CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Hijos de febrero': Un tartán 'noir' duro y violento

Alan Parks se consolida como una de las promesas del género escocés en su segunda novela

icult Alan Parks

icult Alan Parks / El Periódico

Marta Marne

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Una noche de febrero la policía de Glasgow recibe una llamada anónima. Un joven ha sido asesinado de forma violenta en la decimocuarta planta de un edificio en obras. Se trata de Charlie Jackson, uno de los futbolistas del Celtic. No tardan en descubrir que su novia era Elaine Scobie, la hija de un líder mafioso de la ciudad. Todo apunta a que el delito es obra de Connolly, uno de los sicarios de Scobie que lleva tiempo obsesionado con Elaine. Lo que en un principio parece un asesinato aislado de un desequilibrado se convertirá en una bacanal de violencia y muerte.

Si en ‘Enero sangriento’ el autor nos presentaba a Harry McCoy, en ‘Hijos de febrero’ (Tusquets, 2021) se adentra en la personalidad del protagonista de la serie. Profundiza en su pasado y en los motivos de su amistad con Stevie Cooper, un fiel amigo de la infancia que ha escogido el lado opuesto de la ley. Aquí Parks repite estructura: un arranque con un crimen espectacular que atrapa al lector a lo que suma una búsqueda contrarreloj de un culpable conocido desde el comienzo. Una decisión arriesgada, ya que se corre el riesgo de que perdamos interés por la novela. La solución reside en varias tramas secundarias que enriquecen la tensión narrativa. Resultado: una historia que engancha en la que destaca la construcción de personajes. Narrador y descripciones quedan a un lado volcando el peso en los diálogos. La vestimenta, la música y la ambientación hacen el resto para que nuestra mente se instale en la Escocia de 1973. Por todo ello, Parks está ganándose a pulso un lugar en la mejor tradición de tartán 'noir'.