Crítica de cine

'La guarida', de Neil Marshall: un divertimento 'gore' y macarra

El director sigue fiel a su esencia después de su versión de 'Hellboy' y regresa al cine de serie B con un cóctel inesperado en el que aparecen monstruos, experimentos rusos, marcianos, militares británicos y muyahidíes en la guerra de Afganistán.

Fotograma de 'La guarida', de Neil Marshall

Fotograma de 'La guarida', de Neil Marshall / EPC

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

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Desde que comenzó su carrera con 'Doug Soldiers' y más tarde con la película de culto 'The Descent', Neil Marshall siempre ha demostrado que es un apasionado de la serie B y que tiene un concepto del terror muy particular, tanto que se identifican sus obras a un simple golpe de vista. Todas son tremendamente oscuras, tienen un punto macarra y verbenero y rugen como apisonadoras. Son puro rock and roll, básicamente.

Después de su estupenda versión de ‘Hellboy’ (que prácticamente casi todo el mundo se empeñó en destrozar a pesar de sus virtudes), regresa al fango, a los presupuestos mínimos y las historias al borde del delirio con heroínas superaguerridas. Allá vamos. Imaginemos que la invasión rusa de Afganistán tuvo un único motivo: que allí cayó una nave extraterrestre y los rusos se dedicaron a hacer experimentos con humanos y marcianos creando una raza destructora que, como no supieron controlar, encerraron en un búnquer. La acción se sitúa ahora en la guerra de Afganistán y, mientras los soldados británicos luchan contra los muyahidíes, las bestias se despertarán. ¿Quién es ahora el verdadero enemigo?

Lo que sigue es tan disparatado como su premisa, y también igual de entretenido, aunque solo apto para fans de la acción y la fantasía cutre y loca. Dado que absolutamente todo es bastante descabellado lo único que queda es abandonarse a ese espacio bélico en el que se funden y se confunden los militares, los monstruos y los fundamentalistas islámicos con unas buenas dosis de acción, 'gore' y risas, que no es poco.