Discos de la semana

Iggy Pop, un creíble punk de 75 años en 'Every loser'

El cantante de Michigan entrega un álbum a la vez salvaje y reflexivo en el que se deja arropar por músicos como Duff McKagan (Guns n’Roses), Chad Smith (Red Hot Chili Peppers) y el malogrado Taylor Hawkins (Foo Fighters)

Los nuevos elepés de Nina Hagen, La Élite y Cory Smythe, también reseñados

Iggy Pop, en el festival Cruïlla

Iggy Pop, en el festival Cruïlla / Ferran Sendra

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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Este verano, en conciertos como el de Porta Ferrada, tuvimos la ocasión de comprobar que Iggy Pop, si bien puede deleitarnos con simpáticos discos afrancesados (‘Préliminaires’, ‘Après’) o poniéndose circunspecto (‘Free’), no tiene la menor intención de dejar de ser el incorregible paterfamilias del punk que siempre fue. A los 75, listo para volver a berrear con causa en este hermoso ‘Every loser’, disco portador de furia y filosofía.

En su última gira se apreciaron acentos del rock alemán setentero que aquí se diluyen. ‘Every loser’ está algo más cerca del macizo guitarreo adulto de ‘Post pop depression’ (2016), aunque su encuadre es más abierto. Aquí no figura Josh Homme, pero sí una tropa de fans americanos ‘vip’, como Duff McKagan (Guns n’Roses), Chad Smith (Red Hot Chili Peppers) y Dave Navarro (Jane’s Addiction), que incluso participan de la composición junto al productor del álbum, Andrew Watt. Un tipo este avezado al talante del rock’n’roll, que se las ha tenido tanto con Ozzy Osbourne como con Miley Cyrus.

La primera, en la frente

De todo ello sale un Iggy Pop que logra encontrar un punto de equilibrio entre el lado salvaje y el fondo reflexivo, sin rastro de autoparodia y con trazos de disfrutable mala uva en un tema como ‘Neopunk’, parodia de los chicos malos “modelo Gucci”. Iggy chuleta y altanero, que tiene las narices (o será otra cosa) de abrir el álbum advirtiendo, en la primera línea de la desbocada ‘Frenzy’: “Tengo una polla y dos pelotas, y eso es más que todos vosotros”.

Otros momentos descollantes, en órdenes distintos: ‘Strung out Johnny’, relato de adicciones con moral de superviviente y teclados pospunk, y ‘Comments’, donde luce su vozarrón de barítono y, apuntando a los ‘trolls’ de las redes sociales, apuntala el título del álbum (“todos los perdedores necesitan un poco de alegría”). Entre ambas, apuntando a la cumbre del álbum, ‘Morning show’, bella balada desmitificadora en torno al hecho de seguir siendo Iggy Pop (“me arreglaré la cara e iré / al show de la mañana / como un profesional / El payaso que amabas murió”).

Libre y sin compromisos

Y, cerrando, ‘The regency’, airada y sentida, donde flotan animadversiones hacia la industria musical y en la que se declara “libre, sin compromisos”. Un tema que deja un rastro de luto no contemplado, ya que ofrece registros póstumos del batería Taylor Hawkins (Foo Fighters), fallecido hace diez meses.

Es el colofón de un disco que aparece decorado con una portada de Raymond Pettibon, responsable del ‘artwork’ de ‘Goo’ (1990), de Sonic Youth, y de varios discos de Black Flag. Álbum con el que Iggy Pop desliza un valor que siempre hay que coger con pinzas, la sinceridad, situándose lejos de la caricatura andante del rockero permanentemente excitado, luciendo músculo y dejando poso como tótem punk para después del punk. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Regreso de la cantante berlinesa, tras un lapso de 11 años, con un valiente mejunje: pospunk electrónico, interferencias dub y ‘covers’ catatónicos que van de ’16 tones’ a un ‘Blowin’ in the wind’ con guitarras cristalinas y en alemán. Todo ello, masticado y escupido por esa voz de cabaretera en trance, clamando en modo góspel por las “positive vibrations” junto a George Clinton en el tema titular. Pese a la sensación general de desvarío, flota algo salvaje y fascinante por encima del caos. J. B.

La novedad del punk que Nil Roig y David Burgués facturan desde Tàrrega consiste en añadir sintetizadores y beats makineros a unas canciones gamberras y festivas que revelan atentas escuchas de grupos de los 80 como Eskorbuto o Decibelios (‘Sixpack’ huele tanto a Oi! como a Voll-Damm). En cualquier caso, su feroz irreverencia esconde un potencial comercial (el irresistible ramalazo pop de ‘Contento de ser feo’) que debería ampliar su base de fans de forma exponencial en este 2023. Rafael Tapounet

La dulce melodía de Jerome Kern -inmortal gracias a The Platters, Sarah Vaughan o Nat King Cole- solo suena una vez. Lo hace como un espectro, medio enterrada entre capas de sonidos ondulantes, crujidos, oleadas de cuerdas y vientos que van y vienen. Pero el pianista Cory Smythe sostiene que el espíritu de 'Smoke gets in your eyes', romántico, melancólico, atraviesa todo el disco. Mitad música para ensamble, mitad piano solo, entre lo improvisado y lo orquestado, todo acuoso, poroso. Como una ensoñación. ¿Una balada para el siglo de la inteligencia artificial? Roger Roca