Libro de la semana

‘GRM Brainfuck’: ciudadanos de ninguna parte

La novela de Sibylle Berg tiene la fuerza emitida por un naufragio inevitable, el que todos estamos viviendo aquí y ahora

La escritora Sibylle Berg.

La escritora Sibylle Berg. / ADN

Sergi Sánchez

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Sabemos que el fin del mundo es un cliché cuando reconocemos nuestro día a día en él. Cada vez las distopías se parecen más a las películas de Ken Loach, y el futuro es ese realismo social británico que nos daba grima, ese tarro de mermelada rebañado en una esquina de un comedor para vagabundos. Lo que describe la suiza Sibylle Berg en ‘GRM Brainfuck’ es lo que ya no nos asusta: puede que el Brexit sea cosa del pasado inmediato, que la China sea la primera potencia mundial, que una pandemia nos haya dejado sin trabajo, y ya no nos sorprende que los escritores, como los meteorólogos o las pitonisas, acierten en sus vaticinios. ‘Black Mirror’ o ‘Years and Years’ ya son clásicos de la televisión, y aunque Berg juegue a la prosa sórdida, deslenguada, sucia, de un Irvine Welsh o de un Houellebecq, quiere satisfacer el hambre comercial que los lectores escandalizados por las redes sociales, el paro juvenil y la violencia de género necesitan confirmar en una novela que vendría a ser el documento sociológico, actualizado al lenguaje de los lobos solitarios y sus víctimas -un lenguaje sensacionalista y nihilista-, escrito por la hermana europea de Douglas Coupland y Bret Easton Ellis, que hicieron lo mismo con la generación X.

Los protagonistas de ‘GRM’ son Don, Hannah, Karen y Peter. La estructura de la novela intersecciona sus historias como saltando charcos en un crucigrama, abriendo sus desgracias a nuevas carreteras del infierno, a nuevas criaturas del averno, que, indefectiblemente, acaban volviendo a ese cuarteto que, en la ciudad ceniza de Rachford, intentarán formar una familia de lo más disfuncional. La rizomática arquitectura del texto parece impedir la empatía inmediata, porque sus digresiones no hacen más que añadir leña al fuego de la negatividad y la desconexión, pero como estrategia literaria es interesante: personajes como eslabones de una cadena del horror irrompible e inoxidable, que forman el círculo dantesco de “la época de la vigilancia total, de la medición de cráneos, de la supervisión, registro y valoración de las personas (…), del florecimiento de un nuevo fascismo, porque la gente, desesperada, quería claridad, por favor, un poquito de claridad”.

'No future'

Es fácil imaginarse la gira promocional de ‘GRM’, en la que Berg -que, en la plácida Suiza, es escritora superventas y multipremiada ideóloga antisistema- convirtió la lectura de su libro en un aquelarre dedicado a mayor gloria del “grime”, estilo musical que resulta de una mezcla ‘hardcore’ del ‘hip-hop’ y el ‘techno’, y que, además de obsesionar a sus personajes, es el modelo para su escritura, violenta, torrencial, directa. Puede que ‘GRM’ sea una novela coyuntural, porque está muy sujeta a una batalla ideológica que nos quema la yema de los dedos, pero como testimonio sin filtros de lo que le espera a una generación post-Z, que ya no se considera ni siquiera ciudadana de ninguna parte, tiene la fuerza emitida por un naufragio inevitable, el que todos estamos viviendo aquí y ahora. Un 'no future' lanzado al vacío.