Primavera Pro
John Waters, una apología del exquisito mal gusto musical en el CCCB
Con la complicidad de Samantha Hudson, el director de 'Pink Flamingos' repasó algunos hilarantes retazos de su autobiografía como aficionado a la música
Rafael Tapounet
Periodista
El cineasta, escritor, actor, monologuista, artista visual y esforzado paladín del mal gusto John Waters (Baltimore, 1946) pasó por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) invitado por el Primavera Pro para departir durante una hora con la cantante, activista y ‘celebrity’ Samantha Hudson. La conversación debía girar supuestamente en torno a la formación del gusto musical, pero muy pronto quedó claro que el tema era un mero pretexto para poner en escena una charla loquísima sobre los asuntos más variados, desde la calidad de la música que suena en los bares gays hasta los límites del humor, pasando por los sujetadores que usaba Divine y la diferencia entre “autoviolación” y “masturbación extrema”.
Ataviado con una combinación imposible de americana de camuflaje y pantalones rojos, el hombre que llevó a la pantalla la versión más inmunda jamás vista del 'Surfin' Bird' de los Trashmen deleitó a los fans que abarrotaban la Sala Teatre del CCCB con algunos hilarantes retazos de su autobiografía musical: su niñez pegado a la radio escuchando música negra (“en Baltimore todo el mundo escuchaba música negra; hasta los racistas lo hacían”); el epifánico descubrimiento de esa “música de delincuentes juveniles” llamada rock and roll; su afición a las llamadas ‘novelty songs’ o canciones banales sobre temas de actualidad (“es una pena que se haya perdido la tradición de las ‘novelty songs’; ¿por qué no hay una canción que diga ‘tú eres mi chica covid’ o algo así?”), y el advenimiento del punk.
“La llegada del punk hizo que me interesara de nuevo por la música contemporánea”, apuntó Waters, que desde hace años ejerce de maestro de ceremonias en un festival de punk rock llamado Mosswood Meltdown que se celebra en Oakland. “El problema del punk es que los músicos se han hecho mayores, son casi de mi edad. Se siguen tirando desde el escenario, pero ahora están gordos y el público los deja caer. Ya no puedes saber si son skinheads o simplemente están calvos”, relató entre las carcajadas del público.
Homenaje a Little Richard
Waters, cuyo característico bigotillo nació como un homenaje a Little Richard (“cuando en casa sonaba ‘Lucille’, la porcelana temblaba y mis padres se asustaban de verdad; yo lo adoraba por eso”), reconoció tener un gusto musical muy variado que abarca desde la música clásica y la ópera hasta el hip-hop. “En realidad, no hay ningún género que no me guste”, señaló, antes de asegurar que los placeres culpables no existen ni en la música ni en el arte. “Si algo te gusta, ¿por qué vas a sentirte culpable? ¿Porque a tus amigos no les gusta? ¡Que les den!”.
Samantha Hudson, que condujo la conversación con divertido desvarío y su “inglés de Magaluf”, preguntó al director de ‘Pink Flamingos’ qué canción le gustaría que sonara en su funeral. Después de dar una respuesta (eligió dos: ‘Happy Go Lucky Me’, de Paul Evans, que suena en su película ‘Pecker’, y ‘The Joker’, de Billy Myles), el cineasta contó una impagable anécdota sobre la cantante alemana Nico (fallecida en 1988): “Un día le pregunté si cantaría en mi funeral y me respondió, muy seria: ‘No lo sé. ¿Cuándo te vas a morir?’”.
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