Opinión | Periféricos y consumibles

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

El camino que lleva a Bel Air

Chiquito de la Calzada

Chiquito de la Calzada / EPC

Ya se han apagado las voces y los ecos del manotazo duro, del golpe de lado, del hachazo imprevisible y comicida, del guantazo brutal del men in black que casi derribó a Chris Rock by the face. Pero el tío se mantuvo firme como su apellido: apenas un aspaviento, un uy descafeinado, una mirada incrédula y estrábica. Después del cisco machirulo, los cómicos han visto las orejas al lobo, y se piensan los chistes dos veces para que no sean demasiado sebáceos, y si es necesario se recogen en sus guaridas como Chiquito de la Calzada volvía a sus guarreridas. Y los Gargantúas y las gargantas profundas, antes tan crueles como pantagruélicas, se tapan en el burladero como los banderilleros cabales, y se retiran a verlas venir no sea que se escape un soplamocos y les acierte en mitad de una rutina.

Los cómicos se atrincheran y las cómicas sirven de modelos para publicidad aun sin saberlo. Un anuncio recrea la escena en que Whoopi Goldberg se reúne por primera vez con el fantasma de Patrick Swayze en 'Ghost', incapaz de entender los poderes de los que siempre ha venido alardeando a pesar de saber que eran una ficción interesada. Pero en el interdiscursivo anuncio, la fake Whoppi es una psiquiatra ―apariciones freudianas, jungianas o lacanianas, pues― y los que están atrapados en cuerpos ajenos son unos conocidos y bilabiales dulces muy coloristas rellenos de chocolate. Vivimos en el reino de los fantasmas, de los sueños, de las apariciones. Si de lo que se trata es de camuflar la verdad, de dar gato por liebre, Seinfeld y no mires con quién.

Y hablando de gatos y de liebres, paso estos días pre-feria del libro trazando el perfil algorítmico casero del escritor ideal. Desde el más absoluto desconocimiento de las razones que tiene el corazón cibernético y el más absoluto desapego al método científico. A mi manera, my way. Revisando currículos y notas de prensa. Fajas promocionales y fichas libreras. Publicidades varias. Tratando de encontrar un patrón, un padre patrón, una mater material o dolorosa (todavía dura en mis meninges y en mis pupilas gustativas el incienso de una semana santa en la que vi a dos niños ―él y ella― comerse una gofre-polla o polla-gofre recién comprado en La Polloteca™, mientras veían pasar la procesión con un mini paso de un mini ecce homo llevado en mini andas por mini cofrades), un hijo pródigo o prodigio, un espíritu, aunque fuera de época. Lo más cercano que he encontrado es un currículo que decía: “Acumula más de medio millón de seguidores en Instagram y es autora de dos libros sobre suelo pélvico”. O sea, que algo de ritmo sí que había

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