Otra mirada a artistas esenciales

De Bob Dylan a Nick Cave: poetas del rock buscando a Dios

El libro 'Aleluya. Mística y religiones en el rock', de Alberto Manzano, profundiza en la espiritualidad de grandes figuras de la música, incluyendo a Leonard Cohen, George Harrison o Patti Smith

cat stevens

cat stevens

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El rock'n'roll hizo camino con los meneos de 'Elvis the Pelvis' y los destrozos de guitarras de Pete Townshend, pero junto a las pulsiones físicas surgieron perspectivas más trascendentes, el encuentro de la canción con el misterio del mundo. Al respecto de ciertos artistas capitales, de Bob Dylan a Nick Cave, la espiritualidad no es un ingrediente menor ni accidental en su obra, sino la causa misma de su grandeza: así lo sostiene Alberto Manzano (Barcelona, 1955), estudioso de estos autores de canciones y firmante de un libro con aura celestial, 'Aleluya. Mística y religiones en el rock' (Libros Cúpula).

Para Manzano, traductor y biógrafo de Cohen, el volumen es un nuevo paso en lo que describe como su "cruzada" a favor de la poesía del rock. “Me di cuenta de que esos grandes poetas de la música lo eran por el trabajo espiritual que habían llevado a cabo en su vida, reflejándolo en su obra”, reflexiona el también poeta, periodista y promotor, que, según confiesa, practica la meditación zen "desde hace muchos años".

Su propia búsqueda de respuestas a los grandes interrogantes se vio así "muy reflejada" en los textos de, sobre todo, cuatro artistas, los que ocupan el grueso del libro: Bob Dylan, judío con un episodio de conversión cristiana; Cat Stevens, que abrazó el islam; George Harrison, seducido por el hinduismo, y Leonard Cohen, judío que encaminó sus pasos hacia el budismo zen. Cuatro ejemplos a los que, al final del libro, suma, con un tratamiento más breve, a otros siete, entre ellos Patti Smith y Nick Cave.

BOB DYLAN

Los abuelos del cantautor, judíos askenazíes, huyeron de los pogromos de Europa Oriental, si bien esa adscripción familiar fue compatible con su alimentación bíblica, visible en su cancionero de juventud: las referencias al diluvio universal de 'Blowin’ in the wind' y de 'A hard rain's a-gonna fall', o la sombra del Arca de Noé proyectándose en 'When the ship comes in'.

 Bob Dylan durante un concierto en Los Ángeles en el 2012.

 Bob Dylan durante un concierto en Los Ángeles en el 2012. / AP / CHRIS PIZZELLO

El libro recuerda que Dylan un día afirmó no tener ninguna religión, porque "las iglesias están divididas y no se aclaran", añadiendo: “Y yo tampoco”.  Y presta atención al retiro a la granja de Woodstock, tras el accidente de moto de 1966. Tiempo de recogimiento familiar y de álbumes que, para el autor, respiran una destilada espiritualidad: 'Nashville skyline', 'Self portrait' y, sobre todo, 'New morning', donde figura 'If not for you', "la primera canción absolutamente mística compuesta por Dylan".

Otro foco lo ponen los tres álbumes que reflejaron su giro al cristianismo. Temas como 'Gotta serve somebody', que le proyectaba como un predicador envuelto en coros góspel, y giras (o "cruzadas apostólicas") que dividieron a sus seguidores. De ahí a las cavilaciones de 'Oh mercy' (1989), en la agria 'Political world' y la letanía de 'Ring them bells', y la síntesis de 'Love and theft' (2001), con el "resplandor místico" de 'Moonlight'.

LEONARD COHEN

En su primera novela, 'El juego favorito' (1963), Cohen marcó distancias con el judaísmo, la religión en la que creció, y poco a poco, su espiritualidad se fue haciendo inquieta e híbrida, con picoteos en el budismo ('El libro tibetano de los muertos', del siglo VIII), así como el cristianismo y el confuciano 'I Ching'.

Cohen, nos recuerda Manzano, "a bebido de todas las fuentes, incluyendo el sufismo", si bien fue el budismo zen el que le marcó el camino de la mano de su amigo Steve Sanfield, integrante del "círculo esotérico" que frecuentó en la isla griega de Hidra. Aunque el cantautor era escéptico ante los "santos carismáticos", Sanfield logró despertar su interés por el maestro japonés Joshu Sasaki Roshi, fundador, en 1971, del centro zen de Mount Baldy, que le acogería en los 90.

Su "máxima expresión de simbolismo religioso" recae en 'Hallelujah', el canto de júbilo universal que da título al libro. Dedicado al Rey David, transfiere un mensaje de beneplácito ante los nudos gordianos de la vida, como señaló su autor: "hay un momento en que abrimos la boca y abrimos los brazos de par en par y nos limitamos a decir: 'mira, no entiendo nada… ¡Aleluya!'".

Su obra de crepúsculo, 'You want it darker' (2016), es el último reflejo de un vínculo con la religión provisto de una perenne tensión interior, expresando incluso "cierta rabia y rencor", y "una especie de rebeldía hacia Dios".

GEORGE HARRISON

El descubrimiento del sitar por parte del Beatle, en 1965, puso el preámbulo a su interés por la espiritualidad hinduista. No tardaron en llegar dos temas, 'Think for yourself', "surgido de la introspección", y 'If I needed someone', donde Harrison acercaba su guitarra Rickenbacker al sonido de la 'tambura' india. Y el sitar y la tabla de 'Love you to', y las cábalas de 'I want to tell you'.

Geoge Harrison, autor de 'My sweet Lord'.

Geoge Harrison, autor de 'My sweet Lord'. / Terry O'Neill

De ahí al primer encuentro con Ravi Shankar, que le regaló un ejemplar de 'Raja-Yoga'. "Cuando leí: 'todas las almas son divinas y su objetivo es manifestar esa divinidad', fue muy importante para mí", confesó Harrison. Más allá de los coros de 'My sweet Lord' ("hallelujah, hare, hare"), el triple elepé 'All things must pass' (1970) deslizó misticismo en piezas como 'Hear me Lord' o 'Art of dying', esta última portadora de un mensaje que Manzano sitúa en la órbita del budismo 'anitiya', con vistas a la reencarnación.

El autor hace notar las contradicciones de aquel Harrison superestrella, con "un pie en el mundo material y otro en el espiritual", envuelto en "líos amorosos" con las esposas de Ringo Starr y Ron Wood, y con la novia de Rod Stewart. La música podía ser la salvación, estima, y la graduación mística tendió a suavizarse en su obra posterior.

CAT STEVENS

Una tuberculosis contraída en su juventud, que puso al cantautor británico al borde de la muerte, le modificó perspectivas y le impulsó a practicar yoga. El libro budista 'The secret path', de Paul Brunton, le hizo dar un giro brutal con la frase "nunca estarás satisfecho hasta que alcances la verdad", que deseó no haber leído nunca. "Desde ese momento, ya no pude descansar".

Otro episodio en el que su vida corrió peligro, cuando, nadando en la playa de Malibú la corriente le llevó mar adentro, precedió a su conversión al islam. Cuando se sentía perdido, Stevens gritó: "¡Oh, Dios, si me salvas, trabajaré para ti!". Días después, su hermano David le regaló un ejemplar del Corán, punto de partida de su conversión, que formalizó el 4 de julio de 1978 al adoptar el nombre de Yusuf Islam. Manzano ve a este artista como "un hombre sencillo con un mensaje sencillo: 'haced cosas sencillas y seréis hombres sencillos con un gran potencial para cambiar las cosas". Principio que fue, estima, el detonante de la Primavera Árabe, cuando, en 2010, el tunecino Mohamed Bouazizi se inmoló en protesta por un abuso policial.  

PATTI SMITH

La autora de 'Horses' (1975) creció en un ambiente familiar de testigos de Jehová y marcó luego distancias con las ortodoxias religiosas, con muestras definitorias como el poema 'Oath' ('Juramento'), de 1971, embrión de su célebre introducción para la versión de 'Gloria', de Them: "Jesús murió por los pecados de alguien, / pero no por los míos", empieza diciendo su reinterpretación del tema, añadiendo un "abrazo a Eva" y una despedida a Cristo.

Patti Smith, en el festival Jardins de Pedralbes.

Patti Smith, en el festival Jardins de Pedralbes. / FERRAN SENDRA

Rechazo a los dogmas, sin tiempo para dioses y héroes, apunta Manzano, si bien el halo espiritual está proyectado en numerosos episodios de su obra, en piezas como 'Ain't it strange', donde hace suya la imaginería sufí y se ve a sí misma danzando "como un derviche", sintiendo "la Mano de Dios". Pero la espiritualidad de Patti Smith no solo es un verso libre, sino también mestiza, con exponentes como 'Beneath the southern cross', que el autor vincula al budismo.

NICK CAVE 

El australiano comenzó a tener conciencia de la idea de Dios cuando, al cumplir 13 años, su padre procedió a recitarle fragmentos de obras de Shakespeare, Dostoievski y Nabokov, gritándole: "¡Esto, hijo mío, es literatura!". Comprendió que el arte de la palabra "lo elevaba, lo desgarraba de la normalidad", y que al final de ese camino estaba la razón divina.

Lo explica el ensayo, reproducido en el libro, 'La carne hecha palabra', que Cave escribió en 1996 para la BBC y que recorre la evolución de su relación con el cristianismo. Hace suya la voz de Jesús en el 'Evangelio según San Juan' ("las palabras que os digo son espíritu y son vida"), explicativas de su "amor a la literatura". A la divinidad "se le debe dar la libertad de fluir a través de nosotros, a través del lenguaje", asevera Nick Cave para situar su posición ante el enigma de la vida.

Suscríbete para seguir leyendo