Entrevista

Joe Crepúsculo: “Las canciones son cosas extrañas”

El músico de Sant Joan Despí actúa este sábado en el ciclo Monumental Club, en la plaza de toros, y anuncia la reedición de su último álbum, ‘Trovador tecno’, ampliado con material inédito

El cantante Joe Crepúsculo, el alias de Joël Iriarte Parra.

El cantante Joe Crepúsculo, el alias de Joël Iriarte Parra. / Jessica Towers

Jordi Bianciotto

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Su ‘Trovador tecno’, que salió el pasado abril, se reedita en versión ‘deluxe’ con un tema inédito y tres remezclas (saldrá el 16 de septiembre). ¿Qué le mueve a lanzar esta nueva versión del álbum?

La versión ‘deluxe’ es una cosa muy de ahora: como el tiempo pasa muy rápido y al cabo de una semana parece que haya pasado un año, es una manera de darle una segunda vidilla al disco. Igual mucha gente no se enteró cuando salió, porque estaba escuchando el álbum de Rosalía, lo cual es normal.

La canción nueva se titula ‘Barcelona’. ¿Por qué el estribillo dice “bienvenido a Barcelona, una ciudad que crece, pero no se desborda”?

Porque crece con contención, aunque depende del momento, con el turismo sí que se desborda un poco.

¿Cómo ve Barcelona desde su actual residencia en Madrid?

Desde la distancia. En 2011 o 2012 me fui de Barcelona a Mallorca y luego a Madrid, y cuando vuelvo a Barcelona, mi punto de vista es de quien viene de fuera. Mi visión no es completa. Sé que se habla del turismo incontrolable y de que quizá Barcelona haya perdido el liderazgo cultural, pero yo, sinceramente, voy a tocar y a ver a mi padre, y no sé muy bien. Quería dedicar una canción a Barcelona, porque cuando voy me lo paso bien. Es un himno a mi ciudad natal, una ciudad que yo quiero. No tiene porqué expresar nada bueno ni malo. Las canciones son cosas extrañas.

¿A qué se refiere?

Siempre veo la canción como una flor que está metida dentro de un cristal. No te deja expresar del todo bien. Son cuatro frases que dices. ¿Quién tiene la capacidad de escribir algo ahí?

El suyo es un ‘tecno’ sin hache. ¿Queda lejos la escuela de Detroit de Jeff Mills y compañía?

Lo que yo hago es música pop, con unas estrofas y un estribillo, aunque algunas canciones tiendan al bakalao o tengan una base flamenca. Pero eso son etiquetas en las que la gente ni siquiera se pone de acuerdo.

¿Y esos tres ‘remixes’, cree que llevan el disco a otra dirección o los ve más bien como ‘bonus tracks’?

Están ahí para dar opción a gente ajena al disco para que dé su enfoque. El ‘remix’ es dejar entrar a alguien en tu casa y que te revuelva las cosas o te decore una habitación. Da al disco otra perspectiva. Me chifla lo que hace, por ejemplo, Putochinomaricón, que la llevado el tema a algo más chulo, a lo PC Music.

¿Qué es para usted un trovador y qué le gusta de esa figura?

Alguien que utiliza la música de una manera popular, yendo de pueblo en pueblo tocando las canciones con la guitarra y contando historias que se convierten en algo oral. Veo esa referencia al trovador antiguo. Me gusta coger una cosa medieval y otra futurista en un ambiente como apocalíptico, como si hubiera habido un cataclismo eléctrico y el trovador fuera por ahí cantando ‘El ritmo de la noche’ con un acordeón.

¿Le han influido los cantautores?

Claro, a mis padres les gustaban desde Dylan hasta Aute. Los llevo marcados a fuego. En este disco hay un guiño a Dylan: la melodía de ‘Pensar el tiempo’ es paralela a la de ‘Hurricane’.

El álbum desprende un halo de desenfreno pospandémico. ¿Sigue siendo oportuno ahora que el mundo se ha vuelto a enrarecer?

No sé hasta qué punto es todo tan diferente. Pensábamos que cuando saliéramos de la pandemia íbamos a estar como antes; no nos imaginábamos la guerra, la crisis, el problema de la energía y todo eso. Es verdad que el mundo ha seguido hacia adelante. Ha sido uno de los veranos más bestias en cuanto a festivales y conciertos. Vivimos en un presente en el que tenemos miedo continuamente. Creo que les interesa estar todo el rato metiéndonos miedo: ojo, que viene la guerra, cuidado con el invierno… No paro de ver noticias así. Parece que tengamos que tirarnos por la ventana todo rato. Ponernos en un estado mental de miedo les va bien para tenernos controlados.

¿A quiénes?

Están los chalados de las conspiraciones, pero obviamente está quien manda, los medios de comunicación, las grandes empresas, la gente que vende los productos que compramos.

Uno de los temas del disco, ‘El tren de la bruja’, habla de eso: “hay que tener miedo a tener miedo”.

Es eso. A veces, el miedo nos paraliza y nos impide hacer lo que realmente queremos hacer.

¿Ha logrado vivir superando ese miedo?

Me encantaría decirte que sí, que soy una persona superguay, pero no, todo eso me da miedo y me paraliza. Igual para estar preparados habría que haber vivido una guerra o momentos muy difíciles. Hay una idea que vaga por ahí: que hemos llegado a un punto culminante de estabilidad a partir del cual todo va a decaer. Es desconcertante.

Decía que este había sido uno de sus veranos “más bestias” en materia de actuaciones. Pues menos mal.

La primavera lo fue con los conciertos en sala, y el verano, con los festivales: hemos tocado en Wamp Up, Sonorama, Low… Es bonito ver que haya tantos, y que va habiendo cambios. Estamos viendo un cambio generacional en el público y en las cosas que van saliendo, y eso me gusta.

¿Vaticina que se meterá en el trap cualquier día de estos?

Hay una ruptura ahí, un lenguaje nuevo, aunque el trap ya lleva muchos años. Pero al mismo tiempo sigue habiendo un rock y un punk muy parecido al que se hacía antes. Pero el trap me lo miro de lejos. Me parece muy bien, pero no creo que nunca trapee. No me veo con esta chaqueta.