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Lluís Danés explica las interioridades de 'La vampira de Barcelona'

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Eduardo de Vicente

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Una de las películas más imaginativas de la temporada acaba de llegar a las pantallas tras tener que aplazar su estreno por el cierre de los cines. Se trata de La vampira de Barcelona, adaptación de un suceso real que tuvo lugar en 1912, que ha firmado Lluís Danés (Llach: la revolta permanent, Laia) y que obtuvo el premio del público en el Festival de Sitges. El reparto reúne a grandes actores catalanes: Roger Casamajor, Bruna Cusí, Nora Navas, Mario Gas, Sergi López, Francesc Orella, Núria Prims, Anna Alarcón o Pablo Derqui. El filme sigue los pasos de Sebastià Comas, un periodista que está investigando la misteriosa desaparición de niños en la ciudad. La policía detiene a una mujer pobre como sospechosa y la prensa la etiqueta como “la vampira del Raval”, pero el reportero no acaba de creerse la versión oficial y sigue adelante con sus pesquisas aunque su vida pueda correr peligro.

Si la historia resulta interesante no lo es menos como la ha llevado a cabo Lluís Danés trasladándola a su maravilloso universo. La película recurre al blanco y negro aunque hay algún detalle de color rojo (como en La lista de Schindler) y las escenas que transcurren en el prostíbulo son a todo color. Por si fuera poco, le ha dado una textura casi teatral con aires expresionistas y utilizando deliciosos elementos fantásticos y miniaturas a lo Wes Anderson. Visualmente es una auténtica delicia repleta de soluciones ingeniosas y originales para suplir la carencia de presupuesto. El propio Lluís Danés nos explica cómo se hizo La vampira de Barcelona.

-El gabinete del doctor Danés. “Los decorados son teatrales, casi expresionistas porque siempre me ha atraído ver el cine como una experiencia sensorial Me gusta la mezcla entre teatro y cine, el ilusionismo de Méliès y quería que fuera una especie de cuento sofisticado del siglo XX. Yo, como muchos otros, empecé en esto haciendo los Pastorets, moviendo rocas para que apareciera un ángel o la Virgen. Desde entonces me encantan las transparencias, las sombras chinescas, convertir el cine en una especie de ritual como el mito de la caverna de Platón”.

-Personajes auténticos. “La historia que explicamos es totalmente real aunque hemos variado un poco algunos personajes. Por ejemplo, el periodista está inspirado en Adelardo Fernández Arias, también conocido como El duende de la colegiata, que cubrió el caso para el Heraldo de Madrid y fue el que le hizo la foto. Fue el que más se mojó y quien escribió, poco después de su muerte, que solo era una pobre mujer que vivía en la miseria y que no había matado a nadie. La amante del reportero, Amèlia, también existió. Años antes había compartido piso con Enriqueta Martí y acabó denunciándola por robo”.

-Las dos Barcelonas de esa época. “Tanto los planos de la Barcelona de 1912 como el del Arc del Triomf se hicieron a partir de fotografías de la época recortadas, reconstrucciones de los exteriores de esos años incorporando a la gente en movimiento. La Barcelona del Raval es un mundo muy orgánico, con paredes ensangrentadas y sucia como la tripa de un monstruo que se come la vida de la gente. La parte de la gente rica la hicimos como recortables de papel, los hicimos físicamente e incorporamos gente dentro en escenas como la del Liceu (que mide un metro y medio de ancho) o el paseo de Gràcia. La ciudad vivía uno de sus momentos más convulsos tras la Setmana Tràgica y, mientras los modernistas hacían espectaculares obras arquitectónicas, al lado estaba el Raval, un barrio que parecía Calcuta, donde la emigración vivía en la pobreza y abundaba la prostitución. Por ello intentamos crear dos mundos estéticos muy diferentes”.

-Del blanco y negro al rojo. “La mayor parte de la película es en blanco y negro salvo algunos detalles rojos y las escenas en el prostíbulo. Esas secuencias las hice en color para traer la trama a la actualidad. Si te fijas, hay gente con tejanos y ropa que no es de época y lo hice así para denunciar que continúan habiendo prostíbulos y el poder sigue teniendo mecanismos para esconder sus tendencias pedófilas. El color rojo cose toda la historia hasta la idea de la sangre. Es el color del peligro y aparece en esos momentos peligrosos para algún personaje. También, según la leyenda, la sangre es lo que chupan los vampiros para conseguir la eterna juventud. La rodé en blanco y negro para convertirla en un artificio, separarla del cine documental o más realista y llevarla a una textura y un tipo de decorados que encajaban más con mi propuesta visual”.

-El elemento más caro. “Siempre me gusta que en mis trabajos haya elementos reales para que otros puedan no serlo. Es una película de bajo presupuesto y el mayor dispendio económico que hicimos fue para recrear un Raval metafórico donde el suelo fuera muy real. Para ello, contratamos a unos técnicos portugueses que construyeron 500 metros cuadrados repletos de adoquines en la nave de Martorell donde filmábamos. Rodar todo en un mismo lugar, con todo a tu alcance, me hacía sentir como si estuviera en Cinecittà”.

-Mis películas favoritas. “En la película hay numerosas referencias al cine que me gusta. Por ejemplo, cuando los clientes del bar se quedan congelados en el primer encuentro de los amantes es un homenaje a Big Fish.También hay guiños al Drácula de Coppola, a El hombre elefante o El gabinete del Doctor Caligari o sobre mis realizadores favoritos como Federico Fellini, Agustí Villaronga o David Lynch”.

-Copiando a Fellini. “El Casanova de Fellini es una de mis películas favoritas. Me impresionó tanto que, cuando la pasaron por la tele, le hice fotos con mi cámara a mis escenas preferidas. En los créditos finales en tono circense reproduje un detalle de cuando entran dentro de la ballena y hay fuera un forzudo que lleva pintada una cara en la barriga. No me escondo, tomé el mismo diseño y lo reprodujimos, son elementos que para mí son importantes”.

-El cortometraje perdido. “Durante la investigación previa descubrimos que existió una filmación de siete minutos sobre Enriqueta Martí que había rodado la empresa francesa Pathé. Encontramos documentación sobre la misma, pero no la película por lo que intentamos recrearla con la escena de la opereta. Sospechamos que podría haber sido así”.

-Dos vecinos muy diferentes. “Una de las curiosidades que descubrimos es que Enriqueta vivía en la calle Joaquim Costa, donde hay ahora una farmacia, y en la esquina de encima está la Casa Almirall. Pues allí era donde se encontraba el estudio cinematográfica del pionero Segundo de Chomon. ¡Eran vecinos!”

-Los cameos de famosos. “En la película hay varios cameos de artistas como Albert Pla, el Mag Lari, Elena Gadel o Marc Parrot. No es para poner famosos porque sí, es que me divierte compartir cosas con los amigos y siempre me gusta tenerlos cerca, son como mi familia y, a la hora de trabajar, me gusta que estén conmigo. Por ejemplo, me apetecía mucho que volviera a salir Miranda Gas después de que fuera la protagonista de Laia. Me parece muy natural, no es una frivolidad, sino un ejercicio de compartir y de fidelidad a esta gente”.

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