DEL 20 AL 31 DE OCTUBRE

Guy Debord, una cámara contra el sistema capitalista

La Filmoteca de Catalunya inicia una retrospectiva de la obra del filósofo y cineasta, fundador del movimiento situacionista

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Quim Casas

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Contradictorio el papel jugado por Guy Debord (1931-1994) en la historia del cine. Más filósofo que cineasta, él se consideraba también director de cine, y un cineasta maldito por convicción. La Filmoteca de Catalunya le dedica entre el 20 y el 31 de octubre un ciclo con sus seis trabajos tras la cámara, seis obras a la contra de todo: anti-documentales, anti-ficciones y anti-autoficciones, aunque de todo eso, y del cine-ensayo, se nutre una obra propia de un intelectual funámbulo capaz de dirigir una película a partir de la lectura de los textos de su libro capital, ‘La sociedad del espectáculo’, publicado en 1967, y de realizar otra para rebatir todas las críticas y elogios vertidos sobre su anterior filme.

Debord concretó sus teorías iniciales en ‘La sociedad del espectáculo’, un ensayo en el que habla de todos los aspectos que conforman el concepto de espectáculo según la sociedad capitalista, y no solo el cine, por supuesto: el espionaje, la reconstrucción europea tras la segunda guerra mundial, la tecnología, las condiciones de producción capitalistas o el baile político propiciado por la alianza de los comunistas con la burguesía francesa. Antes, fascinado por las convulsiones de obras de vanguardia, empieza a interesarse por el cine y rueda en 1952 su primer filme, 'Hurlements en faveur de Sade' (1952), sin imágenes y con palabras.

En plena pandemia

Esta película se inscribe en la Internacional Letrista, un movimiento que apostaba por la destrucción del lenguaje y la sonoridad de las palabras. Cinco años después, Debord lidera y redacta el texto fundacional de un movimiento aún más radicalizado, la Internacional Situacionista, con el que, mezclando elementos del marxismo puro, de otras corrientes vanguardistas, de Jean-Paul Sartre, el anarquismo y la destrucción de la figura del ídolo, pretende dotar a la sociedad de las pautas adecuadas para tomar un nuevo rumbo. Hoy, en plena pandemia y azotados por diferentes tipos de crisis, restricciones y confinamientos, recuperar las teorías de Debord sería tan interesante como productivo, sobre todo si el mundo quiere aprovechar la desastrosa situación actual para virar en direcciones más ecuánimes y lógicas.

“No hay filme. El cine ha muerto. Ya no puede haber filmes”, sentenciaba Debord hace medio siglo, anticipándose con sus escritos a la vorágine de imágenes (verdaderas o falsas) de nuestro tiempo. Por eso sus películas, que pueden existir pese a la negación de las mismas propugnada por su autor, se sitúan en contra de todo lo que el cine, sea institucionalizado o independiente, nos ha ofrecido a lo largo de la historia. 

Sus trabajos intentan cuestionar el poder del cine y de los medios de comunicación para crear formar alienadoras. ‘La societé du espectacle’ (1973), filme realizado un año después de finiquitar el situacionismo, utiliza obras tan distintas como ‘El acorazado Potemkin’ y ‘Johnny Guitar’ para tratar de todo ello. En 1975 realizó un corto de 20 minutos de largo y significativo título: ‘Refutación de todos los juicios, tanto elogiosos como hostiles, que se han hecho hasta ahora sobre el film La sociedad del espectáculo’. Provocación con fundamento.

Rabia contra el sistema

Del resto de su corta filmografía destaca en especial ‘In girum imus nocte et consumimur igni’ (1978), filme-ensayo en el que vomita su rabia contra el sistema utilizando una amalgama de imágenes de películas, viñetas de cómics, documentales y fotografías. “En vez de añadir un filme a miles de filmes cualquiera, prefiero exponer aquí porque no haré nada parecido”, escribió en las notas de presentación de esta película que puede verse como un bucle sin fin anunciado ya en su título en forma de palíndromo, y tomado de un verso en latín: ‘Nos movemos en la noche y nos consumimos por el fuego’.

El año pasado se publicó en castellano el libro de Debord ‘Contra el cine. Obras cinematográficas completas (1952-1978)’. Aquejado del desorden neurológico conocido como polineuropatía alcohólica, se suicidó el 30 de noviembre de 1994, a los 62 años.

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