Catarsis posconfinamiento

Pau Vallvé: “Es hora de perdonarnos un poco por nuestras contradicciones"

El músico barcelonés canta a favor del abrazo colectivo y contra el cinismo en su nuevo álbum, titulado ‘:)’, un trabajo asentado en los ritmos participativos y las voces corales que presenta este jueves y viernes en el teatro de L’Aliança de Poble Nou

Pau Vallvé

Pau Vallvé / JORDI COTRINA

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pau Vallvé, en modo diáfano, festivo y sonriente, tanto que el disco lleva por título el impronunciable emoticono ‘:)’, que emite tal felicidad que no sabes si tomártelo en serio. ¿Se está mofando de todos nosotros, señor Vallvé? “No, no, la sonrisa siempre va bien, y el golpecito en la espalda. Llámame naíf, pero no hay sorna en el título”, aclara el músico barcelonés, que presenta su nueva obra este jueves y viernes en el teatro de L’Aliança de Poble Nou.

Y es verdad, el álbum es un no parar de mensajes encaminados a la fraternidad universal y el supino ‘buenrollismo’, a juego con tramas rítmicas propensas a la participación, con sambas callejeras como la que abre el disco, ‘Això ja està’. Ahí, el mensaje es meridiano: “Vinga, va, tornem-nos a abraçar / Ballem com mai, tornem a viure”, canta Vallvé sobre una rueda de percusiones. El segundo tema se titula ‘En positiu millor’ y ahí arremete contra el cinismo y el criticismo de sofá. “Ser sarcàstic és molt guai / Criticar-ho tot d’entrada / et fa semblar interessant / però a la llarga fas molt pal”, entona, de nuevo, sobre una dominadora base percusiva. Lenguaje expeditivo, coloquial, sin licencias poéticas floridas. “Mi misión no es ser un literato, sino hablar tal cual”, argumenta. “Aunque no utilice la versión más pura de la lengua y me digan que me estoy cargando el catalán”.

Cuidémonos más

Este disco, al que podemos llamar “el de la sonrisa, los dos puntos con paréntesis o el de 2022”, lleva más lejos el principio del ‘carpe diem’ ya observado en su predecesor, ‘La vida és ara’ (2020). Si aquel fue fruto del encierro pandémico, este llega “después de la sacudida”, y desliza el mensaje de fondo de que “debemos cuidarnos todos un poco más”.

Para ello, Vallvé ha tirado del hilo de su querencia brasileña y de tramas rítmicas invasivas, con ecos de la Motown, potenciando voces y coros, y colando timbales, palmas, risotadas y ecos de la fiesta de cumpleaños que celebró en plena grabación. Es un disco que ni siquiera tiene la sensación de haber grabado, sino que es el fruto de “jugar y pasarlo bien”. Un canto a la espontaneidad en clave colectiva. “Cuando terminó el confinamiento, me di cuenta de que me obsesioné con escuchar discos en directo o grabados en la calle”, reflexiona. “Y pensé que mis álbumes suelen ser sobrios y que estaría bien trasladar eso al nuevo”.

El estilo como herramienta

El nuevo disco transita un cruce de géneros musicales, incluyendo secuencias de trovador recogido, desarrollando su ideal de llegar al oyente por un carril ajeno al género musical. “Siempre he pensado que en mis discos puede haber bossa nova, una canción cañera, una balada… El estilo es una herramienta. Catalogamos siempre la música por géneros, cuando podríamos hacerlo por valores, actitud, maneras de hacer…” Entonces, ¿qué da identidad a la música de Pau Vallvé? “Creo que lo mío es introspectivo y que hablo de mí como excusa para sacar temas”. Aunque esta vez ha abierto el enfoque contradiciendo “la tendencia al individualismo, ese ‘si tú quieres, puedes’, ‘sé tu propio jefe’, ‘sé productivo’, viendo adónde nos ha llevado”.

Flota cierto desencanto sistémico: Vallvé, barcelonés de 1981, publicó su primer álbum en 2010 y toda su carrera se ha desarrollado en contextos de crisis encadenadas. “En mi generación ya nadie cree en el futuro. Hay una sensación de desamparo”, medita. “Fuimos los del 15-M y ahora te das cuenta de que no puedes ser coherente siempre, y que no pasa nada, porque es imposible". De zanjar la guerra contra uno mismo y dar esquinazo al estrés ideológico va finalmente este álbum, concluye. “Es hora de perdonarnos un poco por nuestras contradicciones, relajarnos y no convertirnos en unos cascarrabias”.

Para la puesta en escena, Vallvé se ha ingeniado un cuarteto con dos baterías. “El canto y los polirritmos, lo ancestral, delante de todo, y yo siendo mucho menos protagonista”, anuncia. “Que este círculo de músicos lo acabe cerrando el público: la gracia es que venga a cantar”.

TEMAS