Crítica de libros
'La possibilitat de dir-ne casa', de Marta Orriols: en busca de nuestro lugar en el mundo
La exitosa autora confirma en este nuevo libro que es una maestra a la hora de entender la psicología femenina
Valèria Gaillard
Una de las autoras catalanas actuales de más éxito, Marta Orriols (Sabadell, 1975), que ocupó durante semanas las listas de los más vendidos con 'Aprendre a parlar amb les plantes' (2018), nos ofrece una historia contemporánea delicada y profunda en 'La possibilitat de dir-ne casa'. Orriols confirma que es una maestra a la hora de entender la psicología femenina y se mete en la piel de una mujer cuarentona en crisis, Valentina, que revisa el pasado para encontrar un nuevo rumbo a su vida. Se trata de una veterana corresponsal de guerra en Beirut que se siente desestabilizada por la atracción hacia otra mujer que le hace replantarse su identidad sexual.
La narración, en primera persona, alterna un relato sobre su vida que dirige a Valeria —una periodista 'freelance' italiana—, y otro en el que sigue el día a día de su regreso a Barcelona y el reencuentro doloroso con la familia, amigos y ex pareja. Juega un papel fundamental la relación con la hermana, atravesada por envidias no confesadas y por reproches contenidos que acaban saliendo a la luz. Es cierto que, en este sentido, la novela repite ciertos tópicos sobre las burbujas familiares, pero con una sinceridad que los hace verosímiles. También reflexiona de paso sobre cómo el lenguaje encorseta la experiencia, «tan pronto como etiquetas un concepto, cambia la manera como lo percibes. Nadie debería haber acotado nunca, la estima», señala la protagonista.
Sin experimentos, con una narración intimista que fluye por la fuerza de los sentimientos, 'La possibilitat de dir-ne casa' no engaña: explora la necesidad que todos tenemos de pertenecer a un sitio y cómo a veces éste difiere del lugar de nuestro nacimiento. Del abismo que se abre a nuestros pies cuando nos instalamos a vivir en otro país, en otra cultura, y la sensación de provisionalidad nos invade. Si Goethe hablaba de «afinidades electivas» para referirse a las relaciones amorosas, Orriols demuestra que también existen para las ciudades. En este caso, Beirut se muestra como un refugio donde esta periodista halla su libertad. El actual retrato sobre el mundo de los corresponsales tiene por guinda la referencia a la "mítica" periodista Rosa Maria Calaf, de quién tanto aprende la protagonista, sobre todo una lección: el mejor antídoto contra el dolor es sentirlo.
Los sentimientos de la protagonista son explorados en una novela que parece confundir la focalización narrativa entre la tercera persona —cuya mirada es exterior, objetiva, retrospectiva y analítica—, y la primera —interior, subjetiva, imbricada en el presente. Así, Valentina, al tiempo que atraviesa esta crisis existencial, es capaz de dilucidar sus angustias. «Algunos esperamos movernos siempre con cierta inconsistencia. Tener un sitio donde ser nosotros mismos», dice siguiendo una reflexión de Montserrat Roig sobre las perplejidades de la nostalgia por vivir lejos de casa. A fin de cuenta estamos delante de una novela introspectiva de final previsible, bien estructurada y que toca la fibra del lector/a.
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