Con 44 años y 30 kilos más

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Pete Doherty recupera The Libertines este sábado en el Vida Festival.

Pete Doherty recupera The Libertines este sábado en el Vida Festival. / EPC

Dídac Peyret

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¿Llegaste a hablar con él? “Sí. Pero si te soy sincero, cuando yo lo trataba, era de noche y daba la impresión de que no tenía muy claro ni dónde estaba. Tenía una aura de rock'n'roll star kamikaze”. El director de la sala Sidecar de Barcelona, Roberto Tierz, recuerda así su primer encuentro con Pete Doherty en 2016. Tres años más tarde sería un camarero quien, involuntariamente, negociaría un nuevo concierto en el club de la plaça Reial. “Llegó por la tarde y al primer camarero que encontró le dijo: ‘Soy Pete Doherty, dame 150 dólares que vendré a tocar aquí’. Y el camarero le respondió: ‘Habla con la oficina, cierra el trato y te doy los 150 dólares’. Pete dio media vuelta molesto, nos llamó y al día siguiente teníamos el bar lleno. Al final se llevó sus 150 dólares y unos cuantos más. Me pareció una forma curiosa de cerrar un trato con un camarero que está cargando neveras”, explica al otro lado del teléfono.

 “No he visto nada igual, llenaba la sala de fans del grupo y modelos; tenía una aura de rock’n’roll star kamikaze”, recuerda el director del club Sidecar 

Esa imagen errante -su mirada desencajada escondía horrores- casaba con su tendencia a pulsar el botón de la autodestrucción más de la cuenta. Incluso Alan McGee, descubridor de bandas como Oasis, consumidor frenético de drogas y manager del grupo en sus inicios, parecía estar preocupado. “Son la banda más extrema con la que he trabajado jamás. No es rock. No sé lo que es. Enfermedad mental, probablemente”. 

Pete Doherty en su época más salvaje.

Pete Doherty en su época más salvaje. / EPC

Nadie imaginó que con 44 años, Pete Doherty aún se juntaría con Carl Barat para desempolvar The Libertines, como este sábado en el Festival Vida de Vilanova, y menos todavía, que estaría vivo. “Para ser sincero, echo un poco de menos la vida de yonqui. Pero mientras siga así de gordo, no hay que preocuparse. No hay yonquis gordos”, aseguró recientemente a ‘XL Semanal’.

Doherty, en mayo de este año.

Doherty, en mayo de este año. / Instagram

En el libro 'Pete Doherty, last of the rock romantics', su autor, el periodista Alex Hannaford, se acoge a una frase del psiquiatra Carl Jung para explicar los excesos del cantante. “Cada forma de adicción es mala, no importa de qué narcótico se trate: alcohol, morfina o idealismo”. El problema de Pete -añade- es que “era un adicto múltiple: era un idealista y un adicto al crack”. Su relación con la modelo Kate Moss supondrá el impulso mediático definitivo. Es 2005 y la imagen de los dos embarrados en Glastonbury con unas botas altas de agua se convertirá en material icónico. Son los años del heroin chic y de romances entre it-girls y cantantes indies. 

El que fuera pareja de Kate Moss es el primer sorprendido de haber sobrevivido a su pasado. “Me sorprende no estar muerto”. 

Tras ese episodio, cuando Doherty visite Barcelona ya será en condición de estrella. Lo explica Tierz: “Sus conciertos se nos llenaban de fans del grupo, pero también de modelos para verlo a él. Me acuerdo una vez que no quedaban entradas y nos hacían todo tipo de ofertas para poder entrar. Nos llegaron a invitar a ir al baño para resolver el tema. Muy exagerado. Yo no he visto nada parecido con nadie”. 

De sus visitas a la ciudad condal circulan todo tipo de leyendas, solo algunas confirmadas, pero todas con un denominador común: Doherty ha hecho siempre las cosas a su manera. Un exmiembro de Sinnamon (la discográfica catalana que editó aquí algunos discos de The Libertines), que prefiere mantener el anonimato, me recuerda el susto de 2006. Doherty fue retenido en el aeropuerto nada más aterrizar en Barcelona para tocar en el Primavera Sound. Al parecer el comandante del vuelo pidió la intervención de la guardia civil al ver que tardaba mucho en salir del baño. El incidente quedó en nada: ni rastro de drogas en su maleta, solo un bote de metadona. 

El director de la revista Mondo Sonoro, Joan S.Luna, tampoco ha olvidado las cuatro veces (frustradas) que estuvo a punto de actuar en la redacción. “Hace unos años tuvimos a una becaria que un día nos dijo que era la novia del otro guitarrista de los The Puta Madres [una de las últimas bandas en las que ha colaborado Doherty]. Y al cabo de un tiempo nos dijo: ‘Oye, está en nuestra casa, si queréis os lo traigo un día para que haga un acústico. Al final llegamos a cerrar y cancelar cuatro veces su actuación. Cada vez que se acercaba el momento nos decían: ‘Pete dice que le da palo’. Siempre ha sido genio y figura”. 

Vivió una temporada en una casa okupa de La Floresta y también se instaló unos días en una galería de arte del barrio de Sarrià

Puede dar fe el director de la sala Sidecar, que sabe lo que es apagar algún incendio. “Durante una temporada estuvo viviendo una en una casa okupa de La Floresta. En esa época una vez me llamaron y me dijeron: ‘Oye, que Pete ya está aquí y ha venido con tres perros, ¿qué hacemos? Y, claro, con todo vendido, no lo podías parar. Al final entraron los perros y supongo que se quedarían en el camerino”. Además de La Floresta, Doherty también se instaló unos días en una galería de Sarrià llamada Puntoaparte para exponer sus pinturas. Ocurrió en 2014 y el día de su inauguración se quedó dormido en un hotel durante 24 horas. En Youtube aún circulan vídeos junto a Carl Barat cantando juntos en una terraza del barrio. 

Han pasado nueve años pero Doherty ya viajó entonces acompañado de su actual pareja, la francesa Katia de Vidas, miembro de la banda The Puta Madres, con la que se casó hace dos años y tuvo su primera hija en común en mayo. Doherty, que ha pasado de ser conocido como Pete a hacerse llamar Peter, asegura no consumir drogas duras desde hace tres años. Ahora vive frente a la costa de Normandía, y a pesar de seguir luchando contra sus adicciones, sabe que sigue vivo por accidente. “Me sorprende no estar muerto”. 

Tres discos de The Libertines que hicieron historia.

Tres discos de The Libertines que hicieron historia. / EPC

Tres discos icónicos

 ‘Up the Bracket’ (Rough Trade, 2002)

La respuesta británica a ‘Is this It’ de The Strokes, los dos discos que definieron el revival de guitarras que inundó los primeros dosmiles. Un conjunto de himnos en estado de gracia: melancolía pop y urgencia punk.

The Libertines (Rough Trade, 2004)

El disco homónimo y el principio del fin de la banda. El álbum que mejor define la relación de amor-odio entre Pete y Carl con temas como ‘Can’t Stand Me Now’. Kate Moss también está presente en ‘What Katie Did’ y la banda se tambalea en la espiral autodestructiva de Doherty. La portada es la primera imagen de Pete tras salir de la cárcel.

Anthems For Doomed Youth’ (Emi, 2015)

El disco de reencuentro de la banda tras años separados. El penúltimo intento de rehabilitación de Pete acaba con un disco donde la banda se esfuerza en recuperar la química del pasado. Solo lo logra en los extremos: la eléctrica ‘Gunga Din’ y la delicada ‘You’re My Waterloo’.