EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'Los profetas': esclavos de la eternidad

El debut de Robert Jones Jr. es una ambiciosa y tumultuosa novela afroamericana en la que se unen esclavitud y movimiento 'queer'

ROBERT JONES JR.

ROBERT JONES JR.

Sergi Sánchez

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 En la dedicatoria de 'Los profetas' aparecen “Madre Morrison” (Toni) y “Padre Baldwin” (James), como dos ángeles de la guarda literarios que flanquean este debut torrencial, que no puede llegar en momento más oportuno, cuando las reivindicaciones del Black Lives Matter han sintonizado con las energías LGTBI para unir fuerzas y proclamar a los cuatro vientos que la cultura afroamericana y el movimiento 'queer' merecen besarse, abrazarse y expresar sus emociones sin avergonzarse de nada. Así las cosas, Robert Jones, jr. ha escrito una novela sobre la esclavitud, la disidencia, la traición y el triunfo del amor sobre todas las cosas que, probablemente, podríamos leer en clave contemporánea sin temor a equivocarnos, y que, con una prosa poética extraordinaria, recrea ese paisaje universal de la memoria norteamericana -no por casualidad la plantación se llama Vacío: el agujero negro de la Historia- para captar la complejidad de un crisol sociocultural donde el heroísmo y la victimización son las dos caras de una misma moneda.

No puede decirse que Jones no haya sido ambicioso en sus planteamientos. Siete voces proféticas nos hablan desde la oscuridad de los tiempos como un narrador colectivo, y su amplitud de miras es la de la duración del mundo. En el centro, la relación entre Isaiah y Samuel, dos esclavos que disfrutan de sus cuerpos como si fueran uno solo, unidos cósmicamente en el sexo y el amor mientras los látigos resuenan en la puesta de sol. En la periferia un abanico de personajes que hacen de 'Los profetas' una novela-río: las mujeres benéficas, el capataz sádico y, por fin, Amos, el esclavo que proclama con voz profunda la palabra de Dios para complacer a su amo y consigue convertir a los amantes en unos parias. Es admirable el modo en que Jones reformula los estereotipos del relato esclavista para enriquecer las posturas morales que se tienen sobre la represión colonial y la tolerancia sobre la diferencia entre los miembros de una misma raza oprimida.

Redención mágica

No contento con la tumultuosa historia de la plantación, y de la resistencia de lo 'queer' en un entorno hostil, Jones se permite, a las cien páginas de novela, abrir una puerta hacia sus ancestros, en un viaje temporal que tiene algo de redención mágica del pasado. En el breve capítulo titulado 'Génesis', en una alusión a otra Biblia que se propone como relato alternativo al oficial, las siete voces proclaman: “Habéis de saber que provenís del lugar donde los padres os tenían en brazos y las madres cazaban para complaceros”. En la cultura tradicional africana, la fluidez de género era normativa, el rey era “la rey”, lo masculino y lo femenino se fundían, mercuriales, en una caricia sin nombre, y Kosii y Elewa se casaban antes de que los esclavistas holandeses iniciaran el calvario transoceánico de toda una raza. Esa historia de amor 'queer' es tan pura como la de Samuel e Isaiah, y resuena entre las páginas de un libro no por más excesivo menos conmovedor.