservas marinas, Ray Nayler hizo de su primera novela, 'La montaña en el mar', uno de los libros del año en 2022 en su país de adopción. La creciente fascinación por la inteligencia de los pulpos (como los que crean una incipiente civilización submarina en su libro y con quienes una científica y un androide demasiado humano intentan comunicarse) es solo una parte de los elementos que surgen en esta larga conversación, en el festival Celsius de Avilés, en la que repasa desde el concepto erróneo que tenemos sobre la IA hasta los supuestos ataques de orcas a yates en el Estrecho de Gibraltar.

¿El principal impulso para escribir su libro fue la frustración sobre lo demasiado fácilmente que se comunican los humanos con los aliens en la ciencia ficción, o el interés por la intrigante inteligencia de los pulpos?

Creo que probablemente lo que vino primero fue esta idea de que la ciencia ficción en general toma la idea de la comunicación alienígena menos en serio de lo que debería. ¡Como saben los traductores, incluso la comunicación entre idiomas puede ser bastante difícil, por no hablar de la comunicación incluso en un mismo idioma en el momento en que vivimos! Resultó que había visto la película 'The Arrival' y me gustó mucho. Si inventas una especie alienígena puedes inventarse cómo se comunica, y entonces es fácil. Pero pensé '¿y si trato de hacer algo con una especie real en el planeta Tierra? Elegí el pulpo porque siempre me ha fascinado y me parece uno de los candidatos más probables para ser una especie que algún día pueda evolucionar para tener una comunicación sofisticada basada en símbolos, que es lo que distingue a los humanos de la comunicación del resto de animales. Es lo que permite la abstracción, alejarse del momento presente, contar historias sobre cosas que no están...

'The Arrival', la película y el relato de Ted Chiang en que se basa, hacen una cosa muy difícil que usted también logra en el libro: convertir el desciframiento de una forma de comunicación en una trama narrativa.

Hicieron un gran trabajo a partir de algo tan difícil como la lucha por comunicarse, es una de mis películas favoritas. Una de las cosas que echa a faltar en la ciencia ficción actual son los científicos como personajes. Y quería hacer eso, astronautas o aventureros sino científicos que hacen ciencia. Y hablan mucho de ello en 'La montaña en el mar', pero así es como se hace la ciencia, no con ocurrencias individuales geniales. Ese es el reto, mostrar a personas que intentan resolver un problema complejo y intentar crear una trama emocionante.

No sé si ha leído 'Herederos del caos', de Adrian Tchaikovsky: hay un primer contacto también entre humanos y una especie de pulpos hiperinteligentes fruto de un experimento de terraformación.

No, aunque me han hablado bien de él, como tampoco he leído el relato original de Ted Chiang: lo evito, porque como escritor soy una esponja y procuro conscientemente mantener un cortafuegos y no leer mucha ciencia ficción para mantener mi individualidad. Sí leo muchas obras científicas porque mi objetivo es traer cosas nuevas al género.

Ha aludido a dos obras sobre la inteligencia de los pulpos, de Sly Montgomery y Peter Godfrey-Smith, en efecto. Pero también tenemos el documental de Netflix 'Lo que el pulpo me enseñó', esa discusión entre científicos no sé si en serio o en broma sobre si los pulpos tienen origen extraterrestre... Parece que hay una oleada de interés sobre las capacidades de los moluscos. ¿Por qué?

Es difícil saber por qué. A veces mucha gente inventa lo mismo al mismo tiempo porque todo está en el aire, en el espíritu del tiempo, para que eso suceda. Es un animal fascinante: ha evolucionado independientemente durante 500 millones de años, nuestro último ancestro común en un gusano plano, y el resultado son dos criaturas inteligentes, completamente diferentes pero que comparten su curiosidad por el mundo. El pulpo es interesante porque aunque es tan extraño y diferente, con un cerebro y una estructura neuronal tan completamente distintas, nos identificamos con él. Hasta desarrolló un ojo muy parecido al humano que te permite hacer contacto visual.

Pero para poner cierta distancia: en un momento destaca las habilidades de esos animales pero también destaca que les impide desarrollar una civilización: que su vida tan corta les impida relacionarse con sus semejantes. Que es tanto como explicar qué es lo que nos ha permitido a los humanos hacerlo.

Este es un experimento mental interesante. Creo que es difícil para nosotros como humanos entender cuán inteligente es el pulpo. Y estoy hablando de las especies reales de pulpo que existen en el planeta Tierra, no de esta especie inventada en el libro. Tienes que imaginar que cada ser humano aparezca en un bosque, sin ningún contacto con otros seres humanos y con solo dos años para aprender a vivir. El pulpo hace esto. Flota en la corriente oceánica después de salir del huevo hasta que se hunde hasta el fondo y ha de empezar a sobrevivir. Sin ninguna transmisión intergeneracional de conocimiento, pero no solo por instinto, porque cada pulso se adapta a sus circunstancias. Si van a parar a un área arenosa pero donde los humanos parten los cocos por la mitad, se los llevan y los utilizan como refugio. ¿Somos nosotros lo suficientemente inteligentes para entender esta inteligencia? Veríamos qué serían capaces de hacer si pudieran transmitir su cultura de una generación a otra, romper esas barreras biológicas y formar una sociedad.

Uno de los personajes del libro dice que quizás somos los únicos que nos podemos llamar Homo, pero no los únicos sapiens en este planeta.

Cada vez reconocemos que la mayoría de los animales son seres que sienten. No son una máquina. Debemos comenzar más en que nuestra inteligencia es solo una variedad más de inteligencia de las que existen en la Tierra. Y la habilidad particular que se nos ha dado es realmente la sofisticación del lenguaje humano.

¿Ha oído hablar de las orcas que atacan yates en el Estrecho de Gibraltar, por cierto? Primero decían que era una, luego que parece que esta conducta se está extendiendo.

Sí, claro. Pero este comportamiento de las orcas no es realmente nuevo. También se ha observado en la costa de América del Norte. Ha habido orcas que han inhabilitado embarcaciones. Usualmente esto sucede cuando son adolescente, y creo que la interpretación de estos incidentes como ataques puede ser un poco prematura. Muchos científicos creen que en realidad podría ser un juego de las orcas juveniles, que lo hacían para mantener los barcos a la deriva cerca de ellas más tiempo para poder interactuar y seguir jugando. Creo que estamos proyectando un poco nuestras propias ideas sobre las orcas y lo que están haciendo. Una de las ideas, que mucha de la comunicación es una proyección falsa, de 'La montaña en el mar'.

Hemos hablado, y es lo que más ha llamado la atención de su libro, de los pulpos. Pero otro de los componentes centrales es la amenaza de la fusión de la Inteligencia Artificial y las grandes corporaciones.

Pero la IA que propongo en el libro es totalmente diferente a los modelos que ahora llamamos inteligencia artificial. De hecho creo que denominarlos así es un terrible mal uso del término. No existe en el mundo moderno una inteligencia artificial. ChatGPT no tiene mente. Es una serie de modelos de lenguaje que a través de una serie de puertas lógicas trata de predecir cuál debería ser la siguiente palabra de una oración. Es un programa complejo pero no hay nada allí, no hay pensamiento en marcha. La vida inteligente trata fundamentalmente de estar orientada hacia el futuro para conseguir su supervivencia. ChatGPT no es autorreplicante. Es decepcionante para los programadores y científicos que han trabajado en el problema de la inteligencia artificial que para que la gente se interese lo que estemos haciendo es etiquetar erróneamente modelos de lenguaje como inteligencia artificial. No es una red neuronal. Pero los humanos inventamos la inteligencia artificial hace tiempo, ¿sabe?

(...)

Se llaman corporaciones. Tienen un propósito que no es necesariamente bueno para el desarrollo humano. Son virtualmente inmortales. Utilizan mentes humanas parasitariamente para impulsar sus propios objetivos. Están totalmente despreocupadas por su impacto en el medio ambiente. Están programadas solo para preocuparse por las ganancias. Y hemos permitido que se hagan cargo de muchas de nuestras estructuras y eso, ya sabes, suena hiperbólico, pero es bastante cierto. Son colectivamente conscientes y sus metas no son las mismas que las metas de una persona que solo intenta vivir en un mundo bueno. Sí estoy asustado de muchas maneras por los resultados de las inteligencias artificiales que hemos creado, las inteligencias corporativas. Pero no me preocupa que algunas supercomputadoras de repente se vuelvan conscientes. Es una distracción del verdadero problema.

Los Zuckerberg y Musk...

No me sorprende demasiado que ellos estén hablando de cosas así. Porque ambos son individuos explotadores, vendedores ambulantes con muy poco conocimiento real de ingeniería o cualquier otra cosa, que simplemente usan las mentes de otras personas para promover su propia supuesta genialidad. Son empresarios, y parásitos del genio de otras personas.

El infierno en la Tierra es un libro es un gran barco pesquero industrial. Se refleja aquí su preocupación por lo que les está sucediendo

Estamos en un momento en que debemos cambiar el concepto de qué es realista. Ser realista no es aceptar que hay un conflicto constante entre naciones y que unos intentarán dominar a otros. Realista hoy es tener en cuenta los límites reales del medio ambiente, y qué hacer para evitar que se descomponga ese mundo real, que es una colectividad de entidades vivas y no vivas con sus propios fines, que no son los mismos que los humanos y que podemos destruir, como lo hacemos con la sobrepesca. Ser realista no es resignarse a que la economía trate de obtener el máximo beneficio aunque destruyan nuestro entorno común: no puedes elegir entre tener una buena vida y destruir el planeta o vivir una existencia limitada y salvar el medio ambiente. Ser realista es buscar formas de tener una buena vida que no destruya el planeta. Pensar en, de forma realista, cómo debemos adaptar la actividad humana para adaptarla a las limitaciones que tenemos en el mundo real.

Para acabar, ¿conoce la expresión española "estar más perdido que un pulpo en un garaje"?

No. Qué grande. Me parece genial.