UNA ENTIDAD EN CRISIS

Los socios dinamitan la SGAE

La junta de Hevia no logra aprobar los estatutos y queda en manos del Ministerio de Cultura, que debe concretar si interviene la entidad

Teo Cardalda, José Ángel Hevia y Antonio Onetti, el pasado 18 de diciembre en la SGAE

Teo Cardalda, José Ángel Hevia y Antonio Onetti, el pasado 18 de diciembre en la SGAE / periodico

Nando Cruz

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Ni la campaña por internet, ni las trabas para ejercer el voto electrónico, ni las amenazas de que un no podría hundir a la SGAE han sido suficientes para que la junta de José Ángel Hevia haya podido aprobar los nuevos estatutos que exigió el Ministerio de Cultura y que darían un respiro a la entidad. La derrota ha sido ajustada. Hacían falta dos tercios de los votos y han obtenido 58%: 13.074 votos a favor frente a 9.220 en contra y 242 abstenciones. El resultado deja la pelota en el tejado de José Guirao que, una vez cumplido el plazo que dio a la SGAE para adaptar sus estatutos a la normativa europea y de constituir una junta elegida en unas elecciones en las que el voto electrónico fuese legal (cosa que aún no ha sucedido), deberá decidir si interviene la entidad o no. De momento, el Ministerio de Cultura ya ha anunciado que, a partir de este viernes, requerirá a la SGAE "que en el plazo máximo de cinco días hábiles, envíe el acta de la reunión de la Asamblea para poder comprobar fehacientemente el desarrollo de la misma".  

Lo de hoy ha sido un sabotaje en toda regla. Uno de tantos que ha vivido la entidad en los últimos años. Por lógica, estas modificaciones de los estatutos eran beneficiosas para los socios, pues dotarían de mayor transparencia a la entidad y aumentarían los mecanismos de control. No obstante, la asamblea se había convertido en un examen para la junta de Hevia. Aprobar sus estatutos significaba darle un voto de confianza. Tumbarlos era una manera de forzar su caída dando más argumentos aún al Gobierno para intervenir la entidad. Los socios han dinamitado la SGAE por solo un 8% de votos. La diferencia es tan ajustada que probablemente el controvertido voto electrónico haya sido crucial. 

En la asamblea sí se ha aprobado la modificación del reparto de ingresos que impondrá el Congreso y que limitará al 20% la cantidad de dinero que las televisiones pueden recuperar a través de los programas musicales que emiten de madrugada. Sin embargo, también se ha rechazado el reparto de ingresos que se hizo en diciembre y que no contemplaba aún esta limitación del 20%. La victoria del no, por 11.617 votos por 9.870 síes, da la medida de lo ajustadas  que están las fuerzas entre los autores alineados con las televisiones y la nueva junta y los autores alineados con las discográficas y que quieren derrocarla.

Un panorama incierto

El panorama a partir de hoy es más incierto que nunca. Habrá que ver si las editoriales de las discográficas multinacionales e independientes inician el proceso de retirada de repertorio nacional para crear una nueva entidad de gestión o para trasladar ese repertorio a una entidad extranjera. También habrá que ver si las multinacionales aplican el 1 de enero la retirada de su repertorio internacional. Y, sobre todo, habrá que ver la reacción del Ministerio de Cultura una vez sus responsables hayan podido examinar el acta de la última reunión de la Asamblea.

La SGAE sigue sumando jornadas negras a su historial reciente. Muchas de ellas, fruto de esa guerra cruenta entre las editoriales de las discográficas y las de las cadenas de televisión, que actualmente dominan la junta. Tanto unas como otras se juegan mucho dinero ya que gestiona amplios porcentajes de los derechos de sus autores. Sin embargo, los autores, son los que más tienen que perder en esta guerra por el control de la SGAE. Por no hablar de dramaturgos, cineastas, guionistas y coreógrafos, que se sienten eternamente desatendidos por una entidad que solo gobierna para quienes más recaudan: los músicos.

Es por ello que algunas voces claman por la expulsión de las editoriales de esta sociedad concebida originalmente para defender a los autores. Así, la E de SGAE volvería a ser de España y no de Editores, como se acordó en 1995. Tanto este como en otros temas sobre la SGAE, el PSOE tiene información de primera mano. El primer presidente de la Fundación Autor, creada por la SGAE en 1997, fue el padre del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.