Cómic
Liv Strömquist: "Hemos dejado entrar a Gran Hermano en nuestra intimidad"
La dibujante y activista sueca presenta 'La sala de los espejos', un nuevo ensayo gráfico sobre la esclavitud de los cánones de belleza en la era de Instagram
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
De la madrastra de Blancanieves a la última sesión de fotos de Marilyn Monroe pasando por la obsesión con su imagen de la emperatriz Sissi, o del mito bíblico de Jacob, Raquel y Lea, a la actividad como ‘influencers’ de Kylie Jenner o Kim Kardashian. Todo ello salpicado de reflexiones de filósofos o escritores como Byung-Chul Han, Eva Illouz, Susan Sontag, Zygmunt Bauman o Simone Weil. La autora y activista sueca Liv Strömquist (Lund, 1978) vuelve con un nuevo ensayo en cómic, ‘La sala de los espejos’ (Reservoir Books / Finestres), donde se pregunta sobre la esclavitud a la que los cánones de belleza nos condenan en la era de Instagram.
"Desde la Edad de Piedra ha existido interés por la belleza del cuerpo humano pero en los últimos 20 años, sobre todo con los teléfonos móviles, todo el mundo se saca fotos y las cuelga en todas partes. Y elegimos las que estamos más guapos para decir: ‘yo soy así’", explica la dibujante, de visita en Barcelona.
Está "absolutamente" de acuerdo en que a través de internet "hemos dejado entrar a Gran Hermano en nuestra intimidad". "Cuando llegaron las redes sociales fue algo positivo: la gente conectaba con antiguos amigos... pero hoy tenemos la sensación de que han empezado a dominarnos y que marcan la forma en que nos relacionamos. Hay cuatro empresas en Silicon Valley que sabemos que recaban nuestros datos y aún así se los damos y exponemos nuestras vidas. Y seguimos sin entender las consecuencias de esta revolución que no sé adónde nos llevará".
Pese a los toques de atención que lanza, Strömquist tiene cuenta en Instagram. "De ahí ha salido este libro, de ver que ahí la gente publica, sobre todo, selfis en los que aparecen guapos y guapas”. De joven, admite la dibujante, también cayó bajo la dictadura de la belleza. "Igual que mis amigas o las mujeres de mi familia, tenía obsesión por el peso, la belleza, con mi aspecto. Sentía una presión por estar guapa. Las chicas podían interesarse por un chico feíto si era divertido, pero una chica fea y divertida no atraía a los chicos. Era injusto. Lo principal era ser guapa, si además eras inteligente, perfecto, pero la primera exigencia era ser atractiva. Hoy, con casi 45 años, no quiero dedicar tanto tiempo y dinero a mi apariencia".
"Es una forma de engañar a las mujeres que está aumentando: las industrias de la moda, la peluquería o las asociadas a hacer régimen y ejercicio explotan nuestra obsesión por la apariencia", opina.
Para Strömquist, un selfi puede crear una dependencia de los ‘me gustas’, una necesidad de aprobación por parte de los demás. "Es como si pidieras a la gente que les caigas bien, que les gustes. Puede percibirse como algo vulgar. No es una manera normal de relacionarse con los demás. Todo lo que cuelgas, incluso si es una imagen de ti triste o llorando, es para que la gente diga ‘me gusta’".
Veterana del ensayo gráfico
Es una veterana del ensayo gráfico. ‘El fruto prohibido’, sobre la historia cultural de la vulva; ‘Los sentimientos del príncipe Carlos’, sobre los mitos de los roles masculino y femenino, o el reciente ‘No siento nada’ (2021), sobre el amor hoy día. "Primero escribo el texto y luego voy dibujando. No sé hacerlo de otra forma. Para mí el texto es lo más importante, luego dibujo muy rápidamente, ni siquiera hago esbozos", cuenta hojeando el volumen, donde predomina la letra. "Mis libros atraen a lectores que no son los tradicionales de cómic", añade.
En ‘La sala de los espejos’ muestra cómo "la belleza puede ser a la vez un instrumento de poder y una maldición". Ahí está, por un lado, el empoderamiento de Kim Kardashian controlando qué imagen da en los selfis que cuelga en Instagram, y por otro, cómo Sissi vivió cautiva de su belleza y prohibió fotos y retratos que pudieran mostrar cómo envejecía. "No es negativo disfrutar de la belleza, rodearse de cosas bonitas es humano. Peor a Sissi le daba miedo que la gente ya no la viera guapa. Antes, eso solo pasaba entre los famosos, hoy, con tanta exposición en redes, puede pasarle a cualquiera".
El último ‘post’ de Instagram que ha colgado Strömquist no tiene nada que ver con la belleza. "Es de un cómic que escribí hace 14 años, donde bromeaba con que los niños eran cada vez más conservadores. Lo colgué ante el resultado de las elecciones en Suecia, con el avance de los partidos conservadores y la extrema derecha. En las escuelas, los jóvenes también votaron. No contabilizan pero se hace para ver la tendencia. Y era conservadora...”. Especula con dos posibles causas: "La historia oscila como un péndulo y puede ser la reacción de los hijos a sus padres progresistas" pero, sobre todo, lo achaca a que "los partidos populistas y de ultraderecha han sabido llegar a los jóvenes con mensajes de ‘influencers’ en Tik Tok, Youtube…, mientras que los de izquierdas no han sido tan activos en esas plataformas y siguen exponiendo sus mensajes en periódicos. Pero los menores de 30 años no leen periódicos"...
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