Nuevo trabajo

El drama social tras la burbuja del turismo y el ladrillo llega al cómic

Ana Penyas refleja en 'Todo bajo el sol' el impacto del turismo y la especulación urbanística en la costa mediterránea

La dibujante e ilustradora valenciana regresa tras ganar el Premio Nacional de cómic con su debut en la viñeta, 'Estamos todas bien'

Página de 'Todo bajo el sol'.

Página de 'Todo bajo el sol'. / ANA PENYAS

Anna Abella

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Un campesino recoge cebollas en su huerto con un ‘skyline’ de fondo de invasivos rascacielos de apartamentos que ocupan la primera línea de mar. Podría ser cualquier costa del litoral mediterráneo. Ilustra la portada, toda una declaración de intenciones, de ‘Todo bajo el sol’ (Salamandra Graphic), título que alude a un eslogan publicitario del turismo de los años 80, con que la ilustradora y dibujante valenciana Ana Penyas (1987) regresa a la viñeta tras su debut con 'Estamos todas bien'. Con aquella celebrada obra, que le valió ser la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Cómic (2018), además de ser reconocida como Autora revelación en el Salón del Cómic de Barcelona, recordaba a través de sus abuelas a todas las mujeres que el franquismo silenció y relegó al papel de madres y esposas. Ahora aparca el componente autobiográfico pero vuelve a rescatar la memoria de la sociedad española des de los años 60 hasta hoy con el foco en el “drama humano” y social que implica rendirse a la apuesta por el turismo barato de sol y playa y a la zona oscura a la especulación inmobiliaria. 

La dibujante valenciana Ana Penyas.

La dibujante valenciana Ana Penyas. / ÁLVARO MINGUITO

Publicidad franquista

“Siempre se dice que el turismo de los 60 significó la apertura de España a otras libertades pero nunca se hizo la lectura de qué significó para el régimen de Franco. Fue el propio franquismo, que hasta tenía un Ministerio de Turismo, el que lo impulsó, porque además de ser beneficioso en lo económico generaba una imagen más amable cara al exterior. Había mucha ideología en ello”, reflexiona, vía videoconferencia. Dedica Penyas el libro “a quienes tuvieron que abandonar su lugar y a quienes se quedaron como extraños en su propia tierra”. Y lo inicia con el texto de una guía editada por el régimen en 1964 titulada ‘España es para usted’. Ese usted era el turista extranjero, a quien se le decía que “en 1939 comenzó un periodo de paz, aún vigente, superador de los viejos odios”. Unos turistas a los que les traía sin cuidado venir de vacaciones a una dictadura, como muestra la película ‘Soy curiosa (Amarillo)’, de Vilgot Sjöman, de 1967, tal como recoge la autora. “Pero hoy hacemos lo mismo nosotros: viajamos a otros países sin cuestionarnos nada porque estamos de vacaciones”. 

Página de 'Todo bajo el sol'.

Página de 'Todo bajo el sol'. / ANA PENYAS

No buscaba, asegura, una denuncia panfletaria desde el punto de vista de los movimientos sociales. “Quería mostrar cómo afecta el turismo y la burbuja del ladrillo a personas normales, porque todo está ligado. Uno no ve el problema hasta que le toca, hasta que se le expropia o es víctima de la gentrificación. La población de sitios con mucho turismo a la larga se ve empobrecida porque los precios suben y la riqueza que puede generar ese turismo se la llevan unas élites”.  

"Uno no ve el problema hasta que le toca, hasta que se le expropia o es víctima de la gentrificación"

‘Todo bajo el sol’ sigue los pasos de una familia humilde en un barrio marginal en el que conviven con drogadictos y prostitutas. Del padre, que en los años 60 dejó L’Horta valenciana para trabajar en un hotel de la costa, hasta sus hijos, el mayor de los cuales, “como muchos de su generación en los 90, renunciaron a estudiar para trabajar en la obra esperando el fin de semana para ir de fiesta en la ruta del Bakalao”. “Mucha gente se moría de hambre en el campo y buscaron salidas en la construcción o como camareros. Hasta 2015 ese modelo no se cuestionó. Yo nací en 1987 y recuerdo haber visto con tristeza de niña cómo construían Marina d’Or. Ahora en València existe una relación problemática en L’Horta con la constante amenaza de la destrucción con la que conviven, con megaproyectos urbanísticos absurdos de un capital que engulle todo sin pensar en las personas”, lamenta. 

Página de 'Todo bajo el sol'.

Página de 'Todo bajo el sol'. / ANA PENYAS

El barrio que retrata el cómic, admite, “es un casco histórico como podría ser el Raval de Barcelona”, ciudad donde Penyas vivió un año. “Se ve la disputa entre las clases populares y las marginales. Unos dicen ‘es mi barrio, no el de las prostitutas, pero ellas también están ahí. Quienes dejan que un barrio se degrade son los de arriba, no es culpa de los vecinos ni de los que se pinchan droga. Así, cuando las administraciones lo quieren limpiar y arreglar edificios y sacarlo de la marginalidad, la opinión pública cree que lo hacen por los que lo habitan, cuando lo que ocurre, como se vio en la Barceloneta, es la gentrificación para ofrecer más pisos al turismo”.  

A diferencia del bitono de ‘Están todas bien’ (álbum que suma 18.400 ejemplares vendidos y traducciones al croata, el francés y el inglés, a punto de publicarse en EEUU) Penyas ha optado ahora por el color para retratar un paisaje cambiante por “el capitalismo y el consumo de masas, con una publicidad y unas marcas que nos decían lo que debíamos querer y lo que nos haría felices”, empezando por el coche y el apartamento en Torrevieja, Alicante, que como recuerda el cómic nos inculcaba el ‘Un, dos, tres... responda otra vez’ desde el televisor.

Transferencia fotográfica

La autora usa una técnica que la define, que ya utilizó en ‘Estamos todas bien’ o en ilustraciones de libros como ‘En transición’. “No es colaje, es la transferencia fotográfica. Con un disolvente universal imprimo la foto que quiero sobre un papel presionando y transfiriendo la parte que me interesa de, por ejemplo, una cara. El resto lo dibujo”, explica. Lo aprendió en Bellas Artes y lo ha ido perfeccionando, echando mano ahora del álbum familiar, usando incluso su propia cara siendo un bebé, pero también, para la ambientación, de archivos como el de Cullera o imágenes de fotógrafos como Txema Salvans, Ramón Masats o Joaquín Collado.

Seguirá Penyas alternando cómic e ilustración. Ahora está con un proyecto gráfico al margen de la viñeta del que no suelta prenda. “Pero siempre explorando temas que me generan preguntas y contradicciones y sobre las que no tengo las respuestas –admite-. O cosas del pasado que no he vivido, rescatando esa memoria para conocerlas”. 

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