ASUNTOS PROPIOS

Samantha Hudson, cantante y celebridad: "Abrazar el fracaso es un acto de valentía"

Estrena en el Sónar 2022 el 'show' 'Liquidación total por cierre', el 17 de junio

S. Hudson 2 / Contra

S. Hudson 2 / Contra / David Castro

Núria Navarro

Núria Navarro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es cantante, celebridad multimedia, activista queer y disolvente de juicios a priori. Samantha Hudson –22 años, nacida en León y criada en Mallorca– tiene una inteligencia natural desarmante. Según quien tenga delante –los convencidos de su superioridad moral lo llevan claro–, ella performa. La 'reina de los bajos fondos', como le divierte coronarse, estrenará en el Sónar 2022, el 17 de junio, un 'show' exclusivo (y 'ravero') de su gira 'Liquidación total'.  

Si abrimos su cerebro, ¿qué vemos?

Un 50% de absurdo y un 50 de rigor y templanza. No tolero no tener el control de la situación. Para mantenerlo, a veces me adapto al medio y otras, abrazo el caos. Ser tan espontánea es una decisión muy premeditada. Hay que ser lista para hacerse la tonta. 

Difícil llevar siempre las riendas.

En realidad es un ejercicio muy simple: cuando te exigen 'A', tú das 'B'. En un contexto en el que se supone que debo ser divertida, me entrego como una intelectual.

"Ser tan espontánea es una decisión muy premeditada"

Requiere agilidad. Pensar que pasó de los 13 a los 18 años entregada a la fiesta...

Tuve un contexto familiar favorable. Mi hermano mayor es homosexual y me allanó el camino a mi autodeterminación. Y mis padres, que no entendieron de qué iba la movida desde el minuto uno, sí me permitieron el lujo de ser quien quería ser. Todo me preparó para ese simulacro de la vida que es la adolescencia y me dejó unas cuantas horas al día para plantearme cuestiones e intentar buscar respuestas.

Hay mucha lectura detrás, claro.

La verdad es que odio leer. Tengo afantasía, una incapacidad para visualizar imágenes solo con la mente. No puedo imaginar un paisaje ni recordar una foto, y me frustra mucho no visualizar lo que leo. Así que busco información en internet y, sobre todo, comparo perspectivas con amigas. La lectura del entorno, en su mayoría, parte del yo.

¿Un yo que sale de Iván González para entrar en Samantha Hudson, y viceversa?

¡Yo no me muevo de sitio! O quizás me muevo tanto que ya no hay un sitio delimitado. Para mí, la dicotomía Iván/Samantha es caer de nuevo en una cárcel, ser una esclava del binomio. El punto de mi discurso –y el de mi generación– es el sincretismo, la disolución del límite. Ya no tienes que esforzarte en destilar tu carácter para entrar en una categoría con el fin de que la gente pueda saber con quién está tratando. A mí lo que gusta es pasármelo bien.

"El punto de mi discurso –y el de mi generación– es la difuminación del límite"

¿Cómo lo pasa bien?

La gente tiene una visión histriónica de mí –que es acertada–, pero soy una chica sosegada. Disfruto limpiando, cocinando, yendo de picnic y bailando hasta echar los pulmones.

¿Eso es ser moderna?

Ser moderna es protagonizar la época en la que vives. Por eso me gusta ser la mártir de mis propias pasiones. Pero lo más moderno, lo más punky, es ser una tía majísima, una persona empática que otorgue a los demás el privilegio de ser ellos mismos.

"Mi madre es 'kelly' y mi padre, albañil. Un arquetipo proletario de manual"

En el instituto no se lo otorgaron. Presentó un audiovisual, 'Maricón', y la excomulgaron.

Se me señaló como hereje y procaz, como alguien que desafiaba el orden establecido, pero nadie prestó atención al orden establecido.

En usted lo personal es político. ¿La disidencia le viene de serie?

Mi madre es 'kelly' y mi padre, albañil. Un arquetipo proletario de manual. Por eso me hace gracia cuando los machos del obrerismo de mono azul me reprochan ser un instrumento del sistema. Me ven burguesa, y nada más lejos de la realidad. En las cenas de Nochebuena, en los que se suele hablar de acumular capital, yo soy el punto de discordia.

Detesta las banderas. ¿La del arcoíris también?

¡Esa me gusta porque soy pizpireta! Y no es igual ondear la de una nación que se empleó para coartar las libertades de los colectivos vulnerables. Pero la respuesta no es simple. El punto de "todas a una" porque tenemos algo en común me parece peligroso. ¿Qué sororidad, por ejemplo, puedes tener con una mujer en la cúpula que te precariza? Lo LGBT tiene que estar mediado por una conciencia clase, que haga que esa cuestión concreta tenga sentido.

¿Y a la vida qué le da sentido?

Contra todo pronóstico, encuentro mucha paz en pensar en la muerte. Es una manera de entender que has perdido en el vivir. Si eres consciente de que quizá no llegas a ningún lado, que te puede atropellar un camión cisterna al salir de casa y aún así eres capaz de levantarte cada mañana, ganas. Abrazar el fracaso es un acto de tremenda valentía.

"Me atemorizan los cuerpos de seguridad del Estado"

Muy revolucionario.

Lo revolucionario es escuchar tu propio ritmo. Hay que pensar no tanto en lo que quieres, sino en lo que necesitas.

¿Nada le asusta?

Me atemorizan los cuerpos de seguridad del Estado. La policía es una institución que sirve a las elites y puede tomar cualquier represalia contra mí en nombre de la ley.

Suscríbete para seguir leyendo