Crítica de cine

'Ruido de fondo': a la sombra de Don DeLillo

Buena parte del atractivo de la película de Noah Baumbach está en la constancia con la que alterna géneros y estilos a lo largo de todo su metraje

Adam Driver, en un fotograma de 'Ruido de fondo', de Noah Baumbach

Adam Driver, en un fotograma de 'Ruido de fondo', de Noah Baumbach / Netflix

Nando Salvà

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Durante el primero de sus tres actos ‘Ruido de fondo’ se las arregla para mostrarse fiel a la densísima novela homónima que consagró a Don DeLillo en 1985 -sobre el consumismo, la adicción, la desinformación y pánico a la muerte- pero también a la seductora mezcla de vitriolo, neurosis y calidez que Noah Baumbach ya manejó en títulos como ’Frances Ha’ e ‘Historias de un matrimonio’, y por eso sorprende cómo en el segundo acto el director abandona su zona de confort para replicar las convenciones de cierto cine de acción que Steven Spielberg abanderó en los 80.

Lo cierto, en cualquier caso, es que buena parte del atractivo de la película está en la constancia con la que alterna géneros y estilos a lo largo de todo su metraje, del drama doméstico al ‘film noir’ y de la sátira del mundo académico al cine de catástrofes y hasta al musical sonorizado por LCD Soundsystem. El vaivén constante puede generar un aturdimiento similar al causado por el ruido de fondo y, obviamente, de eso se trata.

En su tercer acto, sin embargo, la película pierde parte de su poder de impacto dramático a medida que intenta adquirir hondura emocional, en buena medida porque, mientras pronuncian los diálogos altamente estilizados que DeLillo diseñó, los personajes funcionan sobre todo como construcciones intelectuales. Sus miedos permanecen en el plano abstracto, y anclados a una época que Baumbach contempla con nostalgia, y por tanto se hace difícil compartirlos.