Revisionismo cultural

Cuando Disney+ censuró el trasero de Daryl Hannah

La plataforma de 'streaming' ha retocado numerosas escenas, situaciones y diálogos de películas y series para evitar posibles incorrecciones y polémicas. Estos son algunos ejemplos de la autocensura del gigante audiovisual

Daryl Hannah, en un fotograma de '1, 2, 3... splash'

Daryl Hannah, en un fotograma de '1, 2, 3... splash'

Julián García

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En la estupenda comedia romántico-fantástica ‘1,2,3… splash’, Daryl Hannah interpretaba a una sirena de la que quedaba perdidamente enamorado Tom Hanks. En un momento de la película, la estilizada ondina daba un beso al atribulado joven y echaba a correr desnuda por la arena para zambullirse en el océano. En la carrera se podían distinguir las nalgas de la actriz, tapadas en parte por su larga melena rubia. Poco después, la sirena volvía a tierra y se paseaba por la Estatua de la Libertad sin saber lo que es la ropa hasta ser detenida por exhibicionismo. Las dos escenas, sin embargo, son ligeramente distintas en la versión de la película de 1984 de Ron Howard disponible hoy en la plataforma Disney+: en la primera, un burdo apaño en CGI hace crecer el pelo de Hannah hasta ocultar el último centímetro de su trasero; en la segunda, un aún más tosco zoom digital corta el plano abruptamente para impedir que se vea nada por debajo de la rabadilla.

‘1, 2, 3… splash’ era la primera película que lanzó Touchtone Pictures, sello creado por Walt Disney Studios con el objetivo de llegar a audiencias algo más adultas. En su estreno en Estados Unidos, recibió la clasificación PG, esto es, para mayores de 10 años, a causa de esas escenas de desnudez y de alguna que otra palabra malsonante. Con los dos retoques digitales, descubiertos hace algunos meses por la sagaz tuitera Allison Pregler, la película ha podido rebajar el listón y pasar a ser apta para mayores de 6 años en sus visionados en Disney. En cualquier caso, y más allá del mayor 'target' infantil, los usuarios de la plataforma han mostrado su incredulidad en las redes ante un remiendo tildado de ridículo, pacato e innecesario.

La de ‘1, 2, 3… splash’ no es, ni mucho menos, la primera o única manipulación de Disney de productos audiovisuales una vez recalan en su plataforma. Para la compañía, consciente de que la mayor parte de su público es infantil o juvenil, resulta primordial que el material que pone a su disposición sea lo más inocuo posible para evitar herir sensibilidades o generar incómodos debates sociales (racismo, sexismo, desigualdad) que puedan perjudicarle en su lucha con Netflix por el entorchado del ‘streaming’. En este caso, no se trata tanto de eliminar películas históricas del catálogo infantil por lo inapropiado o inaceptable de algunos contenidos y situaciones, como ‘Dumbo’, ‘Peter Pan’ o ‘Los Aristogatos’, sino de corregir o matizar, a modo de autocensura quirúrgica, posibles ‘impurezas’ o incorrecciones en productos más o menos actuales. Adaptación a los tiempos modernos, podría decirse.

En realidad, que Disney reedite algunos de sus contenidos previos no es ninguna novedad. Ya sucedió en su día con las ediciones caseras en VHS y DVD de ‘La sirenita’ (1989), ‘Aladdin’ (1992) o 'Space Jam' (1996), por poner tres ejemplos, en las que se eliminaron algunas frases o escenas consideradas poco adecuadas. Pero es ahora, con el estallido de su plataforma de ‘streaming’, con casi 60 millones de suscriptores, y el entorno siempre vociferante y polemista de las redes sociales, cuando el debate sobre el sentido o la conveniencia de esta autocensura, no siempre fácil de entender, brota con toda la fuerza. "¿El que marca las calificaciones y la censura de Disney+ es un niño de 5 años?", se preguntaba un tuitero después de que trascendiera que el escote de Maria Canals-Barrera había sido pixelado en una escena de 'Los magos de Waverly Place' (2007-2012), donde la actriz interpretaba a la madre de Selena Gómez. El insólito borrón digital ya salió en su día en su emisión en Disney Channel y se reprodujo cuando la serie fue subida a Disney+.

De 'Toy story' 2 a 'Los Simpson'

‘Toy story’ 2 (1999), por ejemplo, también cayó en manos de la corrección para su ingreso en el catálogo de Disney+. En una escena post-créditos de tomas falsas, Woody giraba una caja y descubría en su interior a Oloroso Pete conversando con dos muñecas Barbie, a las que, con voz seductora de viejo verde, prometía un papel en la siguiente entrega de la serie. Una situación y una frase inaceptables en la era del #MeToo que hoy solo está disponible en viejos VHS y DVD de la película de John Lasseter para Pixar.

Más sutil, extrañamente retorcido, fue el retoque que Disney+ aplicó a su fabulosa serie animada ‘Gravity Falls’ (2012), denunciado en Twitter por su propio creador, Alex Hirsch: uno de los personajes, el Tío Stan, solía ir cubierto con un gorro de fez de color granate en el que había estampada una media luna dorada. Pues bien, la plataforma hizo borrar la pequeña hoz del gorro en todas y cada una de las apariciones del Tío Stan, probablemente para evitar cualquier connotación política, sea cual fuere, del símbolo. 

El catálogo de Disney+, en el que tanto aparecen los clásicos de la casa madre de Mickey Mouse como los universos (expandidos) de ‘Star Wars’ y Marvel, es una inmensa bóveda donde también reposan las 32 temporadas de ‘Los Simpson’. Pero falta un capítulo de los 692 emitidos hasta ahora, una tara que ya venía de Fox antes de su adquisición por parte de Disney. Se trata del primer episodio de la tercera temporada, en el que, aunque no fue acreditado de forma oficial, Michael Jackson prestó su voz para un divertido cameo musical con Homer Simpson. Después de la emisión en HBO del documental ‘Leaving Neverland’, con duras acusaciones de abuso sexual hacia el descabalgado ‘Rey del pop’, Fox decidió eliminar el capítulo en cuestión, que Disney, por supuesto, no ha repuesto ni, seguramente, repondrá.

A día de hoy, y a pesar de la progresiva esterilización de contenidos por parte de Disney+, el pene de Bart Simpson sigue apareciendo en 'Los Simpson: la película', "buenas noticias para los amantes de la libertad, según el tuitero Matt Ferrari:

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