CRÍTICA DE CINE

'The King': Shakespeare venido a menos

Es difícil ser un líder y a la vez un hombre bueno. Se trata de una idea que lleva siglos siendo relevante, y acerca de la que 'The King' no tiene nada sustancial que decir

The King

periodico

Nando Salvà

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Es difícil ser un líder y a la vez un hombre bueno. Se trata de una idea que lleva siglos siendo relevante, y acerca de la que 'The King' no tiene nada sustancial que decir. La película condensa la serie de textos de Shakespeare sobre Enrique IV y Enrique V en un relato simplificado sobre el ascenso del rebelde príncipe Hal al trono de Inglaterra. Asimismo, varios cambios han sido introducidos: los sofisticados diálogos del bardo han sido sustituidos por una forma de hablar más concisa, vulgar y anacrónica; y el personaje de Falstaff, conocido como uno de los grandes crápulas de la historia de la literatura, ha sido reconvertido en algo parecido a una brújula moral, y en un ser traumatizado por los horrores a los que ha asistido.

Aquí, además, las tribulaciones de Hal no funcionan como una oda al patriotismo y la gloria marcial sino, al contrario, como una mediación sobre la soledad del poder y los pesares de la guerra. O al menos eso es lo que pretenden. El joven protagonista es un pacifista del todo desinteresado en las rivalidades de su padre y los belicosos asuntos de estado, pero de forma repentina demuestra ser un soldado sorprendentemente hábil y motivado. Sabíamos que el poder corrompe, pero no que lo hiciera tan deprisa.

En la piel del monarca, Timothée Chalamet mantiene el ceño fruncido con el fin de sugerir tormento interior, pero carece del repertorio expresivo necesario para dar al personaje verdadera vida. En el lado opuesto se sitúa Robert Pattinson, tan excesivo dando vida a un antagonista noble francés que da la sensación de haberse colado en escena proveniente de otra película, o de un 'sketch' de Monty Python. Sin duda, el británico es lo mejor de esta intriga moral que se vuelve más rutinaria, predecible y llena de situaciones repetitivas a medida que avanza y que, pese su supuesta condición de alegato en contra de la violencia a gran escala, solo logra transmitir energía visual y dramática precisamente en sus escenas de batalla.