Crítica

Mishima, contra los elementos

El grupo barcelonés iluminó la oscuridad pandémica con su edificante ‘Concert de Nadal’ en Salamandra

Mishima, durante su 'Concert de Nadal', este miércoles.

Mishima, durante su 'Concert de Nadal', este miércoles. / JORDI OTIX

Jordi Bianciotto

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Ni en pandemia quiso Mishima saltarse su ‘Concert de Nadal’, una tradición cuyos orígenes se sitúan en el 2008 en la sala Heliogàbal, y que ha hecho camino en Apolo y en la Fabra i Coats. La posición del grupo en la vida tiene que ver con afrontar los escollos con grandeza de espíritu, sin hacerse el torturado, así que fue oportuna su inyección de ‘ànsia que cura’ de este miércoles, a punto de dejar atrás nuestro peor año. Esta vez, en Salamandra y dentro del ciclo Sala CAT, que ha dado un poco de vida a la escena de la mano de la ASACC y el departamento de Cultura.

Escenario que conocen bien: Salamandra ha acogido con asiduidad los ensayos de las bandas, a veces con público, y David Carabén evocó los ‘stages’ de Mishima para giras como la de ‘L’amor feliç’ (2012). Fue un lujo la sesión en esa distancia corta, saboreando el punto de expresiva madurez en el que se encuentra el quinteto, con su refinamiento pop y su electrizante ‘rauxa’, como banda de un cantautor y como conjunto de músicos despiertos que confluyen en algo más grande que ellos.

La floritura y el choque

Su último álbum, ‘Ara i res’ (2017), confirmó en su día que el crecimiento sigue abierto, y encaró el repertorio desde el pórtico de ‘L’or’, un poco ‘morriconiano’, a través de las tribulaciones de ‘Jimi’ y de las elaboradas capas, con más contrastes que en el disco, de ‘Una sola manera’. En ausencia de trompetista, otras filigranas: la mandolina punteada por Dani Vega, cara B de su ‘guitarrismo’ eléctrico de etiqueta, y la colorista parada de campanas y el grave armonio de Marc Lloret.

Arquitectura muy asentada, a cuenta de la poderosa base rítmica (Xavi Caparrós y Alfons Serra), con su preciosismo y su punto salvaje, porque esta es una banda pop con un gen rock’n’roll que se manifiesta entre líneas, y que sabe tanto conmover con esa redondez llamada ‘Qui més estima’ como sacudir a golpe de ‘Tornaràs a tremolar’ o ‘La tarda esclata’. Mishima, en una discreta noche de gloria en medio del cataclismo, contra los elementos y los malos augurios, mostrando en sus caras la felicidad de estar tocando pese a todo. Y un ruego de Carabén: “Sisplau, vacunem-nos ràpid tots!”

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