CRÓNICA
Els Amics de les Arts, y olvidémonos de todo
El grupo creó una efervescente realidad paralela en el estreno de 'El senyal que esperaves', en dos pases en una platea del Auditori del Fòrum con el 50% de capacidad
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Tras el compás de espera del verano, Els Amics de les Arts se han decidido a poner toda la carne en el asador y presentar de una vez por todas el nuevo álbum, ‘El senyal que esperaves’, casi como si nada hubiera pasado: formato eléctrico, con bajista y batería, y apuesta sin rodeos por el material de estreno, que transmite una efervescencia y un apego al baile de extraño encaje en el momento actual. Da igual: el grupo barcelonés hace de su nuevo concierto una cápsula de evasión, porque no todo tienen que ser escenografías reducidas y lánguidos repertorios que insinúen dobles lecturas con fondo pandémico.
Este viernes, en el Auditori del Fòrum, la principal diferencia formal respecto a otras giras no estuvo en el escenario, sino en la platea, donde un millar de asistentes se repartieron por las butacas dejando la mitad de los asientos libres. Doble sesión para encajar a todo el público, trabajando también el doble. Y el grupo, declarándose “inmensamente feliz” con el simulacro de normalidad. “Aun sin saber si estáis cantando o riendo, pero intuimos que sí”, aventuró Ferran Piqué.
Bailando con civilidad
El nuevo disco redunda en una versión enriquecida y ‘uptempo’ de Els Amics a la que el público dio un estrepitoso visto bueno desde la primera canción, ‘No vam saber tornar’, con su dinámica ‘in crescendo’ y su cenefa de guitarra un poco Coldplay. Canciones construidas con el sibilino propósito de mantenerte en vilo con su festival de recursos armónicos y de giros cromáticos, con su colorismo y sus subidones, compatibles con la idea narrativa secular del grupo barcelonés: ahí despuntó ‘Juliol 1994’, cuyo tramo final puso al auditorio a bailar (sentado, o en pie delante de la localidad), y al término de la cual Dani Alegret reconoció que, cuando la grababan, esperaban conseguir exactamente ese efecto en el público.
Cuando anunciaron una canción “más tranquila”, no lo fue tanto, porque ‘Et vaig dir’ avanzó con poderío con su coro de resonancias soviéticas. Cruzándose con las novedades, repescas de ‘Ja no ens passa’ o ‘Louisiana o els camps de cotó’, y en el tramo final, los divertimentos de ‘4-3-3’ (trama rítmica un poco reguetonera) y ‘Jean Luc’, aun sin enterrar el nuevo álbum, del que acabaron tocando nueve de sus diez canciones (solo faltó ‘Adéu’, que sí cayó en el pase de noche, sustituyendo a ‘Mentrestant’). El punto y final lo puso ‘El meu cos’, con su desmelene discotequero, cerrando un concierto que el grupo describió como “el acto cultural con más gente que se está haciendo en toda Catalunya”.
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