Éxitos de una era
Elton John, dulce y vibrante melancolía en su despedida de Barcelona
El músico ofreció un concierto generoso y emotivo, en plena forma, ahondando en su repertorio de los 70, en la primera de sus dos noches en el Palau Sant Jordi, encuadradas en la gira de adiós a los escenarios. Tras sendos aplazamientos pandémicos, celebró “estar por fin aquí después de todo este tiempo”.

Elton Johns concert in Barcelona
Carecía del ‘sex appeal’ de Jagger o Bowie y en escena, sentado al teclado, veía limitada su desenvoltura como estrella pop, pero Elton John se las apañó en su día para descollar con su catálogo de tonadas (en tándem con el letrista Bernie Taupin), ya fueran ‘sad songs’ o números para el baile bajo la bola de espejos, con alma de ‘entertainer’ y un punto de extravagancia. Todo ello toca a su fin, pero el espectáculo debe seguir brillando hasta la última escena, y así fue este lunes en el primero de sendos conciertos de despedida en el Palau Sant Jordi, llenos de emociones mezcladas.
Disfrute, melancolía y algo de desahogo en una audiencia que había adquirido sus entradas en el remoto otoño de 2019 y que se había tenido que comer el aplazamiento de los ‘shows’ en dos ocasiones. De ese espíritu participó el propio Elton John, que al poco de abrir la actuación (con piano el ‘staccato’ de ‘Bennie and the Jets’) celebró, respirando hondo, “estar por fin aquí después de todo este tiempo”.
Blues de videoclip
Aunque su producción se extiende a lo largo de más de 50 años, el escrutinio final que representa esta gira, ‘Farewell yellow brick road’, circunscribe el periodo de gloria a una década y media: 19 de las 23 canciones seleccionadas son de los años 70 (y otras tres, de los 80). Yendo al grano, ‘Philadelphia freedom’ desplegó muy pronto sus brillos proto-‘disco music’, todo efervescencia en la gigantesca pantalla de video reclinada, camino del sensiblero pero infalible ‘I guess that’s why the call it the blues’.
Esta vez no hacía falta disimular que se trataba de mirar hacia atrás. De eso se trataba, y ‘Border song’ trajo el recuerdo de cuando Aretha Franklin adaptó la canción. “Probablemente fue uno de los días más felices de mi vida”. Sir Elton, con su grosor vocal en buen estado a los 76, relamiéndose en las improvisaciones al piano (‘Rocket man’, muy estirada) y disfrutando de los recovecos de piezas relativamente oscuras como ‘Have mercy on the criminal’ y ‘Take me to the pilot’. Y la serpenteante ‘Someone saved my life tonight’, evocadora de los días en que llegó a sopesar el suicidio para escapar de un noviazgo insatisfactorio.
Regreso a Marilyn
Abundancia de esos ‘deep cuts’ en el corazón de la noche: ‘Levon’ cántico acerca del tipo que se aburre hinchando globos, metáfora de un ritual familiar. Y tras un ‘Candle in the wind’ que recuperó su dedicatoria original a Marilyn Monroe (ni rastro de Lady Di en la pantalla), la secuencia de ‘Funeral for a friend / Love lies bleeding’, con niebla carbónica y vistas al prog-rock, y un ‘Burn down the mission’ en llamas. No fue la mejor noche para los fans de ‘hits’ de madurez tipo ‘Nikita’, ‘Sacrifice’ o ‘The one’, desalojados del atril. Sí que hubo lugar para ‘Sad songs’ (con discutible tacto rockero) y un alocado ‘I’m still standing’.
La banda no es un asunto menor en los conciertos de Elton John, que se detuvo en el elogio de cada uno de los músicos, con énfasis para el recuperado percusionista Ray Cooper y los tan o más veteranos Davey Johnson y Nigel Olsson. Momento para tomar aire antes de la sacudida final, culminada por el trote rocanrolero (bañado en confeti) de ‘Saturday night’s alright for fighting’. Ovaciones recíprocas: también de Elton John al público, inclinándose ante él.
Noticias relacionadasLa única de las 23 canciones de la noche fechada en el siglo XXI, ‘Cold heart’, no es sino un ‘medley’ de viejos éxitos en complicidad con Dua Lipa y el dúo electrónico Pnau. Sonó en el bis, con un Elton John en albornoz ‘kitsch’ a lo Liberace, acompañado de sendos pesos pesados, ‘Your song’ y ‘Goodbye yellow brick road’, dando entender que su arte pop trasciende generaciones y que, aunque él se retire, no faltará quien siga cantándolo.
Todavía, antes de despedirse, unas sentidas últimas palabras al apuntar que el del Sant Jordi había sido el 306º concierto de su gira de despedida, así como "el 10º realizado en Barcelona" en toda su carrera (aquí se dejó los dos primeros en Badalona, en 1979) y "el 44º en España". Y un agradecimiento al "leal y encantador" público condal. "Hermosa ciudad para gente hermosa". Nunca jamás os olvidaré, en mi corazón y en mi alma".
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