LO QUE NO SABÍAS DE...

Anécdotas de la violenta 'Hombre muerto no sabe vivir'

Las peleas (muy abundantes) no estaban coreografiadas y se diseñaban cada día en el plató

El Porsche que aparece en el filme fue destrozado por un turista el día después del rodaje

El director, Ezekiel Montes, se jugó la vida en varias escenas peligrosas

muerto obrir

muerto obrir / JAVIER LIZÓN / EPC

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Acaba de llegar a las pantallas una de las películas más brutales del cine español reciente, Hombre muerto no sabe vivir, que provocó la esperada división de opiniones durante su reciente paso por el Festival de Málaga. Es el debut en el largometraje del realizador malagueño Ezekiel Montes que ha contado con un espléndido reparto encabezado por veteranos como Antonio Dechent, Manuel de Blas, Nancho Novo o Pepe Tous junto a jóvenes como Rubén Ochandiano, Jesús Castro o Elena Martínez. Un filme repleto de escenas sangrientas, tiroteos y acción.

La trama se centra en Tano, el hombre de confianza de Manuel, que domina el narcotráfico en la costa andaluza, pero ya no tiene el control de la zona como antes. Además, su hijo Ángel pretende convencerle para que acceda a introducir una nueva droga que tiene unos efectos muy perjudiciales pero que les reportaría muchísimo dinero. Cuando unos desconocidos les roban uno de sus cargamentos la situación se complicará y la tensión irá en aumento. Una espiral violenta que arrastrará a unos y otros. El rodaje del filme no fue fácil al tratarse de una película con un presupuesto ajustado y escenas difíciles, por lo que estuvo repleto de anécdotas. El director asegura que “todos los días eran una puta locura y me despertaba pensando: A ver qué monstruo me encuentro”. El cineasta nos explica muchas otras curiosidades de su opera prima.

-Un título tardón. “El título de la película aparece a los 16 minutos. Tuve que pelear mucho para meterlo ahí porque a todo el mundo le parecía que entraba muy tarde. Pero yo tenía claro que no podía entrar hasta que el espectador no viera lo que sucede en la escena anterior”.

-¿Qué quiere decir? “Hace referencia a este tipo de personajes que están muertos en vida y ya se están dejando ir. Es la generación de los papeles que interpretan Dechent, De Blas o Tous, que saben que ya ha pasado su tiempo y no van hacer nada más importante".

Antonio Dechent interpreta a uno de sus personajes cuyo tiempo ya ha pasado.

Antonio Dechent interpreta a uno de sus personajes cuyo tiempo ya ha pasado. / DYP COMUNICACIÓN

-La inspiración. “El tema de una nueva droga que provoca el enfrentamiento entre padre e hijo puede recordar al Padrino pero no lo hice conscientemente. Sí que es cierto que tiene ese poso de Marlon Brando retirándose. En el fondo, la verdad es que todo está ya inventado pero mi principal inspiración es Shakespeare, es un tema habitual en sus obras, el triángulo entre el padre, el hijo que le gustaría tener y el que realmente tiene. También lo han tratado otras películas como Camino a la perdición o Promesas del Este”.

-¿Mejor solo o acompañado? “Cuando rodé la secuencia del plano aéreo sobre la mansión de Manuel tenía pensado utilizar los efectos digitales para mostrar que vive en solitario en lo alto de una montaña desde la que puede ver toda la ciudad. Planeaba eliminar las construcciones que hay allí, pero en el montaje me di cuenta de que quedaba mejor así, como si se hubiera hecho 20 años antes cuando nadie se atrevía a hacerse una casa al lado, pero dos décadas después la zona está en expansión y están construyendo justo enfrente. Era un ejemplo de cómo ha perdido gran parte de su poder y ahora el sitio es otra cosa”.

Rodaje de una de las escenas que tiene lugar en la mansión de Manuel.

Rodaje de una de las escenas que tiene lugar en la mansión de Manuel. / EZEKIEL MONTES

-Corta y pega. “En la película hay varios tiroteos pero lo más curioso es que casi nunca estaban todos los actores juntos, ni siquiera en la escena final. Se rodaron en varios días y no siempre los teníamos a todos. Por ejemplo, en la escena del faro nunca coincidieron Dechent, Tous y Novo, en algunos planos son dobles o están falseados”.

-Improvisando peleas. “El rodaje estuvo repleto de complicaciones porque no estaban coreografiadas las peleas. Decidía el guion técnico el mismo día y en el lugar de rodaje. Te dirán que es imposible y muy loco, y es verdad. Hablaba con los actores veía de dónde veníamos y a dónde íbamos porque los personajes van cambiando y se van pegando más al actor, si era mejor que estuviera sentado o de pie, si debía alejarse o acercarse. No tenía un storyboard ni ningún tipo de guion gráfico. Llegaba y decidía cómo hacia la planificación al momento. Puede parecer que estaba todo organizado, que teníamos un gran presupuesto, pero ¡qué va!, es una peli independiente”.

El Porsche que utilizaron en la película apareció destrozado al día siguiente.

El Porsche que utilizaron en la película apareció destrozado al día siguiente. / EPC

-Un Porsche destrozado. “La última escena que rodamos con el Porsche fue la del polígono con Rubén, Dechent y las prostitutas. Terminamos el rodaje a las 6 de la mañana y devolvimos el coche a las 8. A las 9 y media recibí un mensaje de Whatsapp que me despertó. Lo abro y veo una foto del Porsche destrozado. Se lo habían alquilado a un guiri que iba a toda velocidad y se estrelló en una rotonda. Menos mal que habíamos acabado de rodar todos los planos porque era muy difícil conseguir un vehículo igual y teníamos o que cambiar el coche sabiendo que habría un fallo de raccord (continuidad) o volver a repetir todas las secuencias con otro distinto”.

-Salvado por los pelos. “Hago un cameo en la película haciendo la noria con una pelota. La hice seis veces sin fallar y eso que iba con zapatos y traje, pero no me costó demasiado porque he jugado al fútbol toda mi vida. Pero viví un momento muy peligroso. En esa escena había un Porsche que salía marcha atrás cuesta abajo y después aceleraba. Nos daba miedo estropear el coche porque el asfalto era muy irregular. El dueño se ofreció para conducirlo él para que no hubiera problemas. En el momento de acelerar, los jugadores nos abríamos y embistió justo en dirección a donde estaba yo. Si no me aparto me atropella. Hubo una gran tensión y se hizo el silencio. Todos me miraron y lo único que me interesaba era si lo habían grabado bien. Finalmente eliminamos ese plano por cuestiones de ritmo, pero seguro que aparecerá en el making off”.

El director (a la derecha) hace un pequeño cameo en el filme.

El director (a la derecha) hace un pequeño cameo en el filme. / EPC

-Profesional, muy profesional. “Cuando rodamos la secuencia del faro, un miembro del equipo venia sin dormir. Estaba a pleno sol e iba corriendo continuamente del set al combo. Todos estábamos emocionalmente en un estado muy extraño por la importancia de la secuencia en la película. Es donde el espectador se queda o se va, desconecta. No paró ni para desayunar ni para comer y a las cuatro de la tarde se le doblaron las rodillas y perdió el conocimiento. Mientras se caía iba cantando a los compañeros lo que nos faltaba por rodar de guion técnico, “nos queda un plano medio y otros dos, rodadlos sin mí” y se desplomó. Ni mareado dejaba de pensar en la película”.

-¿Un andaluz sin acento? “Rubén Ochandiano no tiene acento andaluz y lo justificaba en una escena (eliminada) en la que Dechent le decía que al chico le importaba toda una mierda porque no había nacido allí. Prefiero imaginar que los padres estuvieron fuera de Marbella unos años y luego regresaron. Allí, el acento es mucho más multicultural. Rubén me propuso hacer acento andaluz y le contesté que ni de coña. Hemos defendido hacerlo en el acento propio de cada personaje, bien fuera marroquí, gitano, andaluz o sin acentos. Los que vivimos aquí comprobamos que esto es importante. Y creo que hemos acertado porque, por ejemplo, en el pase de prensa en Madrid nadie se quejó de no entender a los gitanos hablando un andaluz muy cerrado”.

El realizador (en el centro, con los gitanos) insistió en que todos hablaran con su propio acento.

El realizador (en el centro, con los gitanos) insistió en que todos hablaran con su propio acento. / EZEKIEL MONTES

-Director suicida. “En la escena hacía el final en la que hay un choque de un jeep con una furgoneta destaca un plano frontal desde el interior del vehículo donde vemos las puertas que salen volando y los cristales rompiéndose. El conductor era un especialista que iba súper protegido y yo estaba en el asiento del copiloto llevando la cámara al hombro sin un puto casco ni protección. Fue una locura pero, por suerte, no pasó nada. Si llega a chocar de otra manera me deja frito o si el frenado hubiera sido diferente me reviento la cara con la cámara”.

-El salto del operador. “En esa misma escena pusimos a dos metros otra furgoneta y, encima, había un operador de cámara. El coche tenía que chocar y acababa ahí. Pero el jeep le dio un poquito a la derecha y el morro se desplazó a tres metros, justo donde estaba el cámara. Pegó un bote y se cayó del techo. Estuvimos cerca de liarla porque ninguno contaba que se podría mover, nos arriesgamos muchísimo, pero el resto del rodaje fue súper seguro”.

-Regreso a la infancia con Manzanita. “Cuando yo era niño cantaba canciones de Manzanita con los gitanos del barrio. Yo me las aprendí de tanto cantarlas con otros chavales en mitad de la carretera. Veinte años después vi la película de Corrupción en Miami que dirigió Michael Mann y me quedé fascinado por la suciedad de la fotografía que he intentado imitar. Y cuando Colin Farrell va en la lancha suena Arranca de Manzanita cantada por un cubano. Intenté recordar de qué me sonaba hasta que la busqué en YouTube y me aparecieron todas sus canciones, lo que me conectó con mi pasado. Yo no sabía ni siquiera que estaba muerto y que lo habían enterrado en Alhaurín, casualmente justo al lado de donde está mi productora. La quiero a morir es mi canción favorita, fui a buscar a su hijo y le pedí que la interpretara en directo en la película. Fue un momento mágico y se rodó poco antes de las vacaciones de Navidad y, en esa escena, otros de los hijos de Manzanita también están como figurantes entre el público”.

-Actores sacrificados. “Los que peor lo pasaron fueron los actores. Dechent, Ochandiano o Elena Martínez tenían que revolcarse por el suelo entre las piedras, empapados de sangre o correr. Imagínate a Dechent, con la edad que tiene, pegándose. Hicieron esfuerzos sobrehumanos, eran muchísimos planos y los repetíamos varias veces. Se tenían que caer y arrastrarse una y otra vez, todo para un inserto de cinco segundos. Por la noche, los moratones fueron brutales”.

Rubén Ochandiano tuvo que interpretar escenas de una gran violencia.

Rubén Ochandiano tuvo que rodar las secuencias de acción una y otra vez. / DYP COMUNICACIÓN

-Promesa cumplida. “Cuando hice mi primer cortometraje, con 18 años, les prometí a los protagonistas, dos chavales aficionados que encontré por la calle y que no se han dedicado luego al cine (Óscar Segura y María José González), que si alguna vez hacía un largometraje contaría con ellos. Hace 20 años no había tanta tecnología y solo tenía el teléfono fijo de su casa. Les busqué por todas partes, por las redes sociales y no los encontraba. Al final hubo suerte y los localicé y salen en la película, son dos de los políticos y aparecen en varias secuencias. Me hizo muy feliz, cumplí una promesa y fue como cerrar un ciclo”.

Montes (al fondo, de pie) posa con algunos de los actores del filme.

Montes (al fondo, de pie) posa con algunos de los actores del filme. / EZEKIEL MONTES