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Novedades en el pequeño parque de atracciones del Big Fun Museum

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Eduardo de Vicente

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Hace ya poco más de un año y medio que abrió sus puertas un nuevo centro de entretenimiento en la rambla barcelonesa. Se trata del Big Fun Museum, un pequeño parque de atracciones en su mayoría dedicado a los niños y compuesto por siete espacios diferentes (aunque hay uno que los peques no pueden pisar ni de broma). Como ya llevan un tiempo toca renovarse y, además de ajustarse a las actuales normas sanitarias y de seguridad, han introducido algunas novedades: el laberinto de espejos se ha llenado de guiños a Alicia en el país de las maravillas, una exposición de cuadros realizados con alimentos y la atracción terrorífica ahora es El museo de la locura (reservada a adultos). Antes de entrar recomendamos llevar el móvil cargado a tope porque haremos muchas fotografías. También hay unas consignas gratuitas para poder dejar la ropa y los bolsos por si queremos ir más ligeros de equipaje.

La casa de los objetos gigantes

El primero que visitamos es La casa del gegant.Un soldadito (o mejor, soldadazo) de plomo, el lagarto del Park Güell, un revólver, un barquito de papel, un lavabo colgado de la pared, el queso, el jamón, la paella, un abanico, una pipa, un cucurucho de helado, un sombrero mexicano o un reloj antiguo que parece el de la torre de Hill Valley en la película Regreso al futuro. Nuestras fotos favoritas son la caja fuerte que da la impresión de que la hemos abierto y nadamos en monedas y billetes, el horno donde podemos fingir que nos están asando, una silla súper alta o la portada de la revista Forbes para posar como si fuéramos el personaje del mes.

El paraíso de los amantes de los dulces

Unas escaleras nos llevan hasta nuestro siguiente destino: El regnat de les llaminadures, ya en la parte superior del edificio con chuches monumentales a todos lados. Nos recibe un maestro pastelero (sin cara, para que pongamos la nuestra) y, a continuación, intentamos levantar unas pesas compuestas por dos donuts gigantes, nos metemos en una nevera y montamos en una bicicleta con forma de unicornio y contemplamos unos ositos de gomas. También hay caracoles y un lugar para sentarse en unas tumbonas junto a unos pingüinos y otro para columpiarse.

Podemos entrar en un círculo repleto de plátanos amarillos y rosas, el mismo color de la vaca frente a la que nos encontramos. Los amantes de los helados disfrutarán viendo los polos de sabores o los cucuruchos que en vez de bolas tienen luces, una pared repleta de gominolas y macarons u otros tipos de dulce a tamaño maxi. Cuentan los empleados que ya han tenido que reponer algunos elementos ya que algún peque les había dado un mordisco. Incluso uno de ellos, al salir exclamó: “Este es mi mundo. Tengo que vivir aquí”.

El mundo al revés

Una vez que se hayan desahogado iremos a La casa cap per avall, la más original de estas experiencias. Como su propio nombre indica es una casa al revés, donde todos los elementos están colgados del techo, parece inspirada en aquel baile de Fred Astaire en el que danzaba boca abajo con una lámpara en el musical Bodas reales. Es el mejor lugar para explorar nuestra creatividad ya que, si luego le damos la vuelta a la fotografía, las imágenes serán sorprendentes. Los empleados pueden indicarnos algunos lugares para que el efecto sea completo. El recibidor tiene un paragüero, un espejo, unos zapateros, una mesita o unos skates (todos, no lo olvidemos, al revés). Es conveniente ir abriendo armarios, cajones o mesitas para comprobar que no falta ningún detalle. En el lavabo podemos posar como si hiciéramos la vertical en una bañera o en el retrete. Hay cajones, toallas de repuesto en el mueble o una lavadora.

En el garaje encontramos todo tipo de herramientas, esquíes, cascos, una bicicleta y, lo mejor, una moto. Si lo hacemos bien podemos fingir que estamos volando agarrados a su parte posterior, divertidísimo. El comedor tiene todo lo necesario para “entrar a vivir” como dirían en una inmobiliaria: sofá, televisor (proyecta también de abajo hacia arriba), una chimenea (con las llamas hacia abajo), un armario, grifos, la nevera repleta de comida, horno, platos y cubiertos en los cajones. Y la mesa está puesta y no puede ser más apetitosa con todo tipo de pasteles, dulces y deliciosos platos. Parece la cena de Navidad. Incluso hay un jamón.

El dormitorio de los padres también tiene múltiples detalles. La cama, la mesita de noche con su lámpara, un ventanal o un armario en el que se esconden una maleta o una aspiradora. Finalmente, el cuarto infantil tiene perfectamente diferenciados los espacios de los juegos y las camas, la del niño es un coche con una manta de superhéroes mientras que la de la niña es bastante cursi. Hay muchos muñecos, bolis, lápices, una lámpara de los Simpson, la silla y la mesa para hacer los deberes y un Scalextric (colgado del techo, claro).

Cuatro espacios más

En la planta inferior es donde hay cambios. Hay dos laberintos, uno de espejos y uno de terror, se añaden los originales cuadros creados con comida y se mantiene el museo Guinness. El más solicitado está reservado a los adultos, El museu de la bogeria, solo para los más atrevidos. Los niños, mejor que ni se acerquen. Solo pueden entrar los mayores de 12 años siempre y cuando cuenten con la autorización paterna. En el mismo descubriremos todo tipo de técnicas extremas que se aplicaron a lo largo de la historia para curar las enfermedades mentales y nos sentiremos como los indefensos pacientes. 

Las prácticas más macabras

El recorrido está repleto de imágenes macabras que nos pondrán los pelos de punta. Nos reservaremos explicar algunos de los detalles para no hacer spoilers. Eso sí, que sepan los futuros visitantes que hay mucha oscuridad y está lleno de muñecos que, si aprietas el botón correspondiente, se pondrán en movimiento. No es un túnel del terror, ya que no hay actores, nadie te tocará ni te perseguirá pero cada vez que dobles una esquina, puedes ponerte a temblar, ya que no sabes qué te vas a encontrar y cada vez la sorpresa es aún más espeluznante.

Tiene una duración aproximada de unos cinco minutos que no olvidaremos. Se recomienda que se formen grupos de unas cuatro personas y hasta que no sale uno no entra el siguiente. Es decir, que quien no aguante más deberá volver atrás. No pueden detenerse durante más de 15 segundos. Hay quien no pasa del primer tramo, otros salen llorando y los empleados les tienen que convencer de que no son reales e incluso han tenido que acompañar a alguna persona en el trayecto. Explican que la mayoría sale aterrorizada y pocos aseguran no haber sentido miedo. Otros baten el récord de velocidad, seguro. Podrían poner un cronómetro en la puerta.

Maravillas del mundo y récords

Y hablando de récords, en la planta baja también se encuentra Meravelles i Récords, un espacio que también tiene algunas imágenes que pueden asustar a los pequeños y que intenta mostrar los récords Guinness y algunos elementos insólitos del planeta. En la primera sala nos sentimos en el espacio vemos a un astronauta, la comida que les suministran o una reproducción de las criaturas presuntamente alienígenas halladas en Roswell. Después llegamos a una selva donde nos hablan de algunos animales o plantas exóticas como el pepino de mar, un cocodrilo gigante o un cráneo de T-Rex. Hay poca luz y deberemos utilizar la del móvil para poder leer las explicaciones.

La siguiente habitación va de récords: la mujer con la cintura más estrecha, la más enana o la más gorda (¡727 kilos!), el coche más pequeño del mundo o la burbuja de chicle más grande (658 centímetros). Si vamos con niños, a continuación es mejor que pasemos de largo rápidamente porque se trata de la morbosa sala de torturas con la pera de la angustia, el zapato castigador, la doncella de hierro o las máscaras de castigo.

Gollum, Harry Potter y Angelina Jolie

Lo que sigue es más agradable aunque algo angustioso: las mayores zapatillas deportivas, el cuello o las uñas más largo, la nariz y la boca más grandes, el hombre más alto, la mayor pizza del mundo (123 cm.) y descubriremos que tanto el hombre lobo como el Gollum de El señor de los anillos están inspirados en la realidad. Vamos ahora al mar para ver cómo puede ser de grande el corazón de una ballena o la dentadura del megalodón. Los personajes famosos ocupan el siguiente tramo: Harry Potter en su escoba, los vestidos de Barbie, Elvis y sus discos o la actriz mejor pagada del mundo, Angelina Jolie cuyo retrato está hecho a base de dólares. El final de nuestro recorrido es ocupado por elementos militares como la ametralladora más rápida, el reloj atómico y una reproducción del primer móvil.

Alicia entre los espejos

En esta planta hay dos atracciones más, estas sí, aptas para niños. La primera es El laberint de miralls, donde nos darán a la entrada unos guantes de plástico. Y es que es mejor ir tanteando con las manos para hallar la salida o el trompazo está asegurado. Ahora se ha completado con diversas imágenes que nos llevarán al universo de Alicia en el país de las maravillas como el ajedrez mágico, la reina de corazones o el sombrero loco. Unos cinco minutos aproximadamente nos bastarán para atravesarlo.

Una exposición con vegetales

La otra novedad de este año es una exposición de cuadros que, en vez de utilizar cualquier tipo de pintura, está creada a partir de alimentos, en su mayoría, vegetales. Con estos insólitos materiales se han compuesto diversas obras de Food Art como un retrato de Frida Kahlo, la Mona Lisa, los sueños de Dalí, la Sagrada Familia o el de Messi hecho con frutas (snif, snif, ya lo echamos de menos) y dan unas ganas de comersélas... La oferta se completa con un noveno espacio (el Museu de les Il.lusions en la calle Pintor Fortuny). Los museos de la gran diversión.