ENTREVISTA

Miss Raisa: "Quitarme el velo no me ha hecho libre, sino mis ideas"

La rapera y escritora publica 'Porque me da la gana', un libro autobiográfico en el que narra su proceso de empoderamiento desde que llegó de Marruecos con 8 años

Critica la "cantidad de mierda y odio" que se vio en redes con el partido del Mundial de fútbol, tanto desde el lado marroquí como español

Miss Raisa.

Miss Raisa. / JORDI OTIX

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Imane Raissali Salah (Marruecos, 1996) vive un momento de eclosión personal. No solo porque hace algo más de tres años decidiera romper el matrimonio que había sido "presionada" a contraer y que la condenaba a una vida de "esposa tradicional". Tampoco por el hecho de que este verano decidiera quitarse definitivamente el velo que llevó durante 13 años por ser musulmana. Imane, que ha adoptado el nombre artístico de Miss Raisa para esta nueva etapa de su vida, ha "perdido el miedo" a tener su propia voz. Y ahora ya no puede contenerla.

La plasma en sus canciones —como Una niña, el éxito en el que cuenta la introspección y los prejuicios a los que se enfrentó de pequeña—, pero también en sus libros, como en el último, Porque me da la gana (Planeta, 2022), en el que cuenta sus experiencias desde que llegó a España.

"El velo no es lo que determina la libertad de una persona, sino lo que tiene dentro de su cabeza, así que nadie se confunda. Soy una mujer libre por mis ideas, no por haberme quitado el velo, ", explica en una conversación telefónica desde Catalunya, el lugar al que llegó desde Marruecos, su tierra natal, cuando apenas tenía ocho años.

P. En su canción Una niña habla de su derecho a llevar el velo sin que la discriminen por ello, pero ya no lo utiliza. ¿Qué ha cambiado en estos últimos años?

R. Ese tema habla fundamentalmente de mi propia timidez, pero también es una llamada al respeto en general, no solo al derecho a llevar el velo. Nadie me dijo nunca, por ejemplo, que no utilizase unos determinados pantalones porque en España no era esa la tradición. Cada uno viste lo que quiere y punto. Yo defiendo que cada mujer haga lo que le dé la gana. Si se quiere poner un velo, tiene el derecho de hacerlo. Y, si se lo quiere quitar, también, pero que sea ella la que decida.

P. No en todas partes existe esa libertad.

R. Es cierto, hay un montón de mujeres con velo que lo llevan con orgullo y dignidad, porque de verdad quieren llevarlo, pero también hay mujeres que son presionadas u obligadas a ponérselo. ¿Una realidad vale más que la otra? No, no podemos decir que el velo es opresor ni que quitártelo te libera, porque la libertad para mí radica en las ideas, no en una prenda.

P. ¿Ha sentido que en Occidente obligamos a quitarse el velo?

R. Totalmente. De lo que se habla aquí es de que las mujeres musulmanas no son libres. ¿Quién eres tú para decirle a una mujer cómo debe vestir o para imponerle tu código ético? Tenemos un bando radical que nos obliga a ponérnoslo, y un bando occidental, que va de feminista, y que quiere obligarnos a que nos lo quitemos. Lo suyo es que nos dejen un espacio seguro para que seamos nosotras las que decidamos libremente. Es un tema muy delicado, no puedes arrancárselo de cuajo a una persona si no es su decisión. Solo brindarle tu apoyo y respetarla.

P. Esto que dice no le va a sentar bien a todo el mundo.

R. A veces me siento un poco como un saco de boxeo, la verdad. Tanto musulmanes como no musulmanes me atacan por tener una opinión diferente a la suya. Cuando lo llevaba porque lo llevaba y cuando no... Lo cierto es que el velo solo es un pequeño detalle de mi liberación.

P. ¿En qué sentido?

R. Para algunos ahora mismo soy lo peor, porque todos mis valores me los daba el velo. No mi personalidad, mis virtudes ni mis valores. Sin el velo soy una caca para ellos, alguien sin dignidad. Pero es que ahora que me lo he quitado hay quien me dice que por fin me he liberado. No, que nadie se confunda porque quiero que quede muy claro: soy una mujer libre por mis ideas, no por dejar de llevar el velo.

P. ¿Cómo ha sido ese proceso?

R. Me he liberado porque me he quitado muchas cargas mentales de encima. Hay corrientes feministas que creen que las mujeres occidentales están menos oprimidas porque, en vez de llevar un velo, pueden enseñar las tetas, pero no es así. La libertad no se reduce a una forma de vestir, sino a un cambio radical en tu mente. Cualquier otra cosa me parece de ser extremadamente tonto.

P. ¿Y cómo llevó el hecho de que le quitaran su libertad para elegir marido, si es que lo llegaba a querer?

R. Realmente no me obligaron, pero sí que es cierto que sentí una enorme presión por parte de mi familia y de mi entorno sociocultural cuando cumplí los 18 años. En ese momento yo quería ser el último de los problemas para mi madre y para mis hermanos, así que acepté, porque sabía que si no era ese iba a ser otro, pero que yo no iba a casarme por amor.

P. No parece algo sencillo de aceptar.

R. La mujer fuerte, independiente y transparente que soy ahora vino después, pero en ese momento no lo era. Estaba cargada de miedos e inseguridades. He estado callada durante mucho tiempo: trabajaba 10 horas al día, estudiaba una carrera de Psicología a distancia con la que continuo y, al llegar a casa, se esperaba de mí que fuera una esposa tradicional e hiciese todas las otras labores. Un día todo eso se acabó.

P. ¿Cuándo saltó todo por los aires?

R. Yo, en ese momento, no era ni siquiera mi propia prioridad. Por delante estaban mi hija, mi madre, mis hermanos, mi marido... Pero un día toda esa enorme exigencia que estaba depositada sobre mí, esa violencia psicológica que yo estaba recibiendo, me desgastó tanto y me hizo sentir tan acorralada que decidí que la niña tonta, obediente y manipulable se había acabado. Me divorcié, hice una lista con las cosas que siempre había querido hacer y hasta el día de hoy.

P. ¿Cómo es su relación ahora con la religión?

R. Me gusta que cada uno la viva como le salga de las narices, siempre y cuando respete a los demás. Por mi parte he decidido tomarme al pie de la letra lo básico, que es intentar ser una buena persona. No veo razas, géneros ni religiones, sino personas, aunque, para algunos, ahora soy una pecadora que flipas. Una blasfema.

P. ¿Ha sentido la crítica de la comunidad musulmana?

R. No todos los musulmanes son iguales. No es lo mismo un musulmán de Indonesia que uno de Egipto. Yo me he criado en una sociedad muy machista como es la de Marruecos, pero España también lo era hace 50 años. Hay que darles tiempo para que lleven a cabo el cambio que tanto necesitan.

P. ¿Le sorprendió el odio que se vio en redes sociales durante el partido entre Marruecos y España del Mundial de fútbol?

R. Fue terrible. En vez de aprovechar la oportunidad para celebrar todo lo que nos une y para reconocer el talento de los demás lo que se creó fue una guerra que no existía. Una ola de confrontación repleta de racismo, insultos, odio...Hay mucha mierda en redes sociales, muchas cosas que son inaceptables, pero lo cierto y lo triste es que son un reflejo de la sociedad que tenemos.