Discos de la semana

Pablo Alborán, en un lugar solo para él

El cantante y compositor malagueño entrega ‘La cuarta hoja’, un notable álbum de contornos muy abiertos en términos sonoros, con baladas intimistas, electrónica, dinamismo pop y ritmos latinos

Los nuevos elepés de La Bien Querida, Tesouro y Dezron Douglas, también reseñados

CONCIERTO DE PABLO ALBORÁN

CONCIERTO DE PABLO ALBORÁN / EFE / David Borrat

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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La pandemia complicó el despliegue en los escenarios de ‘Vértigo’ (2020), y no ha tardado Pablo Alborán en alumbrar un relevo. Álbum que insinúa un cruce de caminos: atención a las latinidades electrónicas y al desfile de duetos, tal y como sugieren los tiempos en la arena comercial, y señales del cantautor sentido de siempre, enredado en sus estrofas arremolinadas en las que, como ocurre en ‘Castillos de arena’, se pregunta “qué sabrán los demás el dolor que se siente”.

Alborán sigue igual de intenso y de poco conciso en sus versos, invitando al oyente a interpretarlos como le plazca, lo cual no siempre convence a sus seguidores. Composiciones sobre las ganas de empezar de nuevo, saltarse las reglas o cantar al amor “cuantas veces haga falta”, envueltas en músicas, ahí sí, más certeras e inquietas. Desde el título del disco reclama que dejemos de pasarnos la vida buscando el trébol de cuatro hojas y viene a concluir que ese trébol está en nosotros mismos. Un mensaje poético, o eslogan de márketing, tras el cual reposa el cancionero más variado de su historial, repertorio que desliza un ‘pero’: casi la mitad del álbum, seis de las once canciones, se publicaron como ‘singles’ a lo largo de último año y pico.

Toque de mariachi

Entre ese material conocido hay que hablar del contraste entre el álgido pop con aparato electrónico y suave cadencia tropical de ‘Carretera y manta’ y la encantada trova de ‘Soy capaz’, así como el punzante toque de mariachi de ‘Viaje a ningún lado’ (cita con el mexicano Carín León) y el pop esbelto que cierra el disco, ‘Llueve sobre mojado’ (en la compañía de Aitana y Álvaro de Luna). Y otro dueto con miga, ‘Ave de paso’, compartido con Ana Mena. Temas que fueron ‘singles’ con vida propia y que ahora, reunidos en el álbum, no plantean contradicciones, sino que confirman las amplias miras que rigen a su autor.

También entre las piezas inéditas hay variedad. Se eleva entre todas ellas ‘A batir las alas’, con reflejos evolucionados del Alborán que enamoró hace más de una década luciendo su voz (de muy tenues melismas) y su guitarra española, y que desliza un texto algo más explícito de lo habitual: “No pretendo gustarle a todo el mundo / prefiero los detalles de la imperfección”. Las seis cuerdas vuelven a arroparle en una hermosa rumba, ‘El traje’, mientras que ‘Voraces’, con su ambiente de desamparo digital, parece moverse en ese “no lugar” (ni baladista, ni latino, ni exactamente pop) del que nos habló en este diario hace un tiempo.

Después de todo, Alborán siempre ha estado un poco ahí: trovador amigo del fado y la ‘chanson’, y proveedor de números pop para el Top 10, brillante melodista seducido por los meneos flamencos y tropicales. Esta en un sitio específicamente creado por él, como corresponde a los artistas con aptitudes para trascender. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Después de la niebla (baja) de ‘Brujería’ (2019), Ana Fernández-Villaverde realza colores y ritmos, combinando el romancero clásico y la simpatía synth-pop con un llamativo repertorio de patrones latinos: bachata con metales, rumba deslenguada, ecos de bolero. Preserva su extrema sensibilidad y poder conmovedor, pero se advierte más desparpajo: "A mí lo que no me mata me hace más fuerte, más chula, más fría, más mala, más loca y más guapa", advierte en la desafiante balada 'Como si nada'. J. B.

En su elepé de debut, este grupo que reúne a veteranos músicos de la escena orensana hace honor a su nombre al esconder bajo una evocadora portada de aire ‘vintage’ un tesoro de canciones espléndidas; viñetas de rock clásico con corazón pop que se mueven entre los momentos más melódicos de Los Enemigos (‘Tu mejor disfraz’) y el Paisley Underground californiano de los años 80 (Long Ryders en ‘Los contadores de estrellas’ y Dream Syndicate en la magnífica ‘Aquí conmigo’). Rafael Tapounet

Es imposible escuchar 'Atalaya' y no pensar en, pongamos, el cuarteto de John Coltrane. Es imposible, también, no pensar que ojalá Dezron Douglas y su cuarteto tocaran un día de estos en tu ciudad. En un disco grabado en el estudio que suena como un directo -intenso, cercano, vivo, urgente-, el contrabajista Douglas conecta en la forma pero también en el fondo con el espíritu de la música afroamericana más creativa de los 60 y 70. No es nostalgia, es su verdad. Jazz con mucha hondura. Roger Roca  

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