Artista residente

La potencia 'furera' irrumpe en el Liceu con Àlex Ollé

El director debuta como artista residente en el coliseo con una versión de 'La bohème', de Puccini, situada en el extrarradio

Es la primera de las cuatro óperas de este imaginativo y audaz artista que se verán en cuatro años

Habrá un estreno y dos montajes ya vistos en el extranjero: 'Norma', de Bellini, y 'Pelléas et Mélisande', de Debussy

Icult La boheme en el Liceu foto David Ruano

Icult La boheme en el Liceu foto David Ruano / David Ruano

Marta Cervera

Marta Cervera

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Àlex Ollé, reconocido codirector de La Fura dels Baus, una de las compañías catalanas que revolucionaron tanto la escena como las ceremonias olímpicas tras sorprender en la inauguración de Barcelona 92, se estrena este lunes en el Liceu como artista residente con una moderna versión de 'La bobème', de Puccini, que sitúa en el extrarradio de una gran ciudad. Este es el primer montaje de cuatro, dos creaciones estrenadas en el extranjero y nunca vistas en España, más una nueva producción que montará en 2022 y que permitirá conocer mucho mejor el trabajo de este solicitado creador, ganador del premio de la crítica de Amics del Liceu por su galáctica versión de 'Tristán e Isolda' la temporada 2017-18.

La panorámica permitirá disfrutar de otras tres obras en los próximos cuatro años, dos impactantes montajes estrenados en el extranjero -'Pelléas et Mélisande', de Debussy, y 'Norma', de Bellini- y una nueva producción. Y no solo presentará óperas, también trabajará con los pesos pesados del Liceu, Valentí Oviedo, director general, Víctor García de Gomar, director artístico, y Josep Pons, director musical para conectar la ópera con el público del siglo XXI y potenciar a nuevos creadores catalanes.

Tokio-Barcelona

Ollé actualmente se encuentra en Japón preparando una versión de ‘Carmen’, de Bizet, que traslada la historia al mundo del rock, con una protagonista inspirada en Amy Winehouse y ambientada en el Japón actual. ¿Llegará también al Liceu esta singular propuesta? Todavía es pronto para saberlo. Pero está claro que la versión de Bieito de esta famosa ópera francesa ya está más que amortizada.

El montaje es muy espectacular y potente pero no es rompedora porque esta pieza no lo pide

La versión de 'La bohème' ambientada en una de esas zonas de torres de pisos baratos que abundan en las afueras de las grandes capitales se estrenó en el Reggio de Turín en 2016 con motivo del 120º aniversario de la obra, que vio la luz en aquel mismo escenario en 1896 con Arturo Toscanini en el foso. El montaje se representó también en Edimburgo y Roma. "Este estreno en Barcelona de 'La bohème' es especial porque es mi primer trabajo como artista residente", comenta el artista vía Zoom desde Japón, donde sigue los ensayos a distancia pues ha tenido que dejar la producción en manos de Susana Gómez para poder cumplir la obligatoria cuarentena que impone el país nipón a los recién llegados.

Aunque en el Liceu estrenó obras como 'Le grand macabre' de Ligeti, donde destacaba en escena una enorme figura humana de siete toneladas, y 'Quartett', de Luca Francesconi, con los intérpretes encima de una plataforma suspendida en el aire, el título de repertorio con el que debuta como artista residente es un montaje muy diferente. "Hay óperas que permiten hacer muchos juegos y crear otros mundos pero no esta porque, como decía Puccini, es una obra que habla de las pequeñas cosas de la vida".

Juventud y miseria

"Es muy espectacular y potente pero no es rompedora porque esta pieza no lo pide. Hay muchos libretos que se prestan a un tratamiento más simbólico, onírico o abstracto. Este, no. El protagonismo es el día a día, lo cotidiano, la relación de unos chicos jóvenes y la de Rodolfo y Mimì…". Ollé acerca la obra a la época actual. En lugar de colocarla en el Quartier Latin, donde los artistas bohemios difícilmente podrían vivir con los precios actuales, Ollé sitúa la acción en una 'banlieu' parisina. Pero podría ser el extrarradio de cualquier gran ciudad. "La gente que no tiene pasta se va a la periferia, zonas donde hay un caldo de cultivo importante, un movimiento cultural auténtico como he podido ver en Londres, París y Shangái", señala acerca de este Puccini con referentes claros para el público de hoy, sobre todo para los jóvenes, que es uno de los objetivos de un Liceu con ganas de seguir bajando la media de edad de los espectadores, que actualmente es de 55 años.

Más allá de la sublime música de Puccini, es fácil identificarse con esta obra porque o eres joven o lo has sido

El tema de la juventud, algo que nunca pasa de moda, también es clave en esta pieza protagonizada por una pandilla de amigos artistas. "Más allá de la sublime música de Puccini es fácil identificarse con esta obra porque o eres joven o lo has sido y puedes sintonizar con un grupo de colegas como el de Rodolfo, gente joven que no quiere ninguna responsabilidad y solo piensa en vivir a tope. Solo la muerte de Mimì al final les devuelve a la realidad. Su muerte es también metáfora del fin de esa etapa y de otras cosas que dejas cuando te haces adulto". 

Emoción asegurada

Puccini es el rey de la emoción, su música lo dice todo. "A un director de escena se lo pone en bandeja. Basta dejarte llevar por él y no imponer lo que uno quiere. Hay otras óperas donde a pesar del contexto de la época tú puedes traducirlo a otra cosa y crear tu propio mundo. Pero con Puccini esto es muy difícil". La clave, como siempre, consiste en transmitir esas emociones a través de intérpretes completos, capaces no solo de cantar divinamente sino de convencer con su interpretación del personaje. "Hay que trabajar mucho con los cantantes para que las emociones trasciendan y lleguen al público. Muchas veces no tienes cantantes-actores. Por desgracia, alguien que cante maravillosamente, si no transmite, no logrará emocionar". A lo largo de su carrera, sobre todo al principio, se ha encontrado con situaciones en las que era imposible llevar al intérprete a su terreno. Ahora es distinto. "Por suerte, esto ha ido cambiando. Además, cuando trabajas con cantantes jóvenes, como ocurre en 'La bohème', notas que tienen otra cultura interpretativa. Han ido a escuelas a formarse no solo como cantantes, también como intérpretes".

Cuando trabajas con cantantes jóvenes, como ocurre en 'La bohème', notas que han ido a escuelas a formarse no solo como cantantes, también como intérpretes

Para que la ópera sea ese espectáculo total, como decía Wagner, el director necesita intérpretes totales, capaces de cantar y actuar. ¿Y qué necesita un buen director de escena? "Una capacidad tremenda para orquestar todo lo que ocurre a su alrededor y en escena". En ‘La bohème’, aparte de los solistas, hay coro, figurantes, escenógrafos, proyecciones… En el Liceu Atalla Ayan y Girogio Berrugi se alternan en el rol de Rodolfo y Anita Harting, Maria Teresa Leva y Adriana González en el de Mimì. Pero hay 14 solistas entre los dos repartos para las 13 funciones. El director musical Giampaolo Bisante los capitaneará cada noche desde el foso con la Simfònica del Liceu y el coro del coliseo reforzado con voces del Cor de Cambra del Palau y del Cor infantil Amics de la Unió.

Reiventarse o morir

"Siempre intento alejarme de lo que ya he hecho y reinventarme constantemente", dice Ollé. No es de aquellos que repite una y otra vez la misma fórmula. Intenta ser poroso y absorber ideas para proponer enfoques diferentes en cada producción. "Sin ser pretencioso, si a algún director quiero parecerme es a Kubrick. Ha hecho filmes increíbles como 'La naranja mecánica', 'El resplandor' y 'Senderos de gloria'. Ninguno tiene nada que ver con el otro. No me gustan los directores con un estilo marcado. Considero que la creatividad no puedes enmarcarla: cada obra te lleva a un universo". Hay directores que visto un montaje, visto todos porque siempre hacen lo mismo. El caso de Ollé es distinto. Cada una de las propuesta que veremos en el Liceu es muy diferente.

Sin ser pretencioso, si a algún director quiero parecerme es a Kubrick

Aunque el montaje de 'La bohème' se creó hace cinco años, las primeras escenas transcurren en diminutos habitáculos que pueden recordar a muchos ese enclaustramiento vivido con el confinamiento a causa del covi-19. "Parece que los protagonistas estén enjaulados, pero después cambia cuando se ven todos los edificios. Hay imágenes muy potentes. Al hacer la producción para Italia quise darle un toque de autenticidad como en 'La grande belleza', salvando las distancias, claro". A Ollé le gusta introducir elementos del país donde se verá por primera vez su trabajo. Todo lo que le rodea en los ensayos se plasma de alguna manera en escena, lo que ocurre en la calle, lo que ve en los restaurantes o las estaciones de metro… "Cuando estrené 'Manon Lescaut' en Fráncfort el tema de los migrantes ilegales estaba a la orden del día. Me inspiré en una chica sin papeles que empieza trabajando en un taller ilegal de costura y acaba en un bar de alterne. La escena de la estación y toda la fauna que aparece la saqué de la estación de tren de Fráncfort, que es tremenda".

'Norma' y 'Pelléas', dos óperas, dos mundos

El Liceu será el segundo teatro donde se verá la inspirada versión de 'Pélleas y Mélisande', de Debussy, creada por ÀlexOllé estrenada en Dresde en 2015. El Liceu la recuperará en febrero del 2022 este montaje con una ingeniosa escenografía de Alfons Flores compuesta por una gigantesca caja negra, representativa del la mente, que deberá reconstruirse porque la original no se guardó. Tan bella como inquietante, en esta onírica producción el simbolismo del libreto de Maurice Maeterlinck se mezcla con las tesis de Freud para reflejar el trágico triángulo amoroso formado por Pelléas, su hermano Goulad y la misteriosa Mélisande.

Ollé denunció el fanatismo religioso con 'Norma', de Bellini, una impactante propuesta estrenada en la Royal Opera House de Londres en 2016. Llegará al Liceu a finales la próxima temporada, en junio. Norma, sacerdotisa celta en el libreto original, aparece convertida en una especie de Papa, líder de una comunidad rancia y conservadora que conecta con el extremismo católico. La escenografía con imágenes potentes, como un universo plagado de cruces, con nazarenos y mantillas conecta con temas actuales como el extremismo religioso y el liderazgo femenino.

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