TENDENCIA

Las mujeres conquistan el mundo de la edición

Las profesionales ocupan el 70% de los puestos de trabajo del sector y cada vez están más presentes en los cargos clave

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Elena Hevia

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No hay más que darse una vuelta por las editoriales, grandes y pequeñas (e incluso esa rara avis que empieza a ser una editorial mediana, cada vez más en peligro de extinción), para darse cuenta visualmente de que ese es un sector mayoritariamente femenino. Más concretamente y puesto en cifras, y en lo que respecta a los dos gigantes de la edición, la división editorial de Planeta emplea a un 56 % de trabajadoras, porcentaje que aumenta a un 67,15 % si se le añaden las librerías del grupo, y el otro gran grupo, Penguin Random House (PRH), es femenino en un 63,6 %, pero con un aliciente fundamental para los tiempos que corren, su CEO es Núria Cabutí (o lo que es lo mismo, la mujer que más manda en el panorama editorial español). Hoy por hoy, la cúpula editorial de Planeta sigue siendo masculina, aunque en el comité de dirección editorial haya tres mujeres y dos hombres más la dirección de Carlos Revès. Es difícil establecer un paralelismo entre ambos grupos porque cada uno tiene su propia dinámica pero tanto en uno como en otro y a velocidades distintas, el ascenso de las mujeres a los cargos directivos en la edición parece algo imparable. Lo es porque hace solo una década en el prestigioso máster de Edición que imparte la Pompeu Fabra, y que hoy por hoy es el semillero de la profesión del futuro, había una relación de mitad y mitad entre alumnos y alumnas, mientras que hoy esas cifras llegan a más de un 90% a favor de ellas. Algo que se ajusta bastante a la proporción en el conjunto de las editoriales, que según el gremio es del 70% a favor de las mujeres.

El camino, sin embargo, ha sido largo y tortuoso. Algunas editoras recuerdan su llegada a alguna empresa como asistentes editoriales y cómo entre sus funciones se daba por descontado el traerles los cafés a los hombres con mando. Eso que ocurría hace solo 20 años, hoy es una práctica erradicada quizá por el ascenso de las editoras o por el consenso igualitarista de los últimos años. Elena Ramírez, que dirige transversalmente toda la literatura internacional de Planeta más el sello Seix Barral, recuerda cómo cuando ella entró en 1994 a trabajar en Alfaguara, por entonces en el grupo Santillana, el ambiente era más asfixiante respecto a la homologación de profesionales hombres y mujeres. "Cuando llegué a Barcelona y a Planeta desde Madrid sentí que esto era viento fresco porque aquí lo único que prima es la profesionalidad", explica. Aunque no se librara de los comentarios maliciosos de algún colega que preguntó en voz alta cómo una rubia podía tener tanto poder.

Frente a la agresividad

"En mi equipo todas son mujeres, excepto un hombre", explica Ramírez a quien ha tocado bregar con personajes de la esfera editorial de singular carisma y fuerza como el todopoderoso Andrew Wylie, apodado significativamente 'El Chacal'. "Él es un ejemplo de ejecutivo agresivo, excelente por otra parte, pero integrante de una generación donde la imposición de unas maneras tajantes y agresivas son la norma y algo radicalmente distinto a las habilidades, más empáticas, que tenemos las mujeres para llevar a cabo el mismo negocio". Conviene señalar que la asertividad que una mujer tiene que desplegar en un caso como este es mayúscula, de ahí que cuando explique cómo se enfrenta a ello, el símil sea militar. "En Planeta no tengo problemas, pero fuera me comporto conscientemente como un soldadito más, intento que mi indumentaria sea como un uniforme, algo neutro que no llame la atención. Aunque esto quizá tenga que ver con mi carácter, tengo muchas compañeras que sí se visten de una forma más atenta a la moda". La apariencia y el 'outfit' de unos y otras no es un asunto baladí para la editora: "Algún que otro colega masculino podía entrar a trabajar a las 11 de la mañana con la camisa por fuera y evidentes signos de resaca y eso era ser un editor 'cool'. Deja que una mujer haga eso y verás qué imagen proyecta en dos días".

"Algún que otro colega masculino podía llegar a las 11 de la mañana con evidentes signos de resaca y eso era ser un editor 'cool'. Deja que una mujer haga eso y verás qué imagen proyecta en dos días"

Elena Ramírez

— Directora editorial de Seix Barral y de ficción internacional de Planeta

Valeria Bergalli es editora de Minúscula, sello que fundó ella sola hace 20 años y que en su irónico nombre tiene toda una declaración de intenciones alejada de la testosterona. Su fórmula para escapar de la paralización que le podría suponer el ser minusvalorada se concreta en dos expresiones: "Como si" y "a pesar de". Es decir, no haciendo caso, pese a que por momentos le pueda entrar la duda de que ser mujer y editora suponga una hipotética limitación a la hora de la proyección de sus autores. "En mi caso, yo decido mi cuenta, no trabajo en un ambiente corporativo y eso me da libertad". Y aunque siente que cada vez más están accediendo a puestos de poder, recuerda que hace unos pocos años -y ahora tiene 57- se referían a ella como "esa chica". "Y es que infantilizándonos nos minimizan".

"Infantilizándonos, nos minimizan"

Valeria Bergalli

— Editora de Minúscula

Las suspicacias

De una forma bastante parecida habla Sandra Ollo, editora de la exquisita Acantilado, que se puso al frente de la editorial a la muerte de su marido, Jaume Vallcorba, sin la menor duda -hacía siete años que compartía responsabilidades con él en el sello-. "No quise reivindicar nada, fue más bien una cuestión de continuidad", dice, y admite que fue muy consciente de que su trabajo generó una cierta incertidumbre: "Era lógico que fuese así, ser mujer siempre despierta suspicacias. Además estaba la curiosidad sana y malsana, las dudas que yo pudiera generar al frente de un sello con el prestigio editorial e intelectual de Acantilado. Decidí ponerme anteojeras, como las que les ponen a los caballos para no ver a los lados, y me dediqué a trabajar, a confiar en la gente que no me asesoraba sino que me acompañaba".  

"Cuando veo la necesidad de cubrir una vacante me encuentro con mujeres mejor formadas y más capaces que los candidatos"

Sandra Ollo

— Editora de Acantilado

Hoy Acantilado desatiende "la paridad de una forma vergonzosa" ya que el equipo está formado por nueve mujeres y tres hombres. "Y eso solo responde -dice Ollo- a que cuando veo la necesidad de cubrir una vacante me encuentro con mujeres mejor formadas y capaces".

"La forma de ganarse el respeto es ser extremadamente exigente con una misma, que tu defensa sea lo que has publicado"

Eugènia Broggi

— Editora de L'Altra

Eugènia Broggi conoce las palacios y las cabañas de la edición: nueve años en Empùries, dentro del Grup 62, que posteriormente pasó a Planeta, de donde salió -"porque quería ir a mi aire"- para fundar L’Altra, un sello 'indie' que acaba de cumplir cinco años. Broggi se toma el siempre difícil reconocimiento de las mujeres editoras con ácido sentido del humor: el gran problema siempre es ser tomada en serio. "Yo he visto a editores, por otra parte excelentes, preguntarse quién le habría facilitado a una editora amiga su último descubrimiento. Si ese descubrimiento lo hubiera hecho un hombre, sencillamente el mérito habría sido exclusivamente suyo". ¿El camino a seguir? En eso todas están de acuerdo, aunque lo concrete Broggi: "La forma de ganarse el respeto es ser extremadamente exigente con una misma y no permitirse el menor desliz, que tu defensa sea lo que has publicado. Ganarte, en suma, ese respeto, que un hombre tiene incluso antes de empezar".