OTROS ESCENARIOS POSIBLES
Furia, sudor y añoranza
La sala Estraperlo emite cada viernes en internet un concierto de punk-rock de sus archivos para mantener viva la llama
Las salas de conciertos están en la cuerda floja. Son ya ocho meses de inactividad y cada cual explora la manera de llegar con vida al 2021. En Europa surgen iniciativas como Local Legends para recaudar donaciones del público. En España, la campaña #ElÚltimoConcierto llega este miércoles a su fecha clave con el objetivo de presionar a la administración. La sala Estraperlo sintoniza con todas esas demandas, pero además de lucha quiere fiesta y lleva semanas emitiendo por internet conciertos celebrados en su local a las afueras de Badalona.
Son, principalmente, actuaciones de grupos de punk-rock y hardcore grabadas con cinco y seis cámaras. Vistas hoy, en estos días de confinamiento social y ley seca musical, estas filmaciones son casi pornográficas. Hordas de espectadores agolpados al borde del escenario, berreando, alzando el puño, trepando al escenario, saltando sobre amigos y desconocidos, abrazándose, sudando, bailando cuerpo a cuerpo, codo con codo, ebrios de electricidad, aturdidos por los focos, empapados por canciones que lo son todo en ese instante.
Ahora que los viernes por la noche han quedado difuminados en esta gris sucesión de semanas sin principio ni fin, ahora que los géneros más desenfrenados han quedado sepultados bajo el ideal de cultura segura, sentarte a visionar un trepidante directo de los neoyorquinos Gorilla Biscuits resulta vivificante. La ubicación de las cámaras te sumerge de lleno en el concierto. El frenesí rítmico te transporta a esos días en los que juntarte con 300 personas a cantar y bailar era legal. A más de uno se le saltarán las lágrimas al revivir según qué actuaciones. Puedes acabar añorando los pisotones y salpicaduras de cerveza.
Documentalista furtivo
Pero, ¿de dónde han salido todo ese material? Hace una década empezaron a circular en internet grabaciones de conciertos de bandas de punk y hardcore a su paso por Barcelona. La mayoría eran de giras organizadas por la promotora HFMN Crew. David Peret, su director y socio también de la sala Estraperlo, no daba crédito. “¿Quién lo grababa? ¡Yo no había dado ningún permiso ni había visto a nadie filmando!”, explica. Al final descubrió al documentalista furtivo. Era Joan Rubiralta, un joven que fijaba discretamente varias cámaras a las columnas de la sala, montaba las imágenes y luego las subía a su canal de youtube.
En vez de denunciarlo, Peret lo fichó y desde el 2017 ha filmado más de 300 conciertos: de Toy Dolls, Anti-Flag, Bad Manners, Cockney Rejects, CRIM, The Exploited, Poison Idea, Bad Religion, The Offspring, Lagwagon, Refused, Soziedad Alkohólika, Skatalà, Suicidal Tendencies, Descendents… Un archivo monumental de hardcore, punk-rock y ska que, hasta ahora, dormía en discos duros porque en HFMN Crew realizan entre 500 y 600 conciertos anuales y no tenían tiempo material para dar salida a tantísimas grabaciones. Ni necesidad.
Tras el éxito del festival a puerta cerrada que se organizó en mayo para apoyar la subsistencia de la sala, llegó el momento de airear los archivos. Bajo el epígrafe ‘Nights to remember’ (Noches para recordar) han seleccionado una decena de actuaciones en Estraperlo que se emiten cada viernes con la esperanza de recaudar algo de dinero y mantener la sala viva en el recuerdo. El concierto de despedida de Dr. Calypso se emitió a finales de octubre. El de Berri Txarrak está previsto para principios de diciembre. Y, en todos los casos, incluso con las bandas extranjeras, los conciertos se completan con una entrevista.
La predisposición de los músicos ha sido absoluta. Sin su aprobación no se podrían emitir los conciertos. Pero todos guardan un buen recuerdo de Estraperlo porque esta es una sala a la vieja usanza; es decir, de las pocas que no echan a los grupos en cuanto acaba el concierto porque hay que abrir la discoteca. “Las bandas se quedan de fiesta. La música que suena tiene relación con el concierto y no se siente expulsados sino todo lo contrario. Para ellos también es una noche para recordar. Los grupos suelen salir del Estraperlo a las cinco de la madrugada y a cuatro patas”, describe Peret muy gráficamente.
Los suecos No Fun At All fueron los protagonistas de este viernes. Se conectaron unas 150 personas aunque el concierto quedará colgado y lo verán miles más. “Se hace duro ver esto desde casa”, comentaba Pau desde el chat. A través de la pantalla se percibía perfectamente la humedad ambiental, la asfixia del bajista, la sangre que caía por la nariz del batería. “Económicamente, esto es lo comido por lo servido. La gente no tiene pasta y los donativos son bajos”, asume Peret. “Lo hacemos para que se entretenga la gente y para divertirnos nosotros. Es una manera de no perder contacto con el público”, resume. En menos de 24 horas habrán visto el concierto de No Fun At All mil personas más
Reapertura peligrosa
En diciembre, Estraperlo cumplirá 12 años. Su futuro es tan incierto como el de cualquier otra sala. “En la cuenta de Estraperlo hay 300 euros”, calcula Peret. Pero solo sueña con reabrir. “La gente se muere de ganas de ver un concierto de punk-rock. El primero que hagamos será peligrosísimo. Habrá que reforzar las paredes con colchonetas y tener una ambulancia en la puerta”, dice.
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