CRÍTICA DE CINE

'Gente que viene y bah': la calidez como refugio

Una divertida y emocionante historia sobre los vínculos familiares, capaz de trasformar la melancolía en una oda a la necesidad de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Gente que viene y bah' (2019)

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Gente que viene y bah' (2019) / periodico

Beatriz Martínez

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Resulta complicado encontrar una película con personalidad propia en el terreno de la comedia romántica, un género habitualmente lastrado por los clichés y las fórmulas prestablecidas. Por eso, ‘Gente que viene y bah’ supone un bálsamo gracias a su capacidad para establecer un modelo que va más allá de las modas y que apuesta por la calidez y la cercanía, el humanismo y las reflexiones sobre algunos asuntos universales, como la búsqueda de la felicidad que, dentro de nuestra opresiva y autómata sociedad actual, terminan por adquirir un nuevo sentido.

La ópera prima de Patricia Font tiene la virtud de escapar del ambiente cosmopolita que caracteriza las películas generacionales para trasladarse a un pueblo de la costa de Barcelona y dejarse inundar por su luminosidad. Así, la película se contagia de esa energía mediterránea y, aunque gire en torno a temas duros como la pérdida, el vacío o la crisis personal, se transforma en una divertida y emocionante historia, repleta de magníficos personajes, sobre los vínculos familiares, capaz de trasformar la melancolía subyacente en una oda a la necesidad de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, ya sea desde una canción de Baccara hasta una puesta de sol.