Estreno

Abucheos, silbidos y pataleos: la indignación llega al Teatre Lliure con la polémica 'La belleza de matar fascistas'

El director portugués Tiago Rodrigues desencadena la polémica en el Lliure con una obra sobre los límites de la democracia.

Una escena de 'La belleza de matar fascistas', en el Lliure.

Una escena de 'La belleza de matar fascistas', en el Lliure. / JAIME MACHADO

Manuel Pérez i Muñoz

Manuel Pérez i Muñoz

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En estos días de abundancia de listas de lo mejor del año, la portuguesa 'Catarina e a beleza de matar fascistas' figuraba en lo alto del ranking de mejores obras europeas publicado en el 'New York Times'. De hecho, no es una pieza nueva, pero la pandemia obligó a cancelar una gira que llega a Barcelona envuelta en expectativas. En su estreno el miércoles en el Lliure causó la polémica esperada, sobre todo por su escena final que pone a prueba las tragaderas del público y prácticamente le obliga a posicionarse. Sonoro abucheo: la platea respondiendo con silbidos y pataleo al juego de la provocación que sirve la obra. El teatro también es esto, reacción en directo que reafirma unos valores compartidos. 

Antes de llegar al clímax, su autor y director, Tiago Rodrigues, había preparado el camino. La obra atrapa el aura de un hecho real, el asesinato en 1954 de Catarina Eufémia, un símbolo de la resistencia campesina y de la lucha antifascista en Portugal. Alrededor de este crimen se construye una fábula, la de los figurados familiares –todos llamados Catarina– que cada año se reúnen para vengar la muerte de la matriarca acabando con la vida de un fascista. El ritual salta por los aires cuando una de las participantes cuestiona su lógica, y de repente la tormenta dialéctica explota. 

Dos horas y media de un montaje muy discursivo que se oxigena a través de una extraña combinación entre elementos costumbristas y un simbolismo muy pegado a las fuerzas de la naturaleza, como buscando alguna justificación atávica que explique el origen del conflicto. En la superficie subyace la pregunta, ¿pueden los demócratas combatir la violencia con más violencia? La familia protagonista se parapeta en sus supuestos “ideales” para justificar el asesinato, pero el andamiaje se derrumba y por el camino tambalean los pilares de la moral progre que se le supone a los espectadores.

Algunos diálogos apelan al teatro de Brecht, a la ambivalencia de sus personajes, a la enmienda a la totalidad social que proponen sus teorías. Hay mucho de eso también en el montaje de Rodrigues, un espectáculo contestatario fraguado desde dentro del sistema, con un plantel de intérpretes remarcable de la compañía del Teatro Nacional D. Maria II de Lisboa. Polemiza sin ofender, pone a prueba hasta los mismos cimientos del lenguaje teatral y su supuesta pasividad. Porque si se comprueba que el público del Lliure es capaz de reaccionar es posible que aún quede algo de esperanza. 

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