CRÍTICA DE LIBROS

'Sanguínea': la locura del cuerpo

La autora peruana construye un monólogo de de una mujer que intenta explicarse y comprenderse desde el plano físico

La escritora peruana Gabriela Ponce.

La escritora peruana Gabriela Ponce. / periodico

Ricardo Baixeras

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A la vez que su matrimonio se rompe en mil pedazos la protagonista de esta novela violentamente delicada trata de recomponerse en un embarazo que le provoca una miríada de sensaciones confrontadas. Gabriela Ponce (Quito, 1977), directora de teatro y profesora de artes escénicas en la Universidad de San Francisco de Quito, ha querido con esta 'Sanguínea' hacer que supuren todas las heridas en el combate que el cuerpo femenino entabla con la propia sexualidad y con el instinto maternal. Pero también apuesta por “balbucear lodo” a diestra y siniestra, concibiendo el cuerpo de la protagonista como el lugar primigenio de la significación del texto. Todo en esta novela remite al cuerpo, al “placer del tacto”, a querer decir que “la sensación es siempre vibración” y a querer dibujar una suerte de mapa corporal sin metáforas ni remilgos léxicos que no quieren ni pueden dejar de lado nada de lo que atañe a las sacudidas físicas, incluyendo en ello a los residuos, lo que queda tras el paso voraz de lo sexual o de lo escatológico.

Lo preponderante es la imagen del cuerpo femenino alterado por los vientos exaltados de la locura que atraviesa explícitamentetodala novela y el retrato psíquico de un personaje femenino que aglutina todas las voces, en una salmodia monologal, de lectura veloz y compacta, y que dicehasta la saciedad que en el principio era el placer del texto que es “es directamente proporcional al malestar en que el hueco vuelve a quedar vacío", La lengua para expresar la alegría y la desolación recaba todos los parámetros que circunnavegan a las emociones: lo explícito, lo simple del lenguaje, lo sórdido que rodea al significado. A la caverna del piso compartido, conyugal, siempre por embalar, regresaperpetuamente como Sísifo a la cima de la montaña que le condena, este personaje culpable, multisensorial y deseoso de engullir a los otros masculinos y femeninos y a sí misma, en una sexualidad fatal, tratando de agotar así todos los resortes de un cuerpo que se imagina vacío, apostado en la locura y en el “el útero hueco”y que, no obstante, aloja otro cuerpo por venir, el hijo que se dará en adopción.

Exploración exacta

En un difícil equilibrio siempre redundante hacia la misma cosa (el cuerpo y sus derivadas, lo femenino y sus ramificaciones, la soledad y la lucha inveterada por la comunicación imposible con el otro) 'Sanguínea' queda como una exploración exacta de todos los laberínticos poderes y antiguos entresijos que habitan en una mujer que, al fin, trata de saber de sí y comprenderse desde el cuerpo que le habita, incluso delimitando con exactitud el peso de la escoria. Una mujer que siente “venir la locura” y que sabe que “el vacío siempre gana.”

Un libro sin autocomplacencias, arriesgado, seguro de sí y con los poderes y los riesgos terrenales que proporcionan lo franco.