Entrevista

Rubén Blades: “La canción, si es propaganda, ya no es música”

El cantante panameño regresa al festival Cruïlla, el próximo jueves, tras el sonado éxito del año pasado para recorrer sus más de cinco décadas de trayectoria como figura carismática de la música latina, arropado por la frondosa Roberto Delgado Big Band

Rubén Blades, estrella del Cruïlla.

Rubén Blades, estrella del Cruïlla. / EPC

Jordi Bianciotto

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Repite en el Cruïlla tras su paso por el festival en 2022, algo que no es muy corriente.

Estoy muy sorprendido y agradecido. Una de las razones por las que sigo es que no hay otra banda como esta, que lo mismo te puede tocar un bolero que un guaguancó, un chachachá, una canción de ‘big band’ del tiempo de Sinatra, una de Fania All Stars…

Y eso que no hace tanto, en 2017, anunció su “gira de despedida de la salsa”.

Yo me iba, sí. Pero de pronto recibimos un Grammy por el álbum del año. Eso nunca había ocurrido con un grupo de salsa. Fue un galardón que no tuvo nada que ver con payolas ni con compañías de discos. La compañía soy yo y no tengo influencia en quienes mandan aquí. Ni los conozco. Ahora venimos de dos shows, en Buenos Aires y Santiago de Chile, llenos y con un 75% de gente que no había nacido cuando esas canciones salieron. Voy a cumplir 75 en España, y yo no sé cuánto tiempo me queda. En cualquier momento te vas, y la voz es un instrumento muy jodido. No voy a ridiculizar mi carrera tratando de sostenerme como el futbolista que no puede correr y que insiste en ser delantero.

Rubén Blades, estrella del próximo Cruïlla. 

Rubén Blades, estrella del próximo Cruïlla.  / Luis Carlos García

Su repertorio es rico en personajes y lugares que constituyen una mitología: Juan González, Pablo Pueblo, Pedro Navaja… y esa Hispanía en la que, recordó el año pasado en el Cruïlla, escribe todas sus canciones. ¿Qué sigue representando para usted?

Desde el comienzo representó una protección contra la censura militar. ‘Juan González’, la canción que abre mi primer álbum, ‘De Panamá a New York’, comienza diciendo: “la historia que van a escuchar está basada en hechos ficticios…” Porque era la canción de un guerrillero y se solidarizaba con la muerte de un enemigo de la dictadura militar. En 1969, 1970, en América Latina había más dictaduras que democracias, y creé un lugar ficticio, así si me venían a preguntar o a arrestar les decía que no eran cosas reales. Yo soy un escritor de ficción que basa su ficción en realidades.

En sus conciertos flota un homenaje al oficio de escribir y cantar canciones: el propio tema ‘El cantante’ o sus alusiones del año pasado a Juan Luis Guerra, Residente, Stay Homas, la Orquestra Plateria, Serrat y Rosalía.

Claro, claro. Todos nos nutrimos de los demás. Me parece lamentable que sea necesario decir que el éxito nunca es de una sola persona. Escuchando a esos artistas te mantienes joven, aprendiendo… Porque uno nunca deja de aprender. Y el personal que había ahí era del carajo.

Rubén Blades, estrella del Cruïlla la próxima semana, en su juventud.

Rubén Blades, estrella del Cruïlla la próxima semana, en su juventud. / EPC

Sus actuaciones atraen a un público muy diverso y mestizo.

La idea es crear una convocatoria que permita cimentar la solidaridad. La música tiene algo que va más allá del argumento racional, que te interpela emocionalmente. Ocurre también con el deporte. Música y deporte nos hacen converger en una sola persona. Y eso hay que estimularlo para evitar el desplome de la sociedad. En Estados Unidos vemos lo que produce tener a un imbécil como Trump, mentiroso y manipulador, que no siente empatía con nadie, que todo es él, él, él… Eso hay que confrontarlo, y la música es un buen medio para eso. ¿Tocamos ‘En esa casa’ el año pasado?

No.

Pues eso quiere decir que este año va. Vamos a mirar el repertorio para darle una variedad. Esta es una canción sobre la violencia doméstica. Irá en un arco con otras dos: ‘Cuentas del alma’, reflejo del adulto que recuerda el impacto que la ausencia del padre, por muerte o porque lo cogieron preso o se fue, tuvo en su madre, y ‘Amor y control’, que cierra el ciclo de la señora cuando está en el hospital.

En otros tiempos tuvo que convencer a compañeros de filas ideológicos de que la salsa no era solo una música para bailar. Eso ya quedará atrás.

No, por favor, todavía… Yo no entiendo el argumento de que una idea no varía, no se desarrolla. Que tú bases las soluciones en ideas que funcionaron hace dos siglos me parece absurdo. El mundo evoluciona y tienes que evolucionar también o no vas a poder alcanzar a la gente ni comunicar nada. Y respecto a la izquierda, no vas a comparar a los jesuitas con Ortega ni con Maduro. Dicen que son socialistas, pero creo que son ambidiestros. Pero sí hubo un tiempo en que gente de izquierdas podía pensar que una canción debía entrar en otro ámbito y ser propaganda, y si la canción es eso, ya no es música.

¿Nunca ha hecho canciones con ánimo propagandístico?

Jamás en la vida. Eso ya es adoctrinamiento. Siempre tuve mucho cuidado de evitar la palabrita esa, “compañeros”, de los discursitos de barricada de los 60, 70… Apenas sonaba ya veías por dónde iban los tiros. Se trata de ser honesto, evitar el sentimentalismo y la manipulación de la emoción, y ver cómo en una frase puedes condensar lo que en otro lugar necesita dos páginas de discurso alto en decibelios.

Está metido en muchos proyectos. ¿Qué será lo próximo?

Estoy trabajando con el Niño Josele, pensando en hacer lo que no llegué a hacer con Paco (de Lucía), el álbum de boleros. Con Ron Carter. El día de mi cumpleaños saldrá una versión en vivo del álbum ‘Siembra’, por su 45º aniversario. Estoy trabajando en discos con Enrique Becerra y con la ‘big band’ de Roberto Delgado, y revisando el libro de memorias, que saldrá el año que viene. Y estoy ayudando a grupos políticos independientes de Panamá, a ver si podemos frenar la corrupción que hay allí. Gracias a Dios, ahí estamos.

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