Soledad Sevilla gana el Premio Velázquez de Artes Plásticas

Por ser “pionera en la experimentación con los lenguajes en el Centro de Cálculo, por la solvencia con la que transita entre el plano y el espacio", por "su forma innovadora de entender la luz, los materiales y la geometría" y por “su reflexión sobre diferentes tradiciones y culturas artísticas, que abraza e incorpora al presente, siempre en la tensión entre naturaleza y arquitectura", la artista valenciana Soledad Sevilla ha sido reconocida con el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2020.

"Desde el primer momento quise que la pintura se desarrollara en el espacio, analizar toda esa geometría con la que estaba trabajando por techos, paredes...", explicó ayer Sevilla (València,1944), que ya ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1993 y cuyo trabajo se caracteriza por una minuciosa investigación y pertenece a la abstracción racional, guiada por la forma y el color, casi siempre de grandes dimensiones. "Yo expreso mejor lo que quiero en una tela grande y eso, a su vez, envuelve más al espectador, crea más la sensación de espacio", ha señalado tras anunciarse el Premio Velázquez.

“No me lo esperaba, es el más alto galardón que se pueda recibir, como el Nobel de las Artes Plásticas”, dijo sorprendida la artista al enterarse del reconocimiento, que concede el Ministerio de Cultura y Deporte y está dotado con 100.000 euros. 

Soledad Sevilla estudió en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona entre 1960 y 1965 y, entre 1969 y 1971, participó en el Seminario de generación automática de formas plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. En los años 70, en su obra pictórica utilizó la geometría como una base normativa. Recibió varias becas, entre ellas, una de la Universidad de Harvard, donde empezó a trabajar la serie 'Las meninas', aplicando una estructura básica en forma de retícula para reinterpretar los espacios y las atmósferas del cuadro de Velázquez.

Dificultades por ser mujer

Sevilla, en declaraciones a Efe y Europa Press, ha lamentado las diferencias entre hombres y mujeres en los inicios de su carrera. "Ser mujer ha sido una desigualdad en el arte, pero eso afortunadamente ya ha cambiado y es igualitario. Ahora no hay distinción ni problemas, pero antes sí había muchas diferencias y era mucho más difícil: realmente, cuando ya todos mis amigos eran famosos, yo casi no podía exponer, entre otras cosas porque estaba haciendo un arte que no se ajustaba a la tendencia general”.

Al volver de Estados Unidos, la artista realizó diversas instalaciones ambientales con un marcado y a la vez sutil carácter pictórico, que plantean una profunda renovación plástica. La siguiente serie, 'La Alhambra', significó un trabajo de reinterpretación del palacio nazarí en el que el uso del color resultó más medido aunque la retícula fuera también una base de referencia. Para ella, las instalaciones le permiten “adaptar una idea al espacio que esta requirere".

Su primera exposición fue en 1998, en la galería Soledad Lorenzo, con la que trabajó hasta su cierre, en el 2012. En sus siguientes instalaciones y series pictóricas Sevilla convirtió la luz en elemento central, realizando por ejemplo, en 1992, una proyección en los muros desnudos del patio del castillo de Vélez Blanco, en Almería, que permitía ver el pórtico renacentista que ahora está en el Metropolitan de Nueva York. También en el Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, recreó en una instalación la bóveda celeste. 

En el 2007 se le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y, en el 2018 expuso una amplia retrospectiva de su obra en el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada. Ahora ultima un proyecto de pintura sobre Pessoa para el Patio Herreriano de Valladolid.