Crítica de música

El embrujo del barroco de Xavier Sabata

El contratenor barcelonés junto a Vespres d'Arnadí dirigidos por Dani Espasa triunfan en su regreso al Palau con 'Invisibili'

Xavier Sabata

Xavier Sabata / Lorenzo Duaso

Pablo Meléndez-Haddad

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Bajo el sugerente epíteto de 'Invisibili', el contratenor Xavier Sabata y el director y clavecinista Dani Espasa idearon un programa que rescataba a grandes creadores del Barroco italiano hoy olvidados que contribuyeron a consolidar la estructura de la ópera como género público y popular. Lo hacían en el ciclo Simfònics al Palau; de esta forma los abonados pudieron disfrutar de especialistas en un estilo ajeno al curso con obras de autores ya reconocidos como fundamentales junto a otros menos difundidos como Giovanni Alberto Ristori o Giovanni Porta.

Sabata, que acumula experiencia y dominio técnico y estilístico, mostró una voz madura y flexible que ha ganado en el uso de colores y efectos. Comenzó con Bononcini -que ya cantaba la Sutherland- y el aria 'Render mi vuole' de la ópera 'Astianatte' en un interesante diálogo con el violín. De 'Le fate' de Ristori se escuchó 'Bellezze adorate', que exige un gran control del 'fiato' y del 'legato'. De Sarro y su conocida 'Siroe, re di Persia', Sabata ofreció una impresionante versión de la trágica 'Gelido in ogni vena', negociando con buen olfato el pasaje y que mostró a un intérprete entregado. Concluyó la primera parte con Geminiano Giacomelli y el aria 'Date o trombe il suon guerriero' de la ópera 'Gianguir', ornamentada, emotiva y en la que también se lucieron los oboes, y cuya aria más conocida, la florida 'Mi par sentir la bella', se ofreció más tarde, también con protagonismo del oboe.

Lujo local

Dani Espasa, al frente de su aclamado 'ensemble' especializado en música antigua Vespres d’Arnadí, tuvo a su cargo el arranque de ambas partes del concierto, además de pequeños interludios instrumentales -casi todos provenientes de óperas- que permitieron el necesario descanso al contratenor y mostrar la consolidada calidad del conjunto, un lujo local. De su mano desfilaron por el escenario Tomaso Albinoni y su sinfonía de 'Il nascimento dell’Aurora', Antonio Lotti y la sinfonía de 'Ascanio', una 'toccata' de Alessandro Scarlatti y la sinfonía de la ópera 'Alessandro il Grande in Sidone', de Francesco Mancini.

Sabata, ya en la recta final, interpretó el aria 'Qui ti scrivo o nome amato' de la ópera 'L’oracolo del fato' de Gasparini, todo un alarde de línea y belleza, antes de impactar con la virtuosa 'Scuote la chioma d’oro' de 'Deianira, Iole ed Ercole', con gran presencia de la cuerda grave, de Nicola Porpora. 'Non sempre grandina', de 'Il Farnace' de Giovanni Porta, despidió entre vítores el programa en una nueva prueba del embrujo que causa en el público el repertorio barroco.

Hubo dos propinas; la primera, una virtuosa aria del prolífico Carlo Francesco Pollarolo que contrastó con un sorprendente y emotivo 'Morgen!', de Richard Strauss.

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