CRÓNICA
Louis Tomlinson, en la estela de One Direction
El cantante británico abrió en Razzmatazz la gira mundial de 'Walls', su primer disco en solitario, concebido bajo el influjo del Brit-pop
El último miembro de One Direction que quedaba por destaparse como solista era Louis Tomlinson, lanzado por fin a la arena con un álbum, ‘Walls’, que le sitúa en el carril pop-rock melódico y guitarrero del grupo madre. Disco con cierto ascendente Brit-pop, reforzado por la implicación de Noel Gallagher, ex-Oasis, en la canción que le da título, que trajo uno de los momentos álgidos del concierto de este lunes en Razzmatazz.
Noche de apertura de su gira mundial, dotada así de un plus de emoción para la muchachada que agotó las entradas días atrás: fans, algunas, que pasaron la noche en vela en la calle Almogàvers; otras, venidas de cualquier punto de Europa desafiando los virus aguafiestas. El mismo Tomlinson se vino arriba desde la primera canción, ‘Just hold on’ (de su disco con Steve Aoki, ‘Near future III’), animando a gritar como si no hubiera un mañana. Indicación atendida y multiplicada en la tercera canción, que resultó ser 'Drag me down’, de One Direction.
Simpatía por Kings of Leon
Tomlinson se centró luego en ‘Walls’, una obra irregular que nos suministró piezas bonitas e inofensivas (‘Too young’, con textura acústica), incursiones emotivas de línea clara (‘Perfect now’) y ganchos pop de calibre medio, espoleados por guitarras eléctricas correosas, que pusieron a botar a la concurrencia: ahí destacaron ‘Defenceless’ y ‘Always you’. Entre el pop confesional y la destello rockero, Tomlinson buscó la atmósfera envolvente en ‘Fearless’ y en la versión de ‘Beautiful war’, de Kings of Leon.
Repertorio de tacto convencional, sin sorpresas ni giros exploradores (a diferencia del que maneja Harry Styles, el más sustancioso del clan ‘directioner’). La adhesión al personaje prevaleció por encima de todo, con estribillos coreados sin descanso, en particular cuando salían del baúl de One Direction: ahí estuvieron otros dos hitos, ‘Through the dark’ y ‘Little black dress’, sacudiendo el repertorio en momentos clave. Tomlinson se dejó llevar por la emoción en sus aventuradas confesiones: “me acordaré de esta noche el resto de mi puta vida”.
Para cerrar el ‘set’ eligió la aludida pieza titular, un medio tiempo en suave ‘crescendo’ con el sello de Oasis, influjo que también se insinuó en ‘Kill my mind’, clímax del bis. Terminado el concierto, sonó en la sala ‘Bittersweet symphony’, de The Verve, confirmándonos hacia dónde tiene orientada la brújula Louis Tomlinson en esta vida en solitario, artísticamente discreta, mientras alguien decide qué hacer con ese artefacto llamado One Direction.
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