Crítica de cine

Crítica de 'Ilargi Guztiak. Todas las lunas': una criatura triste y amenazadora

'Todas las lunas' revisa el tema de los vampiros pero mostrándolos como criaturas tristes aunque al filme le falta intensidad dramática

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Todas las lunas'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Todas las lunas'. /

Quim Casas

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Ambientada al final de la última guerra carlista, ‘Ilargi Guztiak. Todas las lunas’ se presenta como una nueva revisión del temario vampírico, tratado de manera diferente al canon establecido en la construcción de los personajes y en las situaciones a las que se enfrentan. El relato arranca en un hospicio en un valle del País Vasco, que se derrumba por el efecto de los cañones. La niña protagonista sobrevive y conoce a unos personajes que viven entre las sombras, vestidos con harapos. Podrían ser las víctimas de la contienda o quienes han desafiado a la eternidad. El vampiro es una criatura amenazadora, pero, sobre todo, una criatura triste. ‘Todas las lunas’ habla de la tristeza de los que son diferentes.

Es una película sobre el paso del tiempo, condenado a repetirse a través de los siglos. Pero el tema del filme se vehicula hacia otros retratos de seres solitarios, como los niños salvajes de ‘El libro de las tierras vírgenes’ o ‘El pequeño salvaje’. ‘Todas las lunas’ es ambiciosa en este sentido, pero en partes concretas de su metraje, siempre complicadas cuando se trata de mostrar que no pasa nada relevante en la vida de su protagonista, el filme carece de la intensidad dramática necesaria. No hay muchas palabras en la primera parte, pero sí un exceso musical. Y si el conjunto desfallece, deja momentos espléndidos como la relación de la protagonista con la luz del sol durante su estancia en la gruta.