Crítica de música

Nicola Cruz, chamán de las Nits del Fòrum

El músico ecuatoriano alimentó a los ‘clubbers’ añorados de tiempos mejores con una aventurada sesión de música electrónica con pulsiones latinas

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A1-123695339.jpg / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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La promesa de una noche frente al mar bañada en una música electrónica con sutiles pulsiones latinas y cierta fantasía mágico-ancestral llenó este miércoles el recinto dispuesto en el Parc del Fòrum, con 2.500 personas atraídas por las artes de Nicola Cruz. Este músico, ‘dj’ y productor ecuatoriano, nacido en Limoges (Francia), lleva un tiempo sumando amplias adhesiones, como se vio en sus repetidos pases en el Sónar y en su concurrida noche en Razzmatazz, hace ahora dos años.

El formato escénico de Cruz es el del ‘dj set’, con lo cual la noche basculó en torno a su púlpito de chamán, la tribuna desde la que procedió a suministrar sus cadencias de bombo y fantasía ante un auditorio que se dispuso en dos secciones muy distintas, casi dos mundos: el que bailaba (ante su silla, o más o menos) y el que seguía la actuación a distancia desde la zona de bares y restauración. Dada la práctica ausencia de espectáculo y la naturaleza envolvente y repetitiva de la música, usarla como ‘ambient’ para un episodio de vida social no era descabellado. Se respiraban aires de reencuentro vacacional en esta cita del ciclo Nits del Fòrum, que afronta para este mes un cierre de temporada con nombres como Bad Gyal, Derby Motoreta’s Burrito Cachimba o Los Planetas.

Sin complacencias

Los clubs siguen cerrados y el pase de Nicola Cruz fue lo más parecido que hoy nos podemos permitir a las alegres madrugadas en trance. Él llama a lo suyo ‘música electrónica contemporánea’, y juega con la fricción entre el techno robusto y el pellizco minimalista, y como se observó sobre todo en la segunda mitad de la actuación, entre el tejido sintético y las pistas de instrumentos tradicionales, mayormente sudamericanos. Con todo ello construyó en el Fòrum una secuencia de música sin interrupciones y poco complaciente, porque Cruz se situó a las antípodas del ‘grandes éxitos’ y puso en foco en el material nuevo, todavía inédito, con apenas algunas citas a grabaciones como el epé ‘Subtropique’, lanzado a principios de año.

Líneas de graves robustos en el bloque de bienvenida y entreabriendo luego la puerta al exotismo, con esos bucles de flautas andinas (el ‘siku’, que dio título a su último álbum, de 2019) y timbres de marimba cabalgando sobre cadencias con vistas a la cumbia y el reguetón. Aunque ahí subió la tensión rítmica, Cruz no llegó a consumar el clímax y dejó al Fòrum con ganas de bis cuando bajó el telón después de hora y media justa, dejando atrás un amago de lluvia y el espejismo de una sesión de club sin club.