Novedad editorial

Maternidades tabú, en la nueva novela de Laia Aguilar

La ganadora del Pla 2020 gracias a 'Pluja d'estels' vuelve con 'Les altres mares'

Laia Aguilar, tras ganar el Pla en 2020.

Laia Aguilar, tras ganar el Pla en 2020. / TONI ALBIR

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La escritora Laia Aguilar, ganadora del Premi Pla 2020, regresa a las librerías con 'Les altres mares', una novela en la que aborda "tres tipos de maternidad no reconocida" a través de historias que tratan sobre el duelo perinatal, el reconocimiento de la madre y la gestación subrogada, con un caso de vientre de alquiler en Ucrania. Con ella, señala, homenajea a "mujeres de las que nadie habla, invisibilizadas".

Aguilar empezó a escribir esta historia antes de 'Pluja d'estels', con la que ganó el Josep Pla, después de que una amiga suya "viviera el dolor de perder un hijo estando embarazada", un tema "sobre el que pesa el silencio social, una suerte de tabú".

Sin embargo, aparcó el manuscrito y no fue hasta hace poco que volvió a iniciar su escritura, con tres mujeres protagonistas, "no madres", a pesar de que hayan vivido cada una de ellas, a su manera, la maternidad.

Publicada por Columna (y por Destino en castellano) con la mirada puesta ya en Sant Jordi, en 'Les altres mares' el lector conocerá a Emma, una mujer en la cuarentena, quien en su octavo mes de embarazo perderá a su hijo, y a Jhanet, una chica de 15 años, criada por su abuela en Bolivia, quien un día decide viajar hasta Barcelona para reencontrase con su progenitora, que se dedica a cuidar a los hijos de otros.

Asimismo, el relato pone en el foco en Natalka, una ucraniana que vive con un hombre violento que la presiona para que haga de 'vientre de alquiler', sin que ella esté nada convencida, pero necesita el dinero y acabará cediendo. Aunque parezcan historias separadas, como ya ocurre en otras novelas de Aguilar -autora de la celebrada 'Wolfgang (extraordinari)'- acabarán confluyendo.

Ricos y pobres

Cada uno de estos casos, uno a partir de una amiga, otro tras leer una noticia en el periódico y otro que es totalmente ficcionado, le sirve a Aguilar para poder reflexionar sobre la maternidad, sin obviar las "diferencias entre ricos y pobres".

La autora barcelonesa defiende que la joven que se convierte en vientre de alquiler para una pareja irlandesa "lo hace por necesidad, igual que la mujer boliviana que deja a su hija en su país para ir a otro a cuidar a los hijos de otras personas", informa Efe.

En el caso de Emma, la madre que pierde a su hijo estando embarazada, apunta que incide en el hecho de que forma parte de un grupo a cuyas integrantes se les dice: "tranquila, no pasa nada, pero ellas quieren recordar a ese hijo que tenían en su vientre".

Ucrania y los vientres de alquiler

No obvia que, cuando empezó a escribirla, Ucrania no estaba de "rabiosa actualidad", ni nadie podía imaginar que se encontraría en guerra, coincidiendo con la publicación del libro. En todo caso, si creó a este personaje fue porque en sus indagaciones para preparar la novela, descubrió un "elemento que me impresionó y es que en este país, muchas agencias en sus contratos con los padres contratantes contemplan el derecho de que estos puedan suspenderlos si los niños han tenido algún problema durante el embarazo, lo que me parece muy bestia". Esta historia se inspira en una noticia en los medios sobre parejas que habían decidido dar marcha atrás porque el bebé gestante tenía algún problema de salud --un tratamiento de los niños "puramente comercial", ha lamentado-- y se preguntó que sucedía con estos recién nacidos y qué vinculo se puede llegar a establecer con la madre gestante, informa Europa Press.

Historia con luz

Considera Aguilar que, a pesar de la temática, es una "historia que tiene luz", especialmente, porque ha buscado que haya ternura. En los capítulos protagonizados por Emma, "hay un instinto reparador, el mensaje de que a pesar de haber pasado por momentos muy difíciles, también es posible la superación y que hay manera de continuar recordando al hijo no nacido".

La parte en la que Natalka toma la voz es la constatación de que en todo lo relacionado con los vientres de alquiler "hay un vocabulario lleno de eufemismos, un lenguaje muy edulcorado para no hablar de realidades muy duras". También muestra, como, a pesar de que no quiere la criatura que está gestando, "se va creando un vínculo".