ESPACIOS ABIERTOS EN VERANO

Un hemiciclo con aura

El Teatre Grec, en que nos despedimos de grandes figuras como João Gilberto, Olga Guillot o Henri Salvador, acoge esta semana a Els Amics de les Arts, Stay Homas y el espectáculo de homenaje a Xavier Cugat

Concierto de Manel en el Grec, el pasado 7 de julio.

Concierto de Manel en el Grec, el pasado 7 de julio. / periodico

Jordi Bianciotto

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Si hay un escenario en Barcelona que simbolice la conjunción de la música y la animación del verano es el Teatre Grec, con su hemiciclo en pendiente, con sus ángulos visuales perfectos y sus condiciones naturales para disfrutar del artista, de su voz y su desnudez sobre las tablas, en una burbuja de pureza que se eleva sobre el estrépito urbano. Llegar hasta ahí forma parte del rito: hay que subir los tramos de la escalinata, cruzar esos jardines trazados con regla y compás, dejar a un lado la pérgola y respirar entre las rosaledas y las hileras de encinas, y es ahí, de la mano de la naturaleza civilizada, donde brota el espectáculo.

El Teatre Grec se recuperó por la ciudadanía tras el franquismo en sendas ediciones autogestionadas, en tiempos de interregno, en aquella Barcelona de asamblea, ‘mani’ en la Rambla y perfumes libertarios, en 1976 y 1977. “Per un teatre al servei del poble”, era el aventurado lema. Tras un año en blanco, en 1979 el primer ayuntamiento democrático lo adoptó convirtiéndolo en el espacio fetiche del emergente Festival de Verano de Barcelona. Marca que, cuatro décadas después, ha sobrevivido a lo más disparatado, una pandemia global, a quién se le ocurre, y que esta semana ofrece las últimas propuestas de esta temporada. Con las prescriptivas distancias entre los asientos, vegetación en los huecos y turnos para desalojar el recinto. Ahí estarán, en la parcela musical, Els Amics de les Arts, con su nueva propuesta acústica de emergencia (este miércoles) y el grupo que más provecho ha sacado del confinamiento, nacido en una terraza de la calle Balmes, Stay Homas (jueves y viernes). Antes que ellos, un prometedor espectáculo con vistas a un pasado dorado: ‘I sing a song about bananas’ (martes), anunciado como “una noche tropical en homenaje a Xavier Cugat”.

Las noches irrepetibles

El carácter evocador de este estreno bien nos puede invitar a mirar hacia atrás y recordar algunas noches entregadas a un orden del espectáculo antiguo e irrepetible. Cugat ya no está con nosotros, como tampoco lo está João Gilberto, el inventor (con Jobim y Vinícius) de la bossa nova, que hace 20 años, el 10 de julio del 2000, se estrenó en Barcelona, ya era hora, en el Teatre Grec, tras más de cuatro décadas de servicio. Noche de embeleso, a solas con su voz susurrante y la ‘batida’ de su guitarra. La fama de señor rarito le precedía, pero su arte de la canción nos dejó sin habla, como nos divirtió su fastidio cuando oía el chasquido de un grillo que salía de las enredaderas rompiendo el silencio. Nos dijo también adiós en el Grec, en el 2003, la huracanada diva cubana Olga Guillot, “reina del bolero”, bien arropada por músicos de aquí, como el pianista Dani Espasa, brindándonos por última vez su envenenado ‘Bravo’: “Te odio tanto / que yo misma me espanto / de mi forma de odiar”. Un año después, el ‘chansonnier’ Henri Salvador, lucía su sonrisa hechizante y aquella madurez iluminada por el éxito de ‘Jardin d’hiver’. Y Cesária Évora paseó por allí un par de veces sus ‘mornas’ y sus cigarrillos.

El Teatre Grec es plaza noble de noches que pervivirán en la memoria: los reencuentros con la dama de negro existencialista Juliette Gréco y con el ‘avvocato’ Paolo Conte, los ‘arabesques’ de Jane Birkin y las citas frondosas, en fin, con Youssou N’Dour, Khaled, Ute Lemper, Antony and the Johnsons...  Por hablar solo de presencias internacionales. Su reflejo de la espuma de los días, y su aura de alto podio de las artes sigue ahí para envolvernos a todos, arriba y abajo del escenario.