Pop con algún que otro meneo latino

Melendi, el colega que sigue llenando el Palau Sant Jordi de Barcelona

Jordi Bianciotto

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Melendi se habrá tomado un descanso en 'La Voz Kids', pero sigue bien vivo su entendimiento con audiencias amplias como la que este sábado ha llenado el Palau Sant Jordi, con 18.000 asistentes según la promotora The Project. Noche de colegueo a lo grande con este vecino de al lado que ha crecido a la vista y tiene a bien compartir su proceso de maduración (43 años lo contemplan), ahora a lomos del álbum 'Likes y cicatrices', con su pulla a la tiranía de las redes sociales.

La canción titular ha abierto la noche con versos, como dirían los nuevos planes académicos catalanes, “en proceso de logro”, rimando, por ejemplo, “algoritmo” con “ritmo”, y “nube” con “YouTube”, sobre una base pop-rock frondosa, empastada por siete instrumentistas muy profesionales. Pero hay que decir que Melendi no ha confiado mucho en su nuevo disco, del que solo ofreció otro tema (‘La electricidad’, su dueto con Aitana), antes de comenzar a mirar hacia atrás de modo galopante.

Verse las caras

La obra de su era moderna tiende al pop, con algún que otro meneo latino, pero sus viejas rumbas tiran, incluso las de cuando solía ponerse ‘estopero’, como ‘Un violinista en tu tejado’, que puso en pie de baile el Sant Jordi en alianza con ‘Caminando por la vida’. Melendi como ídolo cercano y humilde: ha celebrado el “pequeño milagro” del concierto tras “la travesía del desierto de este virus”, ha agradecido haber venido a ver a “un cantante que no canta tan bien” y ha insistido en acercarse como fuera al público pidiendo iluminación a los técnicos: “luz, luz, quiero veros las caras, es importante para mí”.

El carpe diem ha sido la máxima, con llamamientos a “vivir el momento” y a no prestar más atención de la indispensable a la “mala noticia de que nos vamos a morir”. Un día u otro, sí, pero no esta noche, amenizada por sentidos números rockeros (‘Calle La Pantomima’), recesos semi-acústicos (‘Sin remitente’) y giros tropicales (‘Desde que estamos juntos’). Más interacción con el público, siempre tratándolo de usted, a lo Ismael Serrano: “¿Quiénes de aquí han tenido más de dos parejas serias en la vida? ¿Y tres? ¿Y cuatro?”. Habría definir “serio”, oiga. Declaraciones de compromiso artístico: “Cuando hago una canción me importa demasiado cómo os llega a nosotros”. Y el espontáneo, de nombre Adrià, atreviéndose a entonar con notable pericia ‘Destino o casualidad’.

Otra voz, esta de plantilla, la de Neus Ferri, alicantina de Alcoi, tuvo su merecido momento de foco cantando la primera estrofa de ‘Tocado y hundido’, uno de esos temas de su rama caudalosa, como ‘Cenizas en la oscuridad’. Piezas un poco sabinianas, aunque ahí la palma se la llevó ‘Canción de amor caducada’.

Sí, Melendi arrastra toda una tradición de cantautoría urbana, tocada por versos con halo sincero, como los que consumaron la sesión: ‘La promesa’, ‘Yo me veo contigo’, ‘Cheque al portamor’… Y el suyo es un éxito que nos recuerda que la noción de prestigio es vidriosa y que la música, a veces, se expresa y comunica más allá de los confines del pentagrama.